Cirilo Rodríguez fue un artista que midió sus palabras con la misma precisión con la que daba forma a sus esculturas. Al conversar con el El Impulso, hace 18 años, reflexionó profundamente antes de elegir la expresión adecuada, prefiriendo el silencio a la superficialidad. Sin embargo, al evocar su pasado, sus recuerdos fluyeron con una claridad sorprendente, transportándonos a su infancia en el campo y a sus primeros contactos con el arte de la mano de su abuela artesana.
«Mi abuela era artesana y yo le ayudaba. Con lo que quedaba de barro yo hacía piezas pequeñas», recordó con entusiasmo Rodríguez, rememorando sus inicios a pesar de la oposición paterna, quien prefería que sus hijos se dedicaran al trabajo agrícola.

Según lo reseñado por El Impulso, en la columna de cultura el viernes 19 de enero de 2007, Rodríguez señaló que su vocación temprana, cultivada en silencio, encontró su primera validación con el Primer Lugar en la X Feria Agropecuaria Artesanal de Churuguara en 1979, un hito que le reveló la posibilidad de vivir de su pasión.
Aunque su consagración en la talla llegó más tarde, un encuentro crucial con el tallista Rodolfo Viloria en Siquisique le abrió las puertas a la madera y la piedra como nuevos lenguajes artísticos. Su paso fugaz por la Escuela de Artes Plásticas de Barquisimeto reafirmó su convicción de que su arte nace de una necesidad interna, de «piezas únicas porque salen del alma«.
Esta filosofía lo ha llevado a cosechar numerosos premios a lo largo de su carrera, incluyendo reconocimientos en el Salón Bigott, la Bienal Salvador Valero de Trujillo, el Museo de Arte Contemporáneo y el prestigioso Premio a la Mejor Obra de Arte Popular del Certamen Mayor de las Artes y las Letras en 2006.



En el 2007, sus obra se exhibieron en tres exposiciones dedicadas a la Divina Pastora, incluyendo la muestra «Divina Pastora Presente«, ubicada en la Sala Juan Carmona de El Impulso, demostrando la continua relevancia de su trabajo en el panorama artístico local.
A pesar de sus logros y reconocimientos, Cirilo Rodríguez se mantuvo firme en su humildad. «Nadie es mejor que nadie«, afirmó con sencillez, priorizando la autenticidad de su arte por encima de los elogios. Hoy, a pesar que partió de este plano terrenal la mañana de este lunes 24 de marzo, su trayectoria será recordada como un testimonio de la fuerza de la vocación y la belleza que surge del silencio y la memoria.



A continuación, parte de la entrevista concedida a El Impulso:
¿Alguna vez ha pensado por qué se dedicó al arte y no al campo como su papá quería?
Porque el arte se lleva en la sangre. Con esto se nace, un artista nace no se hace.
¿Qué le debe a su abuela Eduvigis y al artista Rodolfo Viloria?
Les debo todo mi éxito. Con ellos aprendí todo lo que sé. A mi abuela le debo el gusto por el arte y las artesanías porque yo le ayudaba con las vasijas de arcilla y con Rodolfo conocí la talla en madera y piedra, cuando yo llegué a su casa no sabía qué era el arte o las exposiciones.
¿Se puede vivir del arte?
Creo que sí. Todo depende del artista, tiene que ser diferente, su obra debe ser original, no una copia de otros.
¿Qué hace a Cirilo Rodríguez diferente?
Yo le doy vida a algo que está muerto. Los rolos de madera y las piedras están como muertas cuando yo empiezo a trabajar. Desde la noche anterior uno va pensando, mira el tronco, lo mira por horas porque esto no es soplar y hacer botellas, hay que dedicarse. Es como algo que está envuelto en esa madera y uno la empieza a sacar a medida que va trabajando, y cuando uno le agarra el ritmo no provoca que se acabe el día, ¡uno desea que siga!
Entre la madera y la piedra, ¿cuál es el elemento más cálido?
Aunque mucha gente no lo crea, pienso que la piedra. A mí me gustan los colores y la piedra tiene como una sal, una escarcha que la hace brillar y le da colores. La gente lo ve difícil, pero para mí es más sencillo porque voy dando un solo golpe. Cuando trabajo con ella siento que me llena, me lleno de polvo.
El año 2006 y el primer mes del 2007 han sido muy significativos para usted en materia de premios, reconocimientos y menciones, ¿se siente famoso?
No, nadie es mejor que nadie. Esos son éxitos que se lo dan a uno los demás, no es que uno se crea mejor. A mí no me gusta sentirme mejor que nadie porque nadie es mejor que uno.

Y en las noches, antes de dormir, al ver todos esos reconocimientos en las paredes de su casa, ¿qué piensa?
Bueno, que otros también deben ser premiados. Por ejemplo un señor llamado Luis, un artista popular de Curarigua que hace piezas hermosas en madera y parecen cerámica. Yo lo he visitado y le he dicho
que se dé a conocer, que se supere y no se quede solo allá. Yo en el arte y con los artistas no soy egoísta, a mí me gustaría que todos tuvieran éxito como lo tengo yo.
¿De qué santo o virgen es devoto?
Siempre he sido muy religioso, pero después de un sueño que tuve este año con la Divina Pastora, me siento más devoto de ella. Lloré al despertar y ver cómo las imágenes de la procesión eran muy parecidas a mi sueño con mi hermana en su casa y el río de gente que yo veía como desde arriba, no sé, fue muy extraño.
¿Cómo interpreta ese sueño?
Creo que es una revelación sublime de la Virgen. Me siento más religioso de lo que era. Después del sueño incluso la veo diferente y tengo en mente una imagen de la Divina Pastora diferente, con sus ovejitas,
con su rebaño, así como una campesina pastora, como lo que yo viví en el campo, así como mis recuerdos
arriando chivos me la imagino a ella arriando ovejas.
¿Qué siente cuando hace a la Divina Pastora?
Ella sale como del alma. Es algo que no sé explicarlo, ella está en mi mente y simplemente sale. Siempre que me acuesto le pido a ella y a todos los santos que me den luz, salud y mucha prosperidad