#OPINIÓN Por la puerta del sol (219): Después del dengue #15Mar

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Después de días de intensa fiebre, un áureo hilo de esperanza ha quedado enredado en el tic tac profundo de mis cavilaciones. Todo ese tiempo de enfermedad que parecía interminable, fueron momentos únicos que las palabras no harán volver jamás, como tampoco espero, que regrese a mí de nuevo el inclemente Dengue… Hasta el final de la vida, gastada por los años, la memoria de los que escribimos un destino a base de palabras, seguirá tejiendo y destejiendo su historia hasta el final…

Tuve bastante tiempo para pensar y analizar desde mi habitación, a ese cielo gris donde la hora impalpable amanece con su monótono color repetido y cansón, igualmente tuve tiempo para sentir la hermosura secreta del aire que entraba por la ventana en la madrugada de cada día. El delirio febril nos muestra panoramas que no son jardines, tampoco azules vientos que vuelven a la rama, solo en mi viejo umbral vi persistir un viento fiel en medio de ese cielo nostálgico que se hizo eterno en mis febriles horas de silencio. Pude pensar entre muchas cosas en los emigrantes, en esa espantosa voz de odio que se levanta hoy en el mundo entero como pezuña de bestia inclemente lista a destruir la paz de los hogares, sus sueños, hundir la vida en un terror, en una amenaza, en un miedo perenne…

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Cada día nos tropezamos con algo o alguien que nos pone a pensar. Algunos transeúntes parecen sombras enterradas en el corazón indiferente de las calles, en sus rostros demacrados se puede ver las ganas de no querer vivir, el desconsuelo, recibir un mísero salario y no tener ni siquiera para el pasaje, el sufrimiento del dólar que sube y sube que no alcanza para pagar al doctor sus brebajes y auscultaciones, que más que necesidad de ayuda se sienten como si fueran latigazos al alma. La necesidad atropella la razón del que sufre un caminar sin esperanza, una tristeza sin consuelo, un dormir sin sueño, un correr sin piernas, un volar sin alas, pasos pesados, toses, sollozos y dentro el quemante fuego del hambre… Pululan los adioses de zapatos cansados y gastados de no encontrar un albergue a sus angustias ni un oasis a su sed… 

Todo tiene un origen, avanza, brota, crece, se marchita y muere…Los pedacitos de dicha vienen y se van. Nos desenvolvemos bajo una sucesión de cambios que ayudan a crecer y a evolucionar, lo que crece prospera, lo que no evoluciona se estanca. Cuanto más pasa el tiempo más conciencia tenemos de lo corriente que es nuestra vida y del poco tiempo que sacamos para disfrutar el corto tiempo de la existencia.  

Una tras otra llegan y se van las fechas, sin darse prisa el reloj seguirá marchando comiéndose los años y las vidas. Por su parte, debajo de la tristeza de la ruda soledad, seguirán allá abajo las raíces trabaja que trabaja. Solo con el estímulo del amor primaveral llegarán las lluvias, nacerán las flores, llegará el canto verde de las hojas tiernas, aparecerá pronto el cielo con su cáliz de frescura a bendecirnos…

Artículo escrito en momentos de Dengue.

Amanda Niño P.

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