«Una mentira no tendría sentido si la verdad no fuera percibida como peligrosa»
Alfred Adler (1870-1937) Psicólogo y psiquiatra austriaco
Desconcierta la artimaña que tienen algunas personas para mentir y engañar, distorsionando la realidad en la pragmática de la manipulación, si con ello consiguen lo que quieren. Muchos somos sorprendidos en nuestra buena fe, por temerarios actores que la vida nos presenta, cuando nos irrespetan planteándonos situaciones que aparentan ser verosímiles, pero cuya esencia está desnaturalizada y trastocada, a tal punto que desplazando la verdad real, ocupan el lugar de esta y comienzan a tener entidad propia, ella es “la mentira” tomada como verdad.
El peligro que se corre con una mentira, es la manera bizarra – en sentido anglo – que tiene de encumbrarse como una verdad, cuando por efectos de su repetición, llega a asimilarse a su antítesis: “tanto se repite una mentira que llega a creerse que es verdad”, así lo expresaba Joseph Paul Goebbels, ministro de Propaganda e Información de la Alemania nazi, quien haciendo un maléfico uso de su talento de oratoria, favorecía las injusticias de Hitler y a su régimen.
Una perogrullada nos advierte que el hombre y la mujer mentirosos no son de fiar, pues jamás harán honor a la verdad; siempre emitirán criterios, juicios y visiones total o parcialmente distorsionados, para hacer irrefutable la verdad deformada, la cual quieren transmitir por lo que la dejan correr como si se tratase de un dogma de fe.
Los mentirosos desarrollan una gama de situaciones, que van desde una postura serena que hacen casi imperceptible al autor y a su mentira, hasta una vehemencia de tal magnitud, que convence por la presunta fuerza de las palabras y por lo que hace arribar al oyente a la convicción de que es cierto lo que se dice. Por lo que la mentira induce a los demás, a tener una falsa apreciación de la realidad, llevándolos a creer que lo falso es verdadero y que lo verdadero es falso. La prudencia y la reflexión nos alertan sobre la necesidad de ser cautelosos respecto de lo que nos dicen y escuchamos, no vaya a acontecer que resulten definitivamente falsos el emisor y su mensaje.
Por el daño que genera en cualquier relación social, donde la mentira persigue engendrar injusticias y sorprender la buena fe de los demás, por la deformación moral que pervive en su esencia, los hombres y las mujeres decentes rechazan a la mentira y a los mentirosos. Pero principalmente, el Señor de los cielos la proscribe, al instituir en el Octavo Mandamiento, “No decir falso testimonio ni mentir”.
¿Sabías que los psicópatas y sociópatas narcisistas son mitómanos; mentirosos compulsivos, tergiversadores y falseadores crónicos y que en ellos eso no se cura ni se sana?. Porque la psicopatía y el narcisismo como trastornos de la personalidad no tienen cura.
«Como nada es más hermoso que conocer la verdad, nada es más vergonzoso que aprobar la mentira y tomarla por verdad»
Cicerón (106 AC-43 AC) Escritor, orador y político romano
Dr. Crisanto Gregorio León