El títere es un arte escénico de ancestral historia con un variado uso político, religioso, educativo y cultural. Su historia viene desde los albores mismos de la aparición del hombre sobre la Tierra cuando vivía en cuevas y trataba de explicar mágicamente su relación con el entorno al que intentaba transformar para así crear cultura. Es inmenso su potencial para la educación y entretenimiento.
Algunos investigadores sostienen que los mismos datan de unos 30 mil años atrás en países de Oriente: India, Indonesia y Birmania. Para otros surgieron unos 2000 a.C. en China con ramificaciones en Egipto, Japón, Grecia y Roma. En Egipto se han encontrado vestigios de estos guiñoles. En Grecia Aristóteles los llamaba figurillas.
En Europa tuvieron su mayor apogeo durante la Edad Media, cuando la iglesia católica los usaba durante la celebración de la misa para representar hechos religiosos. Al igual en obras que devinieron en no tan “santas y honestas”, como lo registra Menéndez Pelayo en su Historia de la novela. Por lo que fueron expulsados de los templos al considerarlas profanos tomando las calles y plazas.
Miguel de Cervantes los alude en su universal libro El Quijote de la Mancha al registrar la actividad de un titiritero que viaja en una carreta ambulante. Su ocupante divertía a los habitantes de los pueblos españoles con sus historias caballerescas.
El poeta Federico García Lorca fue un apasionado amante de los títeres delineando una nueva corriente de su accionar escénico.
En América Latina hay indicios de que existían mucho antes de la llegada de los españoles en 1492, tras el descubrimiento del Nuevo Mundo por Cristóbal Colón. De acuerdo con un escrito del conquistador Hernán Cortes, remitido a los reyes de España, en una ocasión al llegar a una plaza en México observó a los indígenas entretenerse con diversos juegos, entre estos el de los títeres. Casualmente los conquistadores que irrumpieron en ese país trajeron a 2 titiriteros para su diversión.
Entre sus seguidores figura el argentino Javier Villafañe, el titiritero más emblemático de nuestro continente desde 1935, cuando recorrió su país en un teatro andante.
Tengamos presente que países como Francia, Inglaterra y Alemania valoran al máximo este arte. El Estado capacita personal en centros educativos, por lo que es reconocido como una profesión estable. Igualmente forma parte de los programas de animación socio-cultural de sus ciudadanos. Incluso en Israel y Argentina incorporan la robótica a los mismos con fines educativos en las escuelas.
Este antecedente escénico del teatro, con inmensas posibilidades para la educación, no ha sido debidamente estudiado en Venezuela. Los intentos exploratorios corresponden al teatrero barquisimetano Leonardo Aparren Jiménez. Según sus investigaciones el títere en Venezuela existía para el año 1771 en plena Colonia.
Otro trabajo muy bien documentado es el de Alba Chacón y Enrique Suarez, una Tesis de Grado de 1997 para optar a la licenciatura en Arte, Mención Artes Escénicas de la Escuela de Arte de la UCV.
De la misma se desprende que para 1887 actuaban en calles de Caracas lo que llamaban fantoches o titiriteros vistos con desprecio por el poder político y religioso. La actividad era rigurosamente controlada por el gobierno mediante una licencia para evitar alteraciones del orden.
A vuelo de pájaro, de acuerdo con el cronista Rafael Silva Uzcátegui, en el siglo XIX en Barquisimeto se disfrutaba de esta forma de diversión escénica hecha por actores que manejan marionetas y guiñoles de trapo. Posteriormente en los albores del siglo XX se realizaban presentaciones en los hogares barquisimetanos y funcionaba un teatro de títeres en las proximidades de lo que hoy es la plaza La Mora. Lo que indica que tenía marcado cultivo familiar.
Para mediados de la década del 30, Jacobo Ramírez realizaba funciones de títeres en un local cerca de la plaza La Mora actividad que combinaba con el teatro y que mantuvo a lo largo de las próximas 3 décadas,
Durante la dictadura perezjimenista tuvo un auge en las escuelas de la ciudad donde se formaron varios grupos y conformaban los actos culturales y cívicos.
En 1959 el director del Grupo Teatral Lara Carlos Denis creó el grupo Los Tamunangueros con los auspicios del ejecutivo regional. Es el grupo de más larga data en la región que luego dirigió Luis Pineda hasta la década de 1970. En la historia del Teatro Juares fueron los primeros titiriteros auspiciados oficialmente y en presentarse en ese recinto cultural el 3 de noviembre de 1973.
Así mismo en los barrios de la ciudad, impulsado por la Unión Cultural de Teatro de los Barrios –UCTB-, destacan el grupo La Cocuiza del Barrio el Malecón conformado por: Ana Carreño, los hermanos Hugo y Humberto Ramírez, Cristóbal Vizcaya, José Osal, Freddy Torrealba Z., y Ricardo Lameda. Igualmente el Grupo La Feria con Humberto Agudo y Oscar Cortez.
El año 1970 marcó en el país un empuje de este oficio y arte con la realización del primer Festival de Teatro de Títeres y un intento organizativo de sus oficiantes.
En la cuarta edición del Festival Nacional de Títeres, efectuado en 1973 en Barquisimeto, estos muñecos fueron el centro de una polémica pública que cobró ribetes de escándalo político. El gobierno regional, encabezado por el social cristiano Rafael Andrés Montes de Oca, arremetió contra el encuentro al catalogarlo de “perturbador” del orden público.
En el inusual hecho intervino el comentarista cultural del diario El Nacional Lorenzo Batallán, quien reseño irónicamente que “en Barquisimeto unos muñecos pusieron a temblar al gobierno”.
Ciertamente, entonces el ambiente cultural en la ciudad se había tornado muy tenso a consecuencia del lanzamiento por elementos de la ultraizquierda de una bomba lacrimógena contra el Ballet Clásico de Nina Novak, en el mes de marzo en el Teatro Juares. Un acto disparatado, bárbaro e inhumano propio de una mente estalinista.
Es la magia de ese primitivo teatro con sus guiñoles que sobrevive en este mundo global de las nuevas comunicaciones.
El 21 de marzo es el Día Mundial del Títere o Día Mundial de la Marioneta.