La medida tomada por el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, de aplicar aranceles del 25 por ciento a los productos exportados por los países que adquieran petróleo y gas de Venezuela, puede verse de forma dilemática: O es una coherencia total con las promesas hechas en su campaña electoral o es una gran presión para mantener la capacidad de negociación a su favor.
Así lo expone el doctor Orlando Zamora, analista financiero independiente, quien se inclina a pensar en que el mandatario estadounidense está actuando con su palabra comprometida electoralmente: es decir, que él va a ser consecuente con lo que viene ofreciendo y, en tal virtud, ha llegado el fin de las licencias para la explotación del negocio petrolero venezolano por parte de las empresas del ramo.
Las licencias han sido otorgadas temporalmente porque previamente fueron aplicadas sanciones al gobierno de Venezuela, explica. Si esas licencias se mantienen es porque la administración estadounidense quiere seguir siendo flexible; pero, por lo visto ya se está cumpliendo lo dicho por el propio Trump, de que los Estados Unidos no necesitan el petróleo venezolano y, por tanto, no lo van a seguir comprando.
Lea también: Venezuela rechaza aranceles del 25% impuestos por EE.UU. y los califica de “arbitrarios e ilegales”
A la última decisión de esta semana, la gente poco le prestó atención de que a Chevron se le diera mes y medio más de tiempo para seguir operando e hiciera sus maletas, comenta. Creo que para ambos sectores políticos que están en contingencia fue una sorpresa esa medida y constituyen un impacto mayúsculo porque estas sanciones si van a restringir al máximo la posibilidad de negociación por vía legal del petróleo.
Ahora al gobierno venezolano al tener el impedimento de vender el petróleo a determinado país porque quien lo adquiera tendrá que pagar altos aranceles, se le presenta hacer la negociación por las vías no legales, o lo que es lo mismo por el camino del mercado negro, que se hace en alta mar mediante el traspaso del crudo de una embarcación a otra, y con grandes descuentos por los riesgos que conlleva la amenazante medida anunciada por Trump.
En ese tipo de operación el destinatario no tiene nombre porque el petróleo va a parar a cualquier país, particularmente asiático, comenta. Quien asume el riesgo de adquirirlo, paga poco por el barril, ya que los descuentos pueden ser de hasta cuarenta o un poco más por ciento al precio que rige en el mercado legal.
La medida anunciada y que va a imponerse es muchísimo más drástica que las anteriores, porque éstas tenían que ver con el manejo directo de las actividades de las empresas en Venezuela; pero, la nueva, no porque deja a los países que negocian petróleo que se conviertan ellos en los vigilantes para que se cumpla la norma del gobierno estadounidense.
Éste va a estar siempre atento, añade. Al país que se arriesgue a comprarle petróleo o gas a Venezuela se le aplicarán las medidas del pago del 25 por ciento de los aranceles, no por el petróleo sino por cualquier producto. Esto es bastante serio y tiene un gran impacto porque supone amarrar al gobierno nacional la posibilidad de negociar a través de los mecanismos normales y legales, ya que le crea una gran presión a los países que requieren de ese crudo. Por ejemplo, ¿Cuánto compra China? ¿Se va a exponer a China por 270 mil barriles de petróleo a que le apliquen aranceles a los productos que ella vende? Lo pensaría.
Hay algunas personas, muy pocas por cierto, que dicen que esa amenaza es incumplible, que es irrealizable, porque en definitiva lo que buscan los Estados Unidos es quedarse con ventaja para que le llegue el petróleo venezolano, suponiendo que la flexibilización de las licencias se va a mantener. No soy tan optimista y presumo que es el fin de las licencias, que es un endurecimiento fuerte porque es el nudo gordiano al no poder recibir el principal ingreso que tiene Venezuela.
Cuando se le observa que después de los Estados Unidos, el principal cliente petrolero venezolano es China y muy distante están la India, España y otros países, el doctor Zamora dice que las proporciones entre el gigante norteamericano y el asiático son casi las mismas: 333 mil barriles adquiere Estados Unidos y 270 mil, China, Después vienen los demás. No se toma en cuenta a Cuba porque no existe posibilidad de que la isla sea sancionada por la vía de los aranceles.
La producción venezolana está aproximadamente en el millón de barriles y la medida anunciada de llegar a cumplirse, impedirá que por lo menos la mitad de ese volumen ya no tenga mercado y, en consecuencia, la salida sería el mercado negro o de alta mar. Conviene recordar que la demanda del producto venezolano es de países que trabajan con el petróleo pesado, que es el caso de China y la India, sobre todo, y lo necesitan para procesarlo en sus refinerías adaptadas a esa condición; pero, ahora, la medida en cuestión, hace que se complique la negociación de ese tipo de crudo.
Lo más grave que se presenta ahora es que la Chevron estaba aportando recursos para financiar la industria, que precisamente es lo que requería, ya que ahora los capitales de trabajo se van a ver más alejados porque en las condiciones que se van a dar, ¿quién va a invertir en la industria petrolera venezolana si a ésta nadie le puede comprar el crudo porque corre el serio riesgo del pago de aranceles impuesto por los Estados Unidos? Como aquí, prácticamente, no hay inversión extranjera. la economía venezolana se vería en situación mucho más crítica, manifiesta el doctor Orlando Zamora al hacer sus observaciones a El Impulso.