El doctor Ruy Medina, expresidente del Colegio Médico, exdirector de Emergencia y Medicina Crítica del Hospital Central Universitario Dr. Antonio María Pineda, exdirector general de Salud del estado Lara y respetado docente universitario con más de cuarenta promociones que llevan su nombre y, por tanto, formador de más de cuatro mil profesionales de la medicina, está en la arena política, dispuesto a conquistar la gobernación de nuestra entidad federal.
Al ser entrevistado por El Impulso, el doctor Ruy Medina, quien se ha caracterizado por su honestidad, eficiencia y calidad humana en su profesión, admite que tiene un reto en este momento; pero, afirma que no sólo es conocedor de todos los aspectos que dificultan la salud, sino de todos los problemas que afecta a la población, especialmente los servicios más elementales.
Este experimentado médico, quien es muy estricto, exigente y responsable, respondió con amabilidad y sencillez las preguntas que le formulamos:
¿Cómo surgió su candidatura?
Indudablemente, todas las candidaturas salen de conversaciones entre grupos de gente. No es que yo me levanté en la mañana y dije: yo voy a ser candidato a la gobernación del estado, porque se podría considerar que estoy medio loquito.
¿En su caso?
Ha habido mucha gente que ha hablado conmigo, hemos venido hablando sobre la situación y muchas personas han considerado conveniente en que yo puedo ser el candidato, sustentando esa candidatura en mi trayectoria en el estado, mi experiencia de sesenta años en salud, mi trabajo en la emergencia del Hospital Central Universitario Dr. Antonio María Pineda, etcétera, etcétera Y mi preocupación porque la gente de Lara, toda la gente de Lara, sin excepción de ninguna especie, sin discriminación de ninguna naturaleza, cuente con salud adecuada y sea útil, porque sin salud nadie puede estudiar, nadie puede trabajar, no puede desarrollarse, tampoco puede idear cosas nuevas. Y todo eso me hizo pensar que mi experiencia me permitiría hacer una buena labor, sobre todo en esa parte porque yo he vivido toda mi vida profesional en Barquisimeto y estoy consciente de que existe una gran cantidad de problemas, que son indispensables y urgentes solucionar: agua, electricidad, asfaltado de vías y todas las demás cosas.
¿Usted no es barquisimetano?
Yo soy caraqueño.
Con ese nombre que usted tiene no podía ser de aquí…
El nombre mío es árabe. Ruy en español es Rodrigo. Acuérdese de Rodrigo Díaz de Vivar, el célebre personaje histórico y legendario del siglo XI, que inspiró el más importante cantar de gesta de la literatura española, el Cantar del Mio Cid. Cid en árabe es señor.
¿Estudió en la UCV?
Yo viví en la parroquia San José de Caracas y mi casa quedaba a dos cuadras del Hospital Vargas, en el centro de la ciudad. Estudié primaria con los jesuitas en el San Ignacio de Loyola, cuando éste colegio quedaba en la esquina de los Jesuitas. Cuando se mudaron para La Castellana, en Altamira, me quedaba lejos y tenía que abordar dos autobuses, motivo por el cual mi papá, Rafael Medina Chirinos, me internó en el Liceo San José de Los Teques y ahí hice el resto del bachillerato, del segundo al quinto año. Yo egresé de bachiller, poco después de haber caído Marcos Pérez Jiménez, en 1959. Pérez Jiménez había restringido un poco el ingreso a las universidades, las cuales eran solamente la Central, la del Zulia y la Mérida. Se estaba estructurando la Universidad de Carabobo y aún no existía la de Oriente, ni tampoco había universidades privadas. Cuando nos fuimos a inscribir –y digo inscribir porque me refiero a mi compañero Carlos Alfonzo con quien había hecho la primaria y el bachillerato juntos— la cola era gigantesca. Cuando fuimos con el padre de mi compañero, quien era médico y compañero de promoción del doctor Pedro Rincón Gutiérrez, en esa época rector de la Universidad de los Andes, nos dijo: No se preocupen, mañana nos vamos para Mérida. Llegamos al rectorado y Perucho, como todo el mundo le decía al rector, nos recibió en el acto y llamó al decano, que era Mario Spinetti Berti, y le recomendó: “ inscríbeme a estos dos muchachos, que son como hijos mío.” Nos inscribimos y nos quedamos allí. En Mérida yo conocí a mi futura esposa, Hilda Rodríguez Pereira, una guara de Carora, que estaba haciendo allá farmacia. Nos enamoramos allá y tal, ella se vino porque estaba terminando su carrera y me esperó hasta que yo me gradué de vino y de inmediato me vine para acá y nos casamos. He de decir que en esos años de enamoramiento pasaba la mitad de mis vacaciones aquí y la mitad en mi casa, en Caracas con mis familiares.
Usted me dijo el nombre de su padre, pero no el de su mamá.
Mi padre era maracucho y mi mamá era colombiana y se llamaba Tránsito Morales Luna. Este nombre es muy raro aquí; pero, es muy frecuente en Colombia. Acuérdate de que la protagonista de la novela María, de Jorge Isaac, se llama Tránsito. Ellos nos tuvieron a mi hermana, Margarita, y a mi.
Me dice que al graduarse se viene a Barquisimeto.
Este era un pueblo grande. No existía La Ribereña, ni Los Libertadores, ni Fundalara. Las únicas avenidas que existían era la Venezuela y la Lara, y por todo su alrededor lo que había era monte y culebras. No existía la Libertador sino la Panamericana. Eran muy pocos los barrios que había en Barquisimeto.
¿Llega a Barquisimeto y de una vez ingresa al Antonio María Pineda?
Una vez que ingresó al Hospital Central comencé mi internado, terminé mis dos años de internado y ascendí a residente de medicina interna. El jefe del departamento era el doctor Carlos Zapata Escalona, quien más tarde fue director de la Escuela de Medicina y mucho tiempo después gobernador del estado.
¿Qué pasó después de haber hecho medicina interna?
Me enamoré realmente de la emergencia del Hospital.
Yo creo que eso lo sabe todo el mundo en Barquisimeto, porque usted vivía día y noche en la emergencia.
No me has preguntado por qué me enamoré de la emergencia. Porque Mérida era una ciudad pequeñita y tenía unos 3.500 estudiantes cuando nosotros llegamos allá, y hoy tiene 70 mil estudiantes. No tenía los viaductos. Yendo hacia arriba Mérida llegaba hasta los Chorros de Milla, todo lo demás era monte y culebra. No existía la avenida Las Américas, el mercado estaba a una cuadra de la plaza Bolívar, funcionaban cinco cines y era una ciudad de estudiantes. La emergencia de los accidentes de Mérida se presentaba los viernes y los sábados con los estudiantes que se echaban palos, se caían o se peleaban a puñetazos o con cualquier otra cosa, y sobre todo los campesinos que se caían a puñaladas, navajazos o a machetazos, sólo armas blancas. Y si había tiros, quedaban en el sitio porque no se los pegan en las piernas Parece mentira, pero yo vine a ver heridos a consecuencia de balas, aquí, en Barquisimeto. En los dos años finales que estuve en la emergencia de Mérida, quinto y sexto de medicina, no llegué a ver a nadie herido a causa de arma de fuego. Cuando llego aquí me consigo con ese monstruo de emergencia y para más ñapa, en esa época de 1965 a 1970, era el hospital piloto de toda la región: Lara, Portuguesa, Yaracuy, Falcón, sobre todo de Churuguara y Mapararí. Imagínate toda la cantidad de referencias. Frecuentes eran los choques de vehículos en la carretera San Felipe-Yaritagua y de esta a Barquisimeto, porque era una vía de curvas interminables. Además se recibía una gran cantidad de heridos, traumatizados y, en fin, gente en condiciones muy deterioradas. Yo recibí los heridos del avión que se cayó en el aeropuerto, también los 33 heridos de un camión que colisionó con un bus en la vía a Duaca y cito estos casos porque no se pueden olvidar.
¿Qué puede decirnos de esa emergencia cuando usted llegó a dirigirla?
Logré con el ingeniero Mariano Navarro que me diera los recursos para culminar la remodelación de la emergencia, que yo había comenzado hacerla con un amigo mío de Caracas. Yo le llevé el presupuesto a la gobernación y el gobernador Navarro le preguntó a la secretaria de gobierno, ingeniero Maritza Aponte, cuánta plata quedaba de disponibilidad para obras y ella le respondió que había 3 millones 750 mil bolívares. Entonces, le dijo al ingeniero que había ido conmigo que ya estaba aprobado el proyecto y hablaron de ingeniero a ingeniero en torno al tiempo que se tardaría en los trabajos. El ingeniero le dijo que esa labor tardaría seis meses por las explicaciones que le suministró. Pero, total, la terminó Orlando Fernández y así fue posible tener cuarenta camas de hospitalización, veinte para mujeres e igual número para varones; 14 salas de cura, 10 cubículos de consulta; es decir, la mejor emergencia que ha habido en toda la región centroccidental era la mía. Después, los amigos del gobierno colocaron a la doctora Linda Amaro en la dirección, yo era jefe de la Emergencia y Medicina Crítica del Hospital Central y empezaron los choques frontales. Ella había sido alumna mía y yo soy padrino de promoción de ella; pero, su carácter es terrible y con poder y prepotencia, no nos entendimos. Me retiró el comisionado de salud de esa época, Iver Gil, gran chavista, quien está en la actualidad en Utah, Estados Unidos, haciendo socialismo en el imperio.
Pero, ¿dependía usted de la gobernación en ese momento?
No, no. Yo no era pagado por Sanidad, sino por la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado, que fue mi empleador a partir de 1971. Y yo llegué a esa casa de estudios como profesor a tiempo completo, cumpliendo con todos mis ascensos cada cuatro años, presentación de trabajos, etcétera, etcétera.
¿Cuántas promociones de médicos ha tenido usted en la UCLA?
Cuarenta y cuatro.
¿Cuántos centenares de médicos significan 44 promociones?
La primera promoción de médicos egresó en 1969. En esa época yo estaba terminando el segundo año de Medicina Interna, que para entonces era de dos años. Yo recibía a los estudiantes en Emergencia y subían al piso de Medicina Interna y yo era el residente del doctor Carlos Zapata Escalona, jefe de servicio, y el doctor Moro Guédez. Después de lo sucedido con el director de salud, cuando la Emergencia se había convertido en un caos, en un desastre completo, por recomendación de la directora de Salud, doctora Ileana Guarrnsd, y de la doctora María Teresa Pérez, que era la directora del Hospital, ex alumna mía tambièn, le dijeron al gobernador Henri Falcón: Aquí hay un tipo que le va arreglar la Emergencia, se llama Ruy Medina, llámelo. Y yo acudí a su llamado. Tuve once meses en la Emergencia, al cabo de los cuales me ofrecieron la dirección del Hospital, donde estuve tres años y luego me ascendieron a director regional de salud el 20 de enero de 2.015 hasta el 20 de octubre de 2.017 cuando perdimos las elecciones. Y al volver al punto de las promociones, yo di clases hasta el 2.005. La primera promoción que me dieron fue la octava promoción de médicos, después me dieron la onceava, la doceava, la 24, 16, 17. Yo estimo que se graduaba generalmente una proporción de cien médicos por año y estuve 45 años dando clases formalmente, por lo que se puede estimar que son 4.500 estudiantes, aparte de que seguía dando clases de Medicina Interna en Emergencia a los residentes que pasaban por ahí, haciendo su posgrado.
Al estar lanzado a la arena política, ¿cómo se siente?
Esa es una tendencia nueva. Porque yo tengo experiencia en administración de gente, en la dirección del Hospital, en la dirección de Salud, como jefe de Emergencia y Medicina Crítica en la que estuve veinte años, en el manejo de personal tengo mucha experiencia. En el manejo de estudiantes, igual. En el manejo administrativo yo entregué la dirección del Hospital. Estuve cuatro años en la presidencia del Colegio Médico desde 1994 a 1998, Y para mi, de todos modos, es un reto porque me voy a enfrentar a una serie de cosas, que yo las conozco. Porque nada me es desconocido en cuestión de problemas del estado por cuanto he estado pendiente de todo y soy asiduo lector de todas las informaciones que publican los medios.
Ya nos suministró datos de sus padres y esposa. Nos falta saber cuántos hijos tiene.
Padre de 7 hembras. Yo le digo a quienes me preguntan al respecto, que a mi los hombres no me gustan ni como hijos.
¿Cuál es su mayor orgullo?
El tener siete hembras y todas ellas profesionales universitarias: dos contadoras, tres ingenieros (dos informáticas y una mecánica) y en el segundo matrimonio, que son la sexta y la séptima, una que es militar de la Armada de Estados Unidos y recibí una foto cuando ella estaba en un portaaviones cuando comenzó Putin la invasión a Ucrania, y la otra es psicóloga.
¿Y cuántos nietos tiene?
Ocho, seis son profesionales universitarios; el séptimo está cerrando y la octava está entrando en la universidad.
¿Está usted feliz?
Por lo menos me siento satisfecho de mi trabajo, no solamente como profesional y hombre público, sino también por haberme desempeñado en la parte gremial. Y mi mayor orgullo es haber formado quince profesionales.