“¡Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne!” Gen. 2:23
Buscar y conseguir una frase, una expresión, un halago o un “piropo” como se dijo y se usó mucho en el pasado, para referirnos a la mujer, es muy difícil. Quienes hemos cruzado la línea de los 60 y 70 años en esta vida, jamás pensamos cómo la música se iba a encargar de arrastrar hasta el extremo de lo más bajo la condición de la mujer en la actualidad. Subirse a una buseta del transporte público creo, en cualquier ciudad de esta pobre Venezuela, es literalmente asistir como espectador de primera fila a un espectáculo dantesco, como lo presenta el escritor DANTE ALIGIERI en su famoso libro LA DIVINA COMEDIA. Pero eso no termina allí. Hay cooperadores, yo diría más bien cómplices directos del FEMICIDIO público, en las autoridades “competentes” primeramente. Y lo peor de lo peor, en muchas mujeres usuarias del transporte (obviamente no todas) quienes lo bailan, lo cantan, lo celebran y hasta lo defienden. ¿Cómo les parece?
Toda esta degradación paulatina de la moral del ser humano no es nueva. Es progresiva. El Gran Engañador se las ingenia para obstaculizar la simbiosis que debe existir entre la mujer, el hombre y Dios. Entonces pone la trampa y el iluso ser humano va cayendo poco a poco en la trampa hasta justificar el horror del error. Justificar y regocijarse en el pecado. Ojalá pudiéramos detenernos tan solo un momento en lo que Dios dice en su Santa Palabra. No a INTERPRETAR. Es a escudriñar, estudiar, profundizar en su estudio y meditar en ella. Encontraríamos situaciones maravillosas que nos muestran el respeto, la admiración y sobre todo un amor muy especial por la mujer.
Cuando Dios inspira a Adán a decir de Eva las palabras contenidas en el inicio de este artículo. “¡Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne!” Gen. 2:23. Refleja sin lugar a duda la admiración y el respeto de DIOS y del hombre hacia la mujer. Meditemos en el rostro de Adán al ver por primera vez a su mujer dijo… ¡Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne!” Gen. 2:23. En el original hebreo aparece de manera literal que Adán dice esas expresivas palabras tres veces ¡Esto, esto, esto es ahora…!” lo cual refleja un anhelo cumplido y la intensa emoción del primer amor. Como resultado de la instrucción divina reconoció en ella como parte de su propio ser. De allí en adelante debía amarla como a su propio ser. Que debería valer también de ella para él. De la mujer para su esposo también.
Intuimos que cuando ella apareció ante sus ojos la miraba fijamente y dijo tres veces la expresión citada… Seguro con la boca abierta, brillo en sus ojos, respiración entrecortada, rápidas pulsaciones, susto y cosquilleo en el estómago. Pleno de admiración, regocijo y sobre todo AGRADECIMIENTO a Dios por darle lo que le prometió…”Ayuda idónea te daré” Gen.2:18. Es inevitable acotar mis apreciados, a la altura de este artículo, que esta es otra prueba que da al traste con la endeble teoría de los evolucionista que sostienen que el hombre (entiéndase que cuando decimos Hombre, por la eternidad se refiere a ambos sexos) desciende del mono. ¡ERROR! ¿Cómo una cosa tan hermosa como lo es la mujer puede venir de un animal tan feo como el mono? Pregunta solo para mí. ¡IMPOSIBLE!!.
¡Hasta el próximo artículo Dios mediante!
William Amaro G.