El presidente general Cipriano Castro (1899-1908) le tenía ojeriza y malquerencia a los inefables zulianos. Durante su fulminante campaña de 1899 que lo conduciría a la toma del poder en Caracas, llamó despectivamente al Estado Zulia y a manera de sorna “Republica Hernandista”, en alusión a la gran receptividad y entusiasmo que tuvo José Manuel El Mocho Hernández (1853-1921), líder del Partido Liberal Nacionalista, entre la intelectualidad marabina y el pueblo zuliano, a quienes no les satisfacía y miraban con desconfianza la toma del poder en Venezuela por los primitivos montañeses andinos, recién llegados a tomar el poder en Caracas para la desbandada de nuestro liberalismo decimonónico.
Los “Nacionalistas” zulianos
Una de las causas de su cierre de la Universidad del Zulia ocurrió en 1901, bajo el gobierno del general Cipriano Castro, dice la Dra. Nevi Ortín de Medina en su libro La reapertura de la Universidad del Zulia. Reconstrucción de un proceso histórico, 1908-1946 (2004) se manifestaron gracias a que los “Nacionalistas” zulianos, que era un grupo de intelectuales republicanos cientificistas, que imaginamos se adscribían a la filosofía positivista que dominaba entonces, que tenían vínculos con la Universidad del Zulia, fundada en 1891 por el presidente Raimundo Andueza Palacio y su ministro de instrucción Eduardo Blanco, no veían con buenos ojos el gobierno recién instalado de El Cabito en 1899, después de una relampagueante campaña. La medida arbitraria tomada por el gobierno central presidido por el general Castro, trataba de debilitar a la contestataria élite intelectual zuliana, mesmerizada por la fulgurante oratoria y la enorme fama de hombre honrado que tenía José Manuel El Mocho Hernández.
Allí, en ese grupo de ilustrados notables, afectos y glosadores de la filosofía positivista francesa, estaban los doctores Francisco Rincón como Rector de la Universidad del Zulia, Juan Tinoco, Alfredo Rincón, Adolfo Pons, Francisco Ochoa, Simón Montiel, R. S. Mora Vaamonde, Francisco Márvez, Renato Serrano, Rodolfo León Pérez, Rafael López Baralt, Francisco Bustamante, Diego Montero, José Ramírez, José Antonio Chávez, Pedro Luengo, Jesús Enrique Lossada, entre otros.
Pero la mala voluntad de del general Cipriano Castro no fue sólo contra su plantel educacionista universitario, sino para con el Zulia como entidad dotada con fuerte regionalismo y ansias secesionistas recientes y que Castro conocía, como las de los generales Jorge Sutherland y Venancio Pulgar. En 1869 Pulgar desconoce el Gobierno Nacional, declara la autonomía del Zulia y pone al Estado en pie de guerra, acción en la que es apoyado por las fuerzas locales, nos dice Rutilio Ortega González (Diccionario de Historia de Venezuela, 1997). T. 3, pág. 778-779.
Un Presidente extranjero del Estado Zulia
De esta manera nombra el primer mandatario Cipriano Castro un presidente extranjero para el Estado Zulia, violando la Constitución, el general colombo-panameño, de tez bastante morena o afrodescendiente, Benjamín Ruiz (Costa Atlántica, Panamá,1850- Curazao, 1920), quien gobierna entre febrero y mayo de 1900. El general Ruiz había colaborado con Cipriano Castro en su Revolución Restauradora que invade a Venezuela desde Colombia. El general Benjamín Ruiz, dice la historiadora Yolanda Segnini (Diccionario de historia de Venezuela. T. 3, pág. 1014), era un político y aventurero que había sido gobernador de Panamá en 1884, antes de su separación de Colombia en 1903, y se le atribuye el incendio de ciudad Colón en 1885, durante la guerra civil colombiana y donde hubo intervención de los Estados Unidos, fue buscado por falsificador de 200.000 pesos colombianos por la policía de New York.
En Nicaragua y Costa Rica adquiere Ruiz dudosa reputación de “caballero de industria”. Miembro del Partido Liberal colombiano se encuentra como exiliado en el Estado Táchira, pasa como médico y un alias (Rafael Bolívar), se enrola en las filas de la Restauradora de Castro, se luce en la Batalla de Tocuyito (14 de septiembre de 1899) y Castro le toma estima comisionándolo para recibir la entrega del Ejército Nacional comandado por el general Luciano Mendoza, así como la rendición del general Antonio Paredes el 3 de noviembre de 1899, quien denuncia el tratado al descubrir que Rafael Bolívar es un seudónimo y pone bajo arresto al “colombiano Ruiz”.
Fue jefe civil y militar de Carabobo en 1899. En su corto gobierno en el Estado Zulia, entre febrero y mayo de 1900, apoya las fuerzas liberales colombianas con 500 soldados y 500 rifles Mannlicher austrohúngaros y otros armamentos, en la famosa y cruel Guerra de los Mil Días (1899-1902), ayuda tal rebelión dirigiendo el asalto a la ciudad fronteriza de Cúcuta, Colombia, baluarte estratégico del ejército liberal, aplastada por el general Ramón González Valencia, allí toma Ruiz como rehenes a un grupo de damas cercanas al gobierno y se bate en retirada después de cinco semanas de sitio.
Se pelea el general Ruiz con su secretario, el joven e igualmente furibundo escritor Rufino Blanco Fombona (1874-1944) quien lo reta a duelo con arma de fuego. Cae en desgracia política por pelearse con el novel escritor Blanco Fombona que llegará a ser nominado candidato a Premio Nobel de Literatura, y por apoyar a los insurgentes colombianos en su conflicto interno, pero con injerencias de otros países. Marcha al exilio en 1901 a Curazao, donde conspira contra el presidente Castro, pasa sucesivamente a Nicaragua y México. En 1904 es detenido por estafa en la isla de Santo Domingo, en 1909 es brevemente encarcelado en la tenebrosa cárcel de La Rotunda por órdenes de Juan Vicente Gómez. Morirá en Curazao, tal cosa se supone, en 1920.
Cipriano Castro contra el Zulia
Como si fuera poco, agrega Nevi Ortín de Medina, suprime Cipriano Castro el 7% el impuesto al consumo, una de las principales entradas fiscales del Estado Zulia. Expulsa a los padres capuchinos de Maracaibo, despoja al Zulia del lacustre puerto de Palmarito en 1904 para entregárselo al Estado Mérida, tal como permanece hasta el presente, le redujo el situado nacional a la suma de 16 mil bolívares mensuales, cuando los Estados Lara, Bermúdez, Carabobo y Zamora recibían entre 30 y 40 mil bolívares. Cerró junto a su laureado Ministro de Instrucción Eduardo Blanco la Universidad de los zulianos en 1904, dejando así a los pobladores de este Estado sin un instituto de educación superior y científica, prometiendo una Escuela Náutica que nunca se hizo efecto.
El furor secesionista zuliano sufre de duro golpe con los gobiernos andinos de Cipriano Castro y Juan Vicente Gómez (1899-1935), firmes partidarios de la centralización del país, la idea de acabar aquel país archipiélago que fuimos antes de la aparición del petróleo. Para tal efecto los gobernantes tachirenses fundan el Ejército Nacional moderno, una eficiente administración central y acometen la construcción de carreteras que conectarán nuestra inmensa geografía que había sido santuario de caudillos y montoneras secularmente. Venezuela, parafraseando al general y abogado Antonio Guzmán Blanco (1829-1899), había dejado de ser un cuero seco.
Reapertura de LUZ
La Universidad del Zulia habría de pasar 42 años clausurada y los aspirantes a estudios y grados universitarios debieron hacer largos periplos en barcos de vapor o a lomo de mulas hasta Caracas y Mérida, ciudades que contaban con las únicas casas de estudios universitarios, pues el general Juan Vicente Gómez en su casi eterno mandato apenas se ocupa del asunto, como tampoco lo hicieron Eleazar López Contreras e Isaías Medina Angarita. No será hasta 1946 cuando los adecos del trienio 1945-1948, después que derriban arteramente a Medina Angarita, deciden felizmente reabrir esta casa de estudios marabina, en un país que había sufrido una inmensa metamorfosis en esas cuatro décadas. Los generales de montoneras, hijos de nuestro particularismo hispano, Jorge Sutherland, Venancio Pulgar y Benjamín Ruiz apenas son hogaños recordados.
Contaron los marabinos para reabrir su casa de estudios que había nacido en 1891, eso sí, con gran apoyo popular, con la decidida y valiente presión ejercida por los intelectuales zulianos Jesús Enrique Lossada, padre de la moderna Universidad del Zulia, José Encarnación Serrano, el eminente educador Alejandro Fuenmayor, Rafael Acosta Baralt, no sin la paradójica oposición de ilustres venezolanos, tales como los escritores Dr. Andrés Eloy Blanco y Dr. Arturo Uslar Pietri, para furia e indignación de los particularistas zulianos.
Luis Eduardo Cortés Riera