El papa Francisco se despertó el martes con buenas noticias de sus doctores, que mejoraron su pronóstico y dicen que ya no está en peligro como resultado de la neumonía bilateral que lo ha mantenido hospitalizado durante casi un mes, la amenaza más larga y grave para su papado de 12 años.
Pero el pontífice argentino, de 88 años, no ha superado aún la crisis. Los médicos siguen siendo cautos y han decidido que siga hospitalizado varios días más para recibir tratamiento, sin mencionar el período de rehabilitación que probablemente necesitará.
Los doctores afirmaron que se mantiene estable y ha consolidado mejoras en los últimos días, según los análisis de sangre y su buena respuesta al tratamiento. Francisco, que padece una enfermedad pulmonar crónica, sigue utilizando oxígeno suplementario durante el día y una máscara de ventilación por la noche para ayudarle a respirar.
En un parte el martes por la mañana, el Vaticano indicó que el papa se despertó alrededor de las ocho de la mañana tras una noche tranquila. El jesuita argentino ha estado durmiendo regularmente en el hospital Gemelli, dado que su hora habitual de despertarse en el Vaticano es alrededor de las 4:30 de la madrugada.
El lunes por la noche, los médicos retiraron su pronóstico “reservado” para el papa, lo que significa que determinaron que ya no estaba en peligro inminente como resultado de la infección respiratoria original con la que llegó al centro el 14 de febrero. Pero mantuvieron la cautela debido a la fragilidad de Francisco y a los riesgos de otras complicaciones.
“En vista de la complejidad del cuadro clínico y la importante situación infecciosa presentada al ingreso, será necesario continuar la terapia médica con fármacos en un entorno hospitalario durante días adicionales”, explicó el comunicado del Vaticano.
Como signo de la mejoría de su salud, Francisco siguió el retiro espiritual vaticano de una semana a través de videoconferencia el lunes, tanto en las sesiones de la mañana como las de la tarde, algo que probablemente continuará haciendo durante la semana.
Esta semana también incluye algunos aniversarios importantes para Francisco: el martes se cumplieron 67 años de su entrada en el noviciado de la orden religiosa de los jesuitas, y el jueves será el 12mo aniversario de su elección como papa.
Francisco, a quien se le extirpó parte de un pulmón cuando era joven, fue hospitalizado a causa de una bronquitis que se había complicado. La infección progresó a una compleja infección del tracto respiratorio y una neumonía bilateral que ha suscitado preguntas sabre el futuro de su papado.
Pero el pontífice seguía pendiente de todo. El Vaticano dijo que había sido informado sobre las inundaciones en su Argentina natal, envió un telegrama de condolencias y expresó su cercanía a la población afectada. Además, un cardenal cercano a Francisco habló el lunes para negar algunos reportes negativos de la prensa que han circulado en su ausencia.
La oficina vaticana para el Desarrollo Humano Integral publicó una carta escrita por el cardenal Michael Czerny a uno de los amigos íntimos del pontífice, el activista argentino por la justicia social Juan Grabois. Grabois había viajado a Roma para rezar por Francisco en el hospital Gemelli, y algunos medios italianos informaron que había intentado entrar por la fuerza en la suite hospitalaria que ocupa de Francisco en el décimo piso, algo que él negó.
En la carta del 6 de marzo, Czerny le dijo a Grabois que el papa “sabía de su presencia en Roma y de sus vigilias diarias de oración y solidaridad espiritual en el Policlínico Gemelli y estoy seguro de que esto le dio un verdadero consuelo y apoyo”.
“Además, sé que se une a mí en repudiar enérgicamente las versiones infundadas que han circulado en algunos medios sobre supuestos comportamientos inapropiados en el hospital”, escribió Czerny.
El Vaticano siempre está rodeado de rumores, que se han disparado con las especulaciones sobre la salud de Francisco y conversaciones sobre cónclaves, aunque el papa está muy vivo y al mando de la Iglesia. El hecho de que Czerny sintiera la necesidad de defender a uno de los amigos del pontífice sugiere que los rumores y maniobras en su ausencia habían superado un límite.