Decenas de migrantes, en su mayoría venezolanos, han decidido regresar a sus países tras desistir de su travesía hacia Estados Unidos debido a las crecientes dificultades y el endurecimiento de las políticas migratorias implementadas por el presidente Donald Trump desde su regreso a la Casa Blanca el pasado 20 de enero.
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Este martes, una caravana de migrantes fue detenida en la frontera entre Panamá y Costa Rica, en la zona de Paso Canoas. Agentes antimotines panameños impidieron su paso y los obligaron a retroceder hacia Costa Rica, donde fueron sometidos a un proceso de repatriación ordenado por las autoridades migratorias.
“Fuimos a buscar un sueño y una misión que no se pudo cumplir y ahora vamos de regreso a casa de nuevo”, expresó un migrante mientras abordaba un autobús rumbo a un albergue en la frontera.
Restricciones migratorias y crisis humanitaria
Los migrantes, entre los cuales se encontraban varias familias con niños, manifestaron su frustración ante la imposibilidad de continuar su camino. Algunos de ellos aseguraron que su decisión de regresar se debe a la falta de recursos y el temor a no poder ingresar a Estados Unidos debido a las nuevas restricciones impuestas por la administración de Trump.
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“Nosotros lo que queremos es pasar, irnos a nuestro país”, declaró Andrés Paredes, un venezolano que decidió regresar por miedo a sufrir hambre y dormir en las calles sin garantía de poder cruzar la frontera estadounidense.
El endurecimiento de las políticas migratorias ha generado un significativo descenso en el número de personas que cruzan la peligrosa selva del Darién, en la frontera entre Panamá y Colombia. Según cifras oficiales, en lo que va del año, solo 2.500 personas han atravesado esta ruta, lo que representa un 95% menos que en el mismo período del año anterior.
Proceso de repatriación en marcha
Tras permanecer cuatro días varados en la frontera entre Costa Rica y Panamá, las autoridades de ambos países coordinaron un mecanismo de repatriación. El ministro de Seguridad de Costa Rica, Mario Zamora, y su homólogo panameño, Frank Ábrego, acordaron trasladar a los migrantes a un albergue en territorio costarricense para realizar controles biométricos y descartar antecedentes penales.
Posteriormente, serán enviados a Panamá, donde serán repatriados por vía aérea o marítima, según informó el Ministerio de Seguridad panameño en un comunicado oficial.
“Queremos garantizar un flujo migratorio ordenado, legal, humanitario y seguro”, declaró Zamora.
Este episodio refleja el impacto de las nuevas restricciones migratorias y la creciente incertidumbre entre miles de migrantes que buscan una mejor calidad de vida en Estados Unidos, pero que ahora se ven obligados a reconsiderar sus planes ante los cambios en las políticas migratorias estadounidenses.