Venezuela, un país con una vasta riqueza en recursos naturales, ha sido históricamente un objetivo para las potencias mundiales. Desde la época colonial, estas naciones han buscado aprovecharse de sus recursos, y la construcción de los primeros ferrocarriles no fue una excepción.
El primer ferrocarril que se construyó en Venezuela fue el de Tucacas-Aroa, un proyecto impulsado por la compañía inglesa New Quebrada Company Limited. Esta empresa, a través de un contrato firmado con el gobierno venezolano, obtuvo los derechos para construir y operar un ferrocarril que conectaría el puerto de Tucacas con las minas de cobre de Aroa. El objetivo principal era transportar el cobre extraído de las minas hacia Europa, donde sería utilizado en la industria metalúrgica.
La construcción del ferrocarril fue un desafío técnico y logístico. El terreno era montañoso y la construcción de puentes, como el del río Aroa, fue necesaria para superar los obstáculos naturales. El puente del río Aroa, bautizado como «Ilustre Presidente Guzmán Blanco» en honor al presidente de la República, fue presentado como un regalo de la empresa a la nación, aunque en realidad era una pieza clave para el transporte del cobre.
El ferrocarril fue inaugurado en 1877 por el presidente Antonio Guzmán Blanco, quien realizó un recorrido inaugural desde Tucacas hasta las minas de Aroa.
El tren que pudo transformar a Barquisimeto
En 1877, el gobierno del estado Lara, liderado por el progresista General Jacinto Lara, construyó una carretera que unió Barquisimeto con la estación principal del ferrocarril en Aroa. Esta vía, a pesar de las dificultades iniciales, impulsó el tráfico comercial en la región.
El 18 de enero de 1891, el ramal ferroviario de El Hacha a Barquisimeto fue inaugurado en un evento fastuoso que contó con la presencia del Presidente de la República, Dr. Raimundo Andueza Palacios, su comitiva, la Banda Marcial de Caracas, tropas, el clero, invitados especiales y una multitud de lugareños. La llegada del tren, descrita por Julio Nervo como «el caballo de hierro«, fue celebrada durante varios días por los habitantes de la ciudad.
Antes de la construcción de este ramal, los pasajeros de Barquisimeto debían viajar en coche de bestias o a caballo hasta la estación de La Luz, donde tomaban el tren a Tucacas. Desde allí, embarcaban en el vapor «Barquisimeto» a Puerto Cabello, luego hacían trasbordo a una goleta que los llevaba a La Guaira, y finalmente completaban el trayecto en bestias o calesas hasta Caracas. Este viaje podía durar entre tres y cuatro días.
Con la llegada del ferrocarril, el tiempo de viaje se redujo drásticamente. La visita del General Cipriano Castro en 1908 es un ejemplo de ello: salió de Caño Amarillo, embarcó en La Guaira, llegó a Tucacas y tomó el tren que lo dejó en las afueras de Barquisimeto, todo en 16 horas.
Barquisimeto «Puerto de Mar»
Bajo el lema de «Barquisimeto puerto de mar«, los productores locales impulsaron una campaña para promover la exportación de productos regionales. A pesar de los esfuerzos, los intereses de la Compañía a menudo se anteponían al bien común, limitando el crecimiento del comercio exportador.
En 1948, el Estado venezolano compró el obsoleto tren a la Compañía y lo transfirió al IAF. En 1957, durante el gobierno del General Marcos Pérez Jiménez, se inauguró el tramo Barquisimeto-Puerto Cabello con unidades italianas y una moderna estación ferroviaria. Este fue un momento de gran auge para el ferrocarril en la región.
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Sin embargo, tras la caída de la dictadura, el proyecto ferrocarrilero fue abandonado por los sucesivos gobiernos. Las líneas férreas fueron desmanteladas y el servicio se deterioró progresivamente hasta su paralización a finales del siglo XX.
En el siglo XXI empresas chinas han prometido la conclusión de la vía a través de costosos contratos, pero hasta la fecha, el tren, que conectaría Barquisimeto con varios estados de Venezuela, sigue siendo un recuerdo del pasado.