En casi 90% se redujo el número de nuevos estudiantes y egresados de las Escuelas de Educación del país, lo que representa la pérdida de más de 1.200 profesores por año, entre 2008 y 2022, reveló el profesor Tulio Ramírez, director del Doctorado en Educación de la UCAB.
Ante este escenario, el docente reiteró la necesidad de dignificar la profesión y ejecutar políticas públicas de largo aliento, que a la larga estimularán a potenciales candidatos a dedicarse a esta actividad.
En declive
La formación de docentes en Venezuela ha experimentado un declive alarmante desde 2008, representando un grave problema para el futuro del sistema educativo nacional. Esta tendencia se manifiesta en tres indicadores claves: la disminución de aspirantes a la enseñanza, la reducción de la matrícula en carreras de educación y la drástica caída en el número de educadores graduados.
La información la dio a conocer, en su conferencia «La falta de generación de relevo docente. Un daño colateral de la crisis educativa».
Según datos recopilados por Ramírez, en el lapso 2008-2022 las Escuelas de Educación de la Universidad Pedagógica Experimental Libertador (UPEL), Universidad Central de Venezuela (UCV) y la UCAB -principales instituciones formadoras de educadores del país- registraron un descenso del 76% en el número de alumnos que cursan la carrera, pasando de aproximadamente 110.000 estudiantes en 2008 a 29.723 en 2022.
Al hablar de nuevos inscritos la cifra es aún más dramática, pues durante el mismo período la cantidad de bachilleres que decidieron inscribirse y empezar la carrera cayó 87%, al pasar de 31 mil estudiantes a poco más de 4.000.
El investigador indicó que esta reducción en la matrícula ha tenido un impacto directo en el egreso de nuevos docentes. Dijo que, entre 2008 y 2022, la cantidad de graduados de la carrera se desplomó un 88%, al pasar de más de 14.900 a tan solo 1.749.
«El análisis de regresión lineal muestra una pérdida anual de aproximadamente 1.208 profesores», advirtió Ramírez, quien subrayó que, de mantenerse esta tendencia, en tan solo siete años el número de egresados se acercará a cero.
«En el año 2032, si se puede ver esta tendencia, las universidades no deberían estar graduando ni un solo estudiante. A ese ritmo, ¿cómo se cubre un déficit que va en aumento? Hay que tener en cuenta que siempre habrá alguien que deba asumir un curso y atender a los alumnos en las aulas. Sin embargo, va a llegar un momento en que, si bien siempre habrá gente atendiendo a los estudiantes, dudo que estos sean profesionales graduados», puntualizó.
Deserción docente, precariedad salarial y crisis de rendimiento académico
En su presentación, el profesor Tulio Ramírez hizo referencia a cifras presentadas en 2024 por Belkis Bolívar, secretaria ejecutiva del Comité Directivo Nacional de la Federación Venezolana de Maestros, según las cuales el país enfrenta un déficit de maestros que oscila entre 50% y 60%.
De acuerdo con el docente, está deserción masiva de educadores se debe principalmente a los bajos salarios, lo que los obliga a buscar alternativas económicas más viables. Para ilustrar la situación, Ramírez señaló que, en noviembre de 2024, la canasta básica de alimentos supera los 548 dólares, mientras que el salario promedio de un docente, incluyendo bonos, apenas alcanzaba los 93.4 dólares.
Contrastó la realidad venezolana con la de otros países de la región. Señaló que en Colombia, Panamá, Perú, Argentina, Chile, Uruguay y Ecuador, el sueldo base para docentes iniciales o de «grado 1» oscila entre 400 y poco más de 800 dólares, mientras que para docentes especialistas o de «categoría A» va de los $800 a más de $2.000.
Ramírez puntualizó que el éxodo masivo de profesores está dejando huellas en el rendimiento de los alumnos. «El problema salarial no es solo un problema administrativo, es un problema académico, porque está incidiendo en la variable que mayor influye en el desastre que se está viviendo en todos los niveles educativos».
Como ejemplo, expuso datos de la Facultad de Ciencias de la UCV que revelan que 6 de cada 10 estudiantes de nuevo ingreso en las carreras de esa dependencia no aprobaron ninguna materia. «De los 573 inscritos, 361 (el 63%) no aprobaron ninguna asignatura. Este alto índice de fracaso evidencia las dificultades que enfrentan los estudiantes al inicio de su vida universitaria», comentó.
Agregó que, detrás de estos números, está la ausencia parcial o total de profesionales que instruyan en materias fundamentales como matemáticas y castellano en la educación básica y media.
«La falta de maestros graduados es alarmante, especialmente en áreas como matemáticas, física y química. Los estudiantes aprueban no por mérito, sino porque se les promedian las notas de materias donde sí hubo profesores y se les asignan a aquellas donde no tuvieron uno. Esto les permite llegar a la universidad, pero con una formación deficiente que pone en riesgo su futuro académico y profesional. Los muchachos son incapaces de aprobar algunas de las asignaturas que cursan en el primer semestre, esto es escandaloso. ¿Por qué? Por la falta de profesores egresados, profesionales de la docencia, por la falta de profesores en áreas claves, todo esto se debe a la presencia de profesores improvisados», enfatizó.
¿Cuál es la posible solución? Dignificar la profesión docente
Según Tulio Ramírez, la clave para superar la crisis educativa generada por la deserción de maestros radica en la dignificación de la profesión. «El trabajo docente es muy digno, pero es necesario dignificar al docente porque está siendo muy maltratado, esto se ve claramente en el salario y en el presupuesto de la nación a la educación, donde se muestran los indicadores de las prioridades del gobierno».
Insistió en que, sólo a través de salarios justos y condiciones laborales óptimas, se podrá incentivar a más jóvenes a elegir la educación como carrera, retener a los profesionales con experiencia y talento, y garantizar una educación de calidad para todos los venezolanos.
El docente también urgió al diseño y ejecución de políticas públicas de largo aliento y la participación de distintos actores sociales en el proceso. «No podemos seguir permitiendo que las políticas educativas sean políticas gubernamentales o que cada vez que llegue un nuevo gabinete se cambie la política. Necesitamos una política de Estado para los próximos quince años, generada y elaborada por los entes interesados en la educación, donde participan las academias nacionales, las universidades, los padres, los comerciantes y los industriales. Solo así podemos salvar la educación en Venezuela», precisó.