El fotógrafo y documentalista venezolano, Miguel Zambrano, emprendió una ambiciosa travesía a pie por la Carretera Trasandina, un recorrido de más de 600 kilómetros que lo llevó desde el estado Táchira hasta Carora, en el estado Lara, con el objetivo de documentar la historia y el impacto social de esta vía centenaria en los Andes venezolanos.
Zambrano fue postulado como joven explorador de National Geographic hace dos años, iniciando este proyecto con la intención de investigar la identidad de los Andes y el papel que ha jugado la carretera en la construcción de esta identidad. Durante su recorrido de más de 600 kilómetros, interactuó con comunidades locales, recopilando historias y fotografías que dan cuenta de la rica historia y cultura de la región.
Un viaje en el tiempo
La Carretera Trasandina, construida a principios del siglo XX, transformó radicalmente la vida de las comunidades andinas. Zambrano ha logrado captar la esencia de estos cambios a través de sus imágenes y conversaciones con los habitantes locales.
Desde la violencia y el caudillismo que marcaron la construcción de la carretera en algunas zonas, hasta el progreso y desarrollo que trajo a otras, el fotógrafo ha logrado documentar una amplia gama de experiencias y perspectivas.
«La carretera significó la apertura de los Andes y fue todo un cambio social antes que existiera, durante el proceso de su construcción y todavía en la actualidad», afirma Zambrano.
Zambrano explica que la construcción de la Carretera Trasandina tuvo diferentes impactos en las localidades, señalando que a pesar del progreso general para los Andes, especialmente para Mérida, también fue una época de gran violencia para el estado Táchira por el fin del caudillismo, así como un aislamiento mayor para Trujillo luego de la construcción de la Panamericana.
«En eso está el Museo de Chejendé, que es un museo arqueológico con más de 5000 piezas de fósiles, de objetos de los cuicas y de los timotes», destacó.
Riqueza de los Andes
Durante la travesía Zambrano quedó impresionado por la belleza de los países diversos e impresionantes de los Andes venezolanos, especialmente en lugares como el Páramo La Negra, en el límite entre el estado Táchira y Mérida, La Cuchilla, Chachopo, y el terreno semiárido de Carora.
Para Zambrano fue muy importante recorrer el camino desde la comunidad de La Cuchilla hasta Chachopo, donde se encuentra el punto exacto en el que inició el recorrido del explorador español Fernando Bennet, que trazó el primer mapa de la Carretera Trasandina en 1929, una vía que según Zambrano se encuentra sumida en el olvida.
En Mérida pudo encontrar al sobrino de Juan Félix Sánchez, un referente en la cultura de Mérida por sus aportes a la comunidad de Mucuchíes en cuanto a la política, la agricultura, arquitectura y las artes, especialmente por su trabajo como tejedor.
El sobrino de Juan Félix Sánchez, con quien Miguel Zambrano pudo conversar, intenta rescatar la tradición del tejido que creó el artesano andino con la fabricación de un telar de tres pedales.
Museo Arqueológico de Chejendé
Sin embargo, destaca que lo más impresionante fue el descubrimiento de la riqueza arqueológica y cultural en el valle de Chejendé, un lugar que describe como «una zona arqueológicamente virgen” que le gustaría resaltar a nivel turístico por su importancia para explorar, estudiar e investigar.
«Donde se encuentran fósiles de los cuicas y los timotes, piedras y rocas lunares, meteoritos y artesanía indígena que han encontrado solo en esa zona», así mismo, destacó la pasión de los habitantes locales por preservar su patrimonio.
De acuerdo con Zambrano, un grupo de 15 personas se dedica a la conservación de los fósiles y del Museo Arqueológico de Chejendé, «hacen eso sin que nadie les pague y toda la zona incluso energéticamente tiene un poder gigantesco y más allá de lo histórico, una de las de las últimas poblaciones indígenas de los Andes vive ahí también”, subrayó.
La solidaridad en el camino
A lo largo de su travesía, Zambrano no solo documentó la historia y la belleza de los Andes venezolanos, sino que también vivió en primera persona de la calidez y generosidad de los habitantes de las comunidades que visitó.
«Toda la gente que me he encontrado en el camino me ha abierto las puertas, me ha ayudado y la receptividad de la gente ha sido increíble», dijo y añade quien mientras hablaba con las personas notaba las conexiones que tienen con la carretera y le contaban sus historias, «eso expande mucho más el proyecto que siento que se expandió solo».
Al ser cuestionado sobre la preparación del viaje, explicó que planificó este proyecto durante dos años, calculando que había una distancia de 20 o 30 km entre cada pueblo, calculó que podría caminar esta distancia en un día, por lo que siempre sabía a dónde llegaría.
«Llegaban personas en el camino que simplemente me ofrecían posada y sin nunca pedirles que me dieran el alojamiento, ellos se ofrecían a que yo me quedara en su casa», explicó.
Reconectar con la historia de la Trasandina
Asimismo, destaca que este es el mejor momento para rescatar las memorias de los descendientes de los habitantes de la región durante la construcción de la carretera y su época de mayor funcionamiento, ya que aún quedan quienes puedan contar esas historias y los recursos tecnológicos actuales permiten divulgarlas.
“El imaginario colectivo que se tiene de los Andes se genera en el área de Mucuchíes, en toda esta zona del páramo, pero a la vez es donde menos información se encuentra y eso fue para mí fue un choque porque era donde más esperaba encontrar información”, comentó.
Miguel Zambrano, quien ha trabajado en proyectos anteriores sobre los bosques, llanos y glaciares venezolanos, espera consolidar este proyecto con un libro sobre su travesía, una experiencia inmersiva disponible en internet y exposiciones itinerantes en la carretera.