El 26 de enero de 1985, a las 3:56 de la tarde, Venezuela se detuvo. El cielo se iluminó con la llegada de un mensajero de fe y esperanza: el Papa Juan Pablo II. El repique de miles de campanas y el estruendo de 21 cañonazos anunciaron la llegada del Sumo Pontífice, un evento que quedaría grabado en la memoria de los venezolanos.
El avión DC-10 de la línea ALITALIA, bautizado «Luiggi Pirandelo«, descendió en el Aeropuerto Internacional Simón Bolívar, escoltado por tres aviones F-16 de la Fuerza Aérea Venezolana. La expectación era palpable, y la multitud contenía la respiración mientras el avión se aproximaba a la pista. Cuatro minutos antes de lo previsto, el avión tocó tierra, desatando una ola de júbilo.
Las autoridades venezolanas, encabezadas por el presidente Jaime Lusinchi y Monseñor Oscar de Guruceaga, arzobispo de la Diócesis de La Guaira, esperaban al pie de la escalerilla. Las banderas de Venezuela y del Vaticano ondeaban en las ventanillas del avión, símbolos de la unión entre dos mundos.
A las 4:05 p.m., la figura del Papa Juan Pablo II apareció en la escalerilla. Conmovido, besó el suelo patrio, un gesto que resonó en el corazón de los presentes. El presidente Lusinchi, la Primera Dama y el Obispo de La Guaira le dieron la bienvenida, dando inicio a una serie de ceremonias protocolares.
Una alfombra roja se extendía ante el Santo Padre, mientras cientos de niños coreaban «¡Sí, sí, sí, el Papa ya está aquí!». Los himnos nacionales de Venezuela y del Vaticano resonaron en el aeropuerto, seguidos por el saludo del Papa a la bandera venezolana y el discurso de bienvenida del presidente Lusinchi.
El niño Héctor Benito Mata y Dolimar Mendoza tuvieron el honor de entregarle un ramo de flores al Papa, quien les obsequió besos y recuerdos. Luego, el Sumo Pontífice saludó a los representantes de los poderes públicos, el alto mando militar y los obispos de Venezuela.
El papamóvil llevó al Papa Juan Pablo II a la parroquia de la Santísima Trinidad en Maiquetía, donde elevó su primera oración en suelo venezolano. La caravana continuó por la autopista Caracas-La Guaira y la avenida Sucre, hasta llegar al Palacio de Miraflores, donde el Jefe de Estado lo recibió para su primera reunión oficial.
En la noche, en la Nunciatura Apostólica, el Papa pronunció un discurso memorable ante arzobispos y obispos: «Vengo a la tierra de Simón Bolívar, cuyo anhelo fue construir en este continente una gran nación, menos por su extensión y riqueza que por su libertad y gloria».
La segunda visita: Un mensaje de esperanza en 1996
En febrero de 1996, el presidente de la República, Rafael Caldera, acompañado de representantes de todos los Poderes, dio la bienvenida al Sumo Pontífice, quien recibió los honores del Jefe de Estado.
Juan Pablo II dijo en su disertación que los hombres y mujeres de esta nación tienen la apasionante. tarea de hacer crecer la patria heredada. «Así enriqueceréis a las futuras generaciones», expresó.
El Papa y el Presidente Caldera sostuvieron un breve diálogo en La Casona, luego de que el jefe de la Iglesia Católica se dirigiera en las inmediaciones del Retén de Catia a los hombres y mujeres allí recluidos, y fuera saludado por una impresionante multitud, a lo largo de su recorrido, en el Papamóvil.
