El 3 de agosto de 1498 Cristóbal Colón, en su tercer viaje, llegó a la tierra firme venezolana, por la costa de Paria, a la que llamó…
“Tierra de Gracia”.
A la altura del delta del Orinoco observó un gran río que le impresionó. Escribió en su diario que sintió aquel inmenso mar de agua dulce “…con un rugir muy grande…que hoy en día tengo miedo en el cuerpo…”. Se trataba, indudablemente, del río Orinoco.
Colón encontró indios sumamente pacíficos, que en un principio recibieron a los europeos con muestras de simpatía…
Fue Alonso de Ojeda quien por primera vez exploró los contornos de Venezuela y descubrió el lago de Maracaibo el 24 de agosto de 1499. Con Ojeda iban Américo Vespucio, Juan de la Cosa y el geógrafo Martín Fernández de Enciso.
Américo Vespucio asoció los palafitos del lago de Maracaibo con las casas sobre el agua en Venecia, y por eso llamó Venezuela… “Pequeña Venecia.”
En cambio, Fernández de Enciso, testigo presencial del descubrimiento, en su obra Suma de Geografía, publicada en 1518, escribió:
“…cerca de la tierra está una piedra grande que es llana encima della. Y encima della está un lugar o casas de indios que se llama Veneciuela…”
De ser real esta apreciación, el nombre de Venezuela es autóctono y no un diminutivo veneciano.
Los seres humanos venezolanos tienen una existencia de aproximadamente 15 siglos, llegaron a estas tierras desde lejos, en oleadas sucesivas, hasta asentarse definitivamente. como quiera que la historia de Venezuela no comienza con la llegada de las naves de Cristóbal Colón, sino con el arraigo del llamado homo venezuelanensis que evolucionó, lentamente en los primeros años, y luego arrolladora y definitivamente incorporado al progreso y a la civilización occidental a partir del mestizaje. Se vienen formando desde el siglo XVI. La gente de ese siglo, con el desarrollo de las instituciones traídas de España, y con la aplicación, en cierto modo, de la Ilustración, preparó a los hombres y mujeres del siglo XIX, que bien pudiera llamarse el “siglo de oro” de Venezuela.
Se calcula que la aparición de seres humanos en Venezuela, data de hace unos 15.000 años. Obviamente, antes de la llegada de Colón, ya existía una organización social entre los indígenas venezolanos; por lo tanto, en la medida en que las comunidades lograron una unidad étnico-cultural, se inició el proceso de formación de la nación venezolana.
Desde el punto de vista de la agrupación lingüística, el etnólogo Miguel Acosta Saignes distinguió diez áreas que aquí se resumen: área de la costa caribe, desde Paria hasta Borburata; comprende tres sub-áreas: de los cumanagotos, los palenques y los caracas; área de los ciparicotos, que aparecen como una inclusión entre pueblos caquetíos; área de los arawacos occidentales, comprende los caquetíos (estados de Falcón, Lara y Yaracuy, y los llanos de Apure); área de los Jirajaras, comprende a los Jirajaras, Ayamanes, Axaguas y Gayones; área de La Guajira y del lago de Maracaibo, en el siglo XVI aparecieron sólo recolectores, cazadores y pescadores; área de los caribes occidentales, comprende a los Pemones, Bobures y Motilones; área de los Andes venezolanos, comprende a los timoto-cuicas; los actuales guaraúnos del delta del Orinoco y a los recolectores, cazadores y pescadores de Los Llanos y los estados Portuguesa y Lara; área de los otomacos, incluye a los otomacos, guamos, taparitas y yaruros; área de Guayana, engloba todo el territorio al sur del Orinoco. Si bien los indígenas venezolanos no trabajaron los metales como en otras regiones, en la agricultura se destacaron particularmente los andinos, que cultivaron con éxito la papa (patata), el maíz, la yuca y otros frutos.
Según el censo de 1992, la población indígena era de 314.772 individuos repartidos en 25 etnias, de las cuales la wayuu (guajiros) es la más numerosa.
Venezuela es autóctona en su esencia, es la tierra que pario los libertadores del mundo, comparada con el Edén por las bondades otorgada por el ser supremo llamado Dios. Pero la grandeza de mi única Patria está en su gente,
No ha sido fácil. ¡NO! Venezuela ha sido poblada con trabajo, esfuerzo, tesón perseverancia y valentía de mujeres y hombres que, como Luisa Cáceres de Arismendi y otras tantas que han ofrendado sus vidas y con bizarría, por amor a la tierra que las vio nacer, han soportado el sacrificio de sus hijos por defender sus más sublimes ideales; hombres como Humberto Fernández Morán, el gran científico, Francisco de Miranda, que talló su nombre en el arco de triunfo de París y llevó su grandeza hasta Rusia, pasando por los Estados Unidos, sin olvidar a muchos otros entre los que se distinguen Antonio José de Sucre, el gran “Mariscal de Ayacucho”, el “Benjamín de América” y…
Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar, Palacios, Ponte y Blanco…
“EL LIBERTADOR”
Maximiliano Pérez Apóstol