#OPINIÓN Entre crisis y sanciones: Un pueblo que no puede más #29Mar

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Con cada día que pasa, la pobreza en Venezuela se profundiza y millones de venezolanos ven cómo su calidad de vida se desvanece ante una realidad que no da tregua. La devaluación constante del bolívar y el imparable aumento de la inflación son la preocupación diaria de la población. No es un secreto que la crisis económica en Venezuela es producto de un modelo fallido. La corrupción, el desmantelamiento del aparato productivo y el uso del populismo como herramienta política nos han llevado al colapso. Según la ENCOVI 2023, el 89% de los hogares padecen inseguridad alimentaria y la mitad no puede costear la canasta básica, lo que los sitúa en situación de pobreza extrema.

La hiperinflación, que inició en 2017 y se extendió hasta 2021, dejó un país con una economía mutilada. A pesar de la dolarización parcial, el costo de vida en dólares sigue en aumento, hundiendo a más venezolanos en la pobreza. De acuerdo a la Confederación de Asociaciones de Productores Agropecuarios, la producción agrícola ha caído un 75%. Por su parte, la OPEP registra que el sector petrolero ha visto una caída brutal en su producción: en 2013 se producían 2,36 millones de barriles diarios, pero hoy apenas alcanzamos los 900.000 barriles. ¿Cómo puede salir adelante una nación con la pérdida de su motor productivo?

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Y como si no fuera suficiente, luego de todo eso y de la crisis política de la elección presidencial de 2024, los venezolanos estamos por enfrentar el recrudecimiento de la crisis por las nuevas acciones del gobierno de Estados Unidos, quien anunció la eliminación de las licencias a empresas petroleras con Venezuela, cerrando una de las pocas vías legales que quedaban para que la nación pudiera comercializar su petróleo. Estas empresas tienen hasta el 27 de mayo para liquidar sus operaciones en el país. Aunado a eso, establecieron un arancel del 25% a cualquier Estado que compre petróleo o gas venezolano. El resultado de esto ya lo conocemos: traerá más miseria, más hambre a un pueblo que cada vez se siente más arrinconado por políticas que, lejos de generar cambios, solo agravan el sufrimiento de millones de venezolanos. 

Vivimos una dura crisis que ha dejado cicatrices profundas en todos nosotros. Y si algo ha quedado claro es que las sanciones no han traído el cambio político que se esperaba. Todo lo contrario, las sanciones han profundizado la pobreza, el aislamiento y la desesperanza. En agosto de 2017 el gobierno norteamericano emitió la orden ejecutiva 13808 que prohibía realizar transacciones con bonos venezolanos y de PDVSA y sus empresas filiales. Para ese año había 1,5 millones de migrantes venezolanos. En 2019, con el recrudecimiento de la crisis, la cifra superó los 4 millones y hoy, a inicios de 2025, más de 7,7 millones de venezolanos han abandonado su país, según ACNUR y la Organización Internacional para las Migraciones. 

Desde que la Oficina de Control de Bienes Extranjeros (OFAC) sancionó a PDVSA en 2019, la estatal petrolera ha recurrido a métodos opacos y oscuros para comercializar el crudo. Eso ha traído como resultado mucha corrupción descontrolada y más desvío de fondos. Entre 2020 y 2023, 16.960 millones de dólares fueron desfalcados de PDVSA, según Transparencia Venezuela. 

Si la raíz del problema es interna, ¿por qué insistir en sanciones que sólo castigan al ciudadano de a pie? ¿Por qué aislar aún más a un país que necesita con urgencia un cambio? Las sanciones no han debilitado al gobierno, pero sí han empobrecido a los venezolanos y han acelerado la migración. 

Lo que Venezuela necesita no es más aislamiento. El país requiere políticas que impulsen la reconstrucción de su economía y la recuperación de sus instituciones. La pobreza extrema solo vuelve a la gente más dependiente y menos propensa a luchar por sus derechos. La comunidad internacional debe defender la democracia sin destruir al pueblo en el proceso. Castigar a los ciudadanos por los errores de su gobierno es un acto de crueldad disfrazado de justicia. Venezuela no puede seguir siendo un campo de batalla geopolítico. Es hora de buscar soluciones reales, no más castigos que solo condenan a los inocentes.

Stalin González

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