Júrame que aunque pase mucho tiempo
Nunca olvidaré el momento en que yo te conocí
Mírame, pues no hay nada más profundo
Ni más grande en este mundo que el cariño que te di
Bésame con un beso enamorado
Como nadie me ha besado desde el día en que nací
Quiéreme, quiéreme hasta la locura
Y así sabrás la amargura que estoy sufriendo por ti
Todos dicen que es mentira que te quiero
Porque nunca me habían visto enamorado
Yo te juro que yo mismo no comprendo
El por qué tu mirar me ha cautivado
Cuando estoy cerca de ti ya estoy contento
No quisiera que de nadie te acordaras
Tengo celos hasta del pensamiento
Que pueda recordarte a otra persona amada
Júrame que aunque pase mucho tiempo
Nunca olvidaré el momento en que yo te conocí
Mírame, pues no hay nada más profundo
Ni más grande en este mundo que el cariño que te di
Bésame con un beso enamorado
Como nadie me ha besado desde el día en que nací
Quiéreme, quiéreme hasta la locura
Y así sabrás la amargura que estoy sufriendo
Por ti.
Esta canción, que yo creo es de María Grever, pero aparece algún otro autor por allí, la popularizó Julio Iglesias, la hizo global, la han cantado y la cantan, no sólo grandes cantantes populares, sino tenores de ópera de la talla de Plácido Domingo y Juan Diego Flórez. Como música -lástima no poder oírla quien lee- es de máxima belleza en su género. Como lenguaje, es la sublimación de un verbo que suele usarse mal, a destiempo y con sentido negativo y oscuro, o cuando menos, frívolo.
Porque el DRAE nos da los siguientes sentidos que tiene el verbo jurar:
Afirmar o negar algo, poniendo por testigo a Dios, o en sí mismo o en sus criaturas. Prometer, garantizar, asegurar, certificar.
Reconocer solemnemente, y con juramento de fidelidad y obediencia, la soberanía de un príncipe.
Someterse solemnemente y con igual juramento a los preceptos constitucionales de un país, estatutos de las órdenes religiosas, graves deberes de determinados cargos, etc.
Echar votos y reniegos, blasfemar, renegar, maldecir, carajear. Jurar en falso. Asegurar con juramento lo que se sabe que no es verdad. Jurársela, o jurárselas, de alguien a otra persona.
El verbo se las trae, porque tiene acepciones muy nobles y elevadas, como muy bajas y tristes. Que se diga igual que un individuo se somete a cumplir los deberes de su estado o de su cargo y cuando se burla de la verdad al jurar en falso, es una alevosía y, sin embargo, se da. Lo tenemos enfrente: el juramento como mandatario de un tipo que ha perdido abiertamente la elección para ese cargo. Un salto a la torera sobre la verdad impuesto por unas fuerzas armadas sin escrúpulos y el poder de un dinero mal habido por el tráfico de estupefacientes. Y una bofetada para un pueblo ansioso de libertad, justicia y paz, de que lo dejen vivir bajo niveles razonables de vida buena, que ha perdido. Un pueblo que clama al cielo por una solución a su agonía. Un pueblo que parafrasea conmigo la vil propaganda televisiva: Venezuela no jura / a ninguno cara dura, / a no ser por su política / sepultura.
Muchos adultos suelen ser muy desaprensivos en el uso del verbo jurar. Lo meten como sinónimo de asegurar: Te juro que vi a Fulano en el Parque del Este… Te juro que es la mejor película que he visto este año… Te juro que me voy a comprar una moto… Y así por el estilo. En algunos países latinoamericanos cambian jurar o asegurar por prometer: Te voy a presentar a Fulanita, te prometo que te caerá muy bien.
La primera acepción del DRAE sobre el verbo jurar es:
Afirmar o negar algo, poniendo por testigo a Dios, o en sí mismo o en sus criaturas.
Muchas veces transformamos los juramentos en algo muy grave para salvarnos de una situación de descrédito o castigo, pues ponemos a Dios por testigo de una falsedad. Es lo que hace un niño cuando le niega a sus padres que se robó un juguete o jura que se ha bañado cuando sólo ha dejado correr la ducha sin mojar su cuerpo. Después de todo es un niño, pero cuando somos adultos… Se jura solemnemente, al graduarse en una profesión, ejercerla con probidad y justicia, ¡cuántas veces se convierte en lo contrario!. Se jura en un tribunal decir la verdad y solo la verdad, pero se da un falso testimonio. Se jura amor eterno a la pareja y luego…, todos los juramentos se vienen abajo. El menos eterno de los amores es el amor humano, cuando deja de ser reflejo del divino.
El segundo mandamiento de la Ley que Moisés recibió de Dios en el Monte Sinaí, reza así: No tomarás el nombre de Dios en vano. Para que el juramento sea lícito debe reunir las tres condiciones: que sea con verdad, que sea con justicia, y que haya verdadera necesidad. De lo contrario, es un grave pecado. ¿Cómo tomar el juramento de un mandato gubernamental que no cumple ninguna de estas condiciones? Como el fraude y pecado mortal más grandes en nuestra historia.
Alicia Álamo Bartolomé