La festividad del Carnaval de Brasil está en pleno apogeo, desde las bulliciosas fiestas callejeras hasta los deslumbrantes desfiles.
El Carnaval de Río de Janeiro vive su máximo esplendor con el inicio de los desfiles especiales en el Sambódromo, donde las 12 principales escuelas de samba de la ciudad compiten con espectaculares carrozas y deslumbrantes coreografías.
Cada agrupación, compuesta por unos 3.000 integrantes, recorre 700 metros de pasarela al ritmo de los tambores y la energía del público, que cada noche llena las gradas con 70.000 espectadores.
Las raíces africanas de la samba se hicieron presentes en los bailes y temáticas de las comparsas, que integraron rituales y mitos afrobrasileños en sus presentaciones.
Un elemento clave de la celebración es la percusión, dirigida con gestos precisos por los maestros percusionistas, cuya coordinación convierte la diversidad de sonidos en una sinfonía vibrante.
Instrumentos como el tamborim, la cuica y el agogô, de origen africano, resuenan con fuerza en el corazón del carnaval.
En medio del frenesí festivo, una noticia histórica sacudió el Sambódromo la noche del domingo: Brasil ganó por primera vez un premio Oscar con la película «Aún estoy aquí».
El anuncio fue recibido con euforia por el público, que estalló en gritos y abrazos al escuchar la frase «¡El Oscar es nuestro!» por los altavoces. Una pantalla gigante proyectó la noticia mientras bengalas de colores iluminaban el recinto.
La victoria cinematográfica avivó aún más la celebración. En las calles, juerguistas disfrazados de los personajes de la película desfilaron con estatuillas doradas de plástico en mano, mientras vallas y afiches rendían homenaje a los actores.
«¡Es una locura! Estábamos en la concentración cuando supimos que habíamos ganado, ¡fue monstruoso!¡Viva el cine brasileño!», expresó emocionado el actor Wesley Torquato antes de desfilar con la escuela Unidos do Viradouro.
El presidente Luiz Inácio Lula da Silva celebró el logro en sus redes sociales, destacando el orgullo por el cine nacional y la democracia.
Con la alegría a flor de piel, los brasileños continúan en las calles para prolongar la mayor fiesta del país, que se extenderá hasta el sábado, mientras el Carnaval de Río reafirma su lugar como un espectáculo inigualable de cultura, arte y celebración.









