El año 1995 se grabó en la memoria de los venezolanos como un período de profunda incertidumbre, marcado por una crisis económica que sacudió los cimientos del país y decisiones políticas que buscaban redefinir el rumbo de la nación.
La crisis bancaria de 1994 había dejado una estela de ahorros perdidos y una profunda desconfianza en el sistema financiero venezolano. El gobierno de Rafael Caldera luchaba por contener las consecuencias de un estallido que había erosionado la estabilidad económica del país.
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En las calles, el aumento de la gasolina generaba debate y preocupación. Las portadas de El Impulso en ese año añadió más presión. En cadena nacional, el presidente Caldera anunciaba la eliminación de los octanajes 83 y 89, y la implementación de tres nuevos tipos de gasolina: la popular de 87 octanos a 5,20 bolívares el litro, la superior de 91 octanos a 10 bolívares el litro, y la óptima de 95 octanos a 14 bolívares el litro.
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En el ámbito político, las elecciones regionales de 1995 representaron un momento crucial para la democracia venezolana. Con una participación del 47.25%, estos comicios definieron el mapa político del país, eligiendo gobernadores, alcaldes y concejales en todo el territorio nacional.
En el caso de Lara, Orlando Fernández Medina y Luis José Oropeza se daban como ganadores del proceso electoral regional. Cifras específicas acreditaban 46.643 votos al candidato Luis Oropeza y 45.785 para Orlando Fernández, escrutados 108.174 votos correspondientes a 478 mesas de 1.534 existentes en toda la región. Rafael Marcial, tercer candidato en puja, contabilizaba a su favor 7.779 votos y existían 29 votos nulos en medio de un universo de 668.981 electores. La incertidumbre sobre el resultado final reflejó la polarización política que se vivía en el país.
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Pero, en medio de la turbulencia, una noticia llenó de esperanza a los venezolanos ese año: la confirmación de la segunda visita del Papa Juan Pablo II al país para 1996. Las portadas de El Impulso anunciaba que el Sumo Pontífice visitaría el Santuario Nacional de Nuestra Señora de Coromoto, en Guanare, estado Portuguesa, un símbolo de fe y unidad para la nación.