El gobierno militar de Myanmar informó el sábado en la televisora estatal que la cifra confirmada de muertes de un devastador sismo de magnitud 7,7 aumentó a 1.644 luego de que se recuperaron más cuerpos de los escombros de edificios que colapsaron cuando se produjo el terremoto cerca de la segunda ciudad más poblada del país.
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Estado de alarma para el paso de ayuda humanitaria
Ante la magnitud de la tragedia, el gobierno militar ha declarado el estado de emergencia en seis zonas: Sagaing, Mandalay, Magway, Shan, Naipyidó y Bago, las cuales han sido gravemente afectadas por el sismo. A pesar de la declaración de emergencia, el acceso y la distribución de la ayuda humanitaria se ve obstaculizado por la crisis política y los enfrentamientos continuos entre las fuerzas armadas y las guerrillas prodemocráticas y civiles que operan en el país desde el golpe de estado de 2021.
En este contexto, la junta militar ha solicitado ayuda internacional, una petición inusual dadas las tensiones políticas internas. Sin embargo, el relator especial de Naciones Unidas para Birmania, Tom Andrews, advirtió que la junta podría usar la ayuda humanitaria con fines políticos, por lo que instó a la comunidad internacional a canalizar cualquier ayuda a través de la oposición democrática para asegurar que llegue a las personas que más lo necesitan.
La tragedia del terremoto se suma a la ya compleja situación que atraviesa Birmania, marcada por el conflicto, la violencia y la inestabilidad, lo que agrava aún más las dificultades para enfrentar esta nueva crisis humanitaria.
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Un desastre natural sumado a una guerra civil
El gobierno de Myanmar indicó que la demanda de sangre era alta en las áreas más afectadas. En un país donde gobiernos anteriores a veces han sido lentos en aceptar ayuda extranjera, Min Aung Hlaing señaló que el país estaba listo para aceptar asistencia.
El ejército de Myanmar arrebató el poder al gobierno electo de Aung San Suu Kyi en febrero de 2021, y ahora se encuentra inmerso en una cruenta guerra civil con milicias formadas hace tiempo y milicias prodemocráticas de reciente creación.
Las fuerzas militares continuaron sus ataques incluso después del terremoto, con tres ofensivas aéreas en el norte del estado de Kayin, también llamado estado de Karenni, y en el sur de Shan —ambos fronterizos con el estado de Mandalay—, según Dave Eubank, exsoldado de las Fuerzas Especiales de Estados Unidos que fundó los Free Burma Rangers, una organización de ayuda humanitaria que ha brindado asistencia a combatientes y a civiles en Myanmar desde la década de 1990.
“La gente está en la selva, y yo estaba en la selva cuando ocurrió el terremoto. Fue fuerte, pero los árboles simplemente se movieron; eso fue todo para nosotros, así que no hemos tenido un impacto directo, salvo que el ejército birmano sigue atacando, incluso después del terremoto”, señaló.
En Shan, en el norte del país, un ataque aéreo contra una localidad controlada por los rebeldes perpetrado minutos después del sismo causó la muerte de siete miembros de una milicia y daños a cinco edificios, incluida una escuela, dijo Mai Rukow, editor del medio AP.
Las fuerzas gubernamentales han perdido el control de gran parte de Myanmar, y muchos lugares son increíblemente peligrosos o simplemente imposibles de alcanzar para los grupos de ayuda. Más de 3 millones de personas han sido desplazadas por los combates y casi 20 millones pasan necesidad, según Naciones Unidas.