Intensas y persistentes lluvias azotaron este martes diversos sectores del estado La Guaira, provocando inundaciones y desbordamientos de quebradas que reavivaron en la población el doloroso recuerdo del devastador deslave de diciembre de 1999.
Hace 25 años, la tragedia dejó miles de fallecidos, damnificados y evacuados, marcando profundamente la memoria del país.
Según información proporcionada por Protección Civil (PC), las precipitaciones del 18 de marzo ocasionaron el desbordamiento de cauces de agua, inundaciones en zonas urbanas y el colapso de vías en las localidades de Caraballeda y Macuto.
La emergencia movilizó a funcionarios de PC y a la Brigada de Respuesta Inmediata, quienes fueron desplegados en las áreas más vulnerables para atender la situación.
Desbordes e inundaciones
El secretario de Seguridad Ciudadana, Andrés Goncalves, informó que «producto de las recientes lluvias y por instrucciones de nuestro gobernador José Alejandro Terán nos desplegamos de inmediato por los puntos afectados, especialmente en el este de La Guaira».
A través de redes sociales, los habitantes compartieron videos impactantes que mostraban cómo las calles se transformaron en caudalosos ríos de barro y desechos, evidenciando el colapso de los sistemas de drenaje obstruidos por la acumulación de basura.
Sectores como 27 de Julio, San Julián y Corapalito reportaron caída de árboles y varios vehículos fueron arrastrados por la fuerza del agua. A pesar de los estragos, las autoridades confirmaron que hasta el momento no se han registrado fallecidos.
La situación también generó interrupciones en el suministro eléctrico. Sin embargo, para la madrugada de este miércoles, el secretario de gobierno de La Guaira, Daniel Mata, informó que al menos el 90% del servicio había sido restablecido.
«Pedimos a las personas estar alertas y salvaguardar sus vidas. Lo primordial es la vida humana», enfatizó Mata.
Lluvias recuerdan la tragedia de Vargas
Las recientes inundaciones en La Guaira sirven como un sombrío recordatorio de la vulnerabilidad de la región ante eventos climáticos extremos. La población, aún marcada por la tragedia de 1999, vive con la constante alerta y el temor a que se repita un desastre de esa magnitud.