Un liderazgo, sea político, social o económico se mide por sus logros y éstos por los beneficios que producen a la sociedad o a la organización que se conduzca. Durante años, ya por cierto bastantes, la experiencia, el estudio y la reflexión me han ido enseñando acerca de los secretos de ese enigma que es el poder. Cuando digo experiencia, me refiero a la propia y a la observación, cercana o lejana de la ajena. Por vocación, intento transmitir en conversaciones, clases y escritos lo que voy aprendiendo, con el propósito de contribuir a evitar, disminuir o corregir errores de los actores, principalmente por su impacto en el bien común. Es lo menos que puedo hacer, ahora que naturalmente, tengo –y tendré- menos oportunidades de acertar o errar.
Del sello personal al liderazgo de hombres y mujeres que lo han ejercido, mucho se ha escrito y más de una vez lo he comentado. En los días navideños leí un libro sobre el caso de Dwight Eisenhower, escrito por su nieta [1], consultora de estrategia al más alto nivel y profesora de estrategia y liderazgo en el Gettysburg College de Pennsylvania. Honestidad intelectual, inequívoca adhesión a conceptos estratégicos y uso juicioso del poder son los fundamentos de su tipo de liderazgo, no solo en la administración de sus atribuciones constitucionales sino en la ascendencia que logró y ejerció en el pueblo. Me parece interesante repasarlo cuando otro Presidente, de su mismo Partido Republicano está en la Casa Blanca y sobre todo, porque se trata de lecciones valiosas para los y las líderes, así como para aspirantes a serlo en cualquier parte, incluso en ésta de nosotros.
“El liderazgo de Eisenhower-de cabeza y de corazón- se proyectó en el contexto de una causa más elevada, basada en la responsabilidad y la humildad”, escribe la autora. A Eisenhower, general victorioso que había comandado las fuerzas aliadas en la II Guerra, le preocupaban las “profundas divisiones políticas en su país”. Como en el justo medio aristotélico, creía posible y necesario llevar a sus compatriotas “a un centro moderado que pudiera servir de espacio de encuentro para el acuerdo y la conciliación”. Solía usar una analogía militar “El asustado, el derrotado, el cobarde y el bribón corren a los flancos…bajo la cubierta de consignas, fórmulas falsas y apelaciones a la pasión, un espectáculo bienvenido por un enemigo alerta (…) Cuando el centro se debilita poco a poco, la desintegración y la aniquilación están a solo unos pasos de distancia, sea la batalla de armas o de filosofías políticas”.
Eisenhower –dice Nixon que fue su Vicepresidente- era “un pensador disciplinado y claro, que no se permitía ser arrastrado a batallas emocionales…”. Buscó siempre los consensos, que la democracia funcionara para todos y cuenta la autora, “trabajó duro para mitigar los mensajes pesimistas del ala derechista de su partido”.
“El papel principal de un jefe de Estado –pensaba Eisenhower- es unir al país”. En esa tarea, la guía es la Constitución. Creía en la separación de poderes que es el diseño constitucional y de sentido común en una democracia. De allí su respeto a la independencia del Poder Judicial y su empeño en que la Suprema Corte fuera equilibrada, sin que predominara un solo parecer. Respeto a la profesionalidad de los jueces, por lo que insistió en que tuvieran la aprobación del colegio de abogados y otras instituciones de prestigio. Y respeto por el Congreso, consciente de sus elevadas responsabilidades. Nunca quiso yes men, adulantes o sigüís, porque entendía que sólo rodeándose de gente capaz que supiera argumentar sus opiniones podía decidir correctamente. Una de sus máximas favoritas era “Tómese en serio su tarea, pero nunca a usted mismo”.
Por cierto, el ex primer ministro británico Tony Blair en su libro con lecciones de liderazgo para el siglo XXI, recuerda que los líderes son humanos y por lo mismo susceptibles al chisme, pero advierte “Cuídese de los chismosos. Son letales”. Pero de eso hablaremos otro día.
Ramón Guillermo Aveledo
[1] Susan Eisenhower: How Ike led. The Principles behind Eisenhower’s Biggest Decisions. Thomas Dunne Books. New York, 2020