#OPINIÓN Diarios Libidinosos: La Femme Fatale: Acto 1: Anatomía del Delito #27Ene

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A las Odaliscas   

«Las mujeres fatales… 

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…son los líderes del mañana.»

Leymah Gbowee Nobel de Paz, 2011

«La mujer fatal

…es la esencia de la humanidad.»

Shirin Ebadi Nobel de Paz, 2003

«Las mujeres fatales…

…son las arquitectas de la sociedad.» 

Malala Yousafzai Nobel de Paz, 2014

«Las mujeres fatales… 

…son las guardianas de la paz y la justicia.» 

Rigoberta Menchú Nobel de Paz, 1992

«La mujer fatal…

…es el símbolo de la vida, la fuerza y la esperanza.» 

Gabriel García Márquez Nobel de Literatura, 1982

«Una mujer fatal…

…puede cambiar el mundo con su valentía y determinación.» 

Wangari Maathai Nobel de Paz, 2004

  • La Femme Fatale

Alguien, no recuerdo quien, una vez me dijo que, mujer no es gente. En ese minuto pensé que era una perversidad pues como diría Orwell, si bien hay bestias, más bestias que otras, el axioma sirve para ultimar que, hay demonias, más demonias que otras, en el mejor entendido de los glosarios. 

A los pocos días, un buen amigo me llamó para contarme lo que descubrió en casa de su mujer con la que llevaba de concubinato diez años y como consecuencia dos hijos de ambos y uno aparte de él, además de “la o el” que viene en la vía por la gravidez de la mujer.   

Según mi amigo, la mujer negociaba en las redes sociales para vender videos de ella en poses non santas y hasta tenía citas íntimas con clientes a 100 $ la junta. En dos platos, duermo con el enemigo y con una señora qué, si bien la conocía de años, no sabía de lo que era capaz. Y, por tanto, no entendía de verdad, que clase de mujer era o siempre había sido.  

Un amigo terapeuta profesional experto en esos temas explicó que la mujer fatal es un arquetipo de personaje femenil que suele aparecer en la literatura, el cine y el arte. Un ejemplo famoso de mujer fatal en literatura, es la figura de Carmen en la novela de Prosper Mérimée y la ópera de Georges Bizet. También encontramos mujeres fatales en el cine negro, como el intérprete de Phyllis Dietrichson en el filme «Double Indemnity» de 1944. 

Explicó con una destreza excepcional, que una mujer fatal se caracteriza por ser una figura seductora, misteriosa y, a menudo, peligrosa para hombres que se ven atraídos por ella. La mujer fatal usa magia y atractivo para manipular a los demás y lograr sus objetivos. A menudo, esas mujeres son vistas como independientes, listas y osadas, aunque sus fines pueden ser moralmente turbios o ladinos, y bien que dicen que, el fin no justifica los medios

  • Cuerpo del Delito

Mi vecino, a quien nunca nombraré, para que no lo tildaran de cornudo o de swinger instintivo, en la parroquia, se hallaba conmigo a diario, luego de haber charlado el caso. La verdad, oírlo relatar su vida de fiel pareja con cuernos, le fue dando coraje y vergüenza al mismo tiempo. A mí, por otro lado, el relato fue calando en el cuerpo y en el sentimiento, y me movía entre la furia de la traición, la pena ajena y propia, y las cuitas lascivas del sexo. 

Habíamos llegado a conclusiones sobre la mujer que la dejaba bien parada sobre sus ligerezas, y mal parado a nosotros, con nuestras fantasías. Todas las cuentas finales de una mujer fatal se ven justificadas por los saldos de la inversión. El panita aseguraba que ese vía crucis daba dividendos de valor agregado, aunque a uno le disguste reconocerlo por lo que implica. En broma decía, con cierta amargura, sus ganancias nos pintan cachos invisibles en el rostro del ego. Con silente amargura equivalente, mi rostro sentía astas de luxe. 

Cuando nos hartábamos de sorprendernos llegaban los detalles y en los detalles vive el anticristo. Entonces emprendió a mencionar episodios donde halló, sin querer queriendo, las pruebas incriminatorias lo que, en pesquisa policial, sería la anatomía o cuerpo del delito

  • La Prueba Original

El día que mi vecino descubrió la primera prueba de infidelidad de su mujer, fue como si el mundo se detuviera por un instante. Había llegado a casa más temprano de lo habitual, con la intención de sorprender a su familia con una cena especial. Al entrar, notó que la casa estaba inusualmente silenciosa. Subió las escaleras y, al pasar por la habitación principal, vio la luz del ordenador encendida. La curiosidad lo llevó a acercarse y, al mirar la pantalla, encontró una serie de mensajes y fotos comprometedoras. Su corazón se hundió al ver a su mujer en poses provocativas, enviadas a varios hombres. La evidencia era clara y contundente: su mujer no solo vendía videos en las redes sociales, sino que también tenía citas íntimas con clientes. La traición era palpable, y el dolor, insoportable.

Esa noche, mi vecino no pudo dormir. Las imágenes y los mensajes se repetían en su mente como un disco rayado. Se sentía atrapado entre el amor que aún sentía por su mujer y la rabia de haber sido engañado. Al día siguiente, decidió confrontarla.

  • El Chantaje

Al día siguiente, mi vecino decidió confrontar a su mujer. La conversación fue tensa y llena de lágrimas. Ella admitió todo, justificando sus acciones con la necesidad de dinero y la falta de atención que sentía. Sin embargo, en lugar de mostrar arrepentimiento, su actitud cambió drásticamente cuando comprendió que había sido descubierto. Con una frialdad inesperada, comenzó a manipular la situación a su favor.

Si me dejas,» le dijo, «me llevaré a los niños y te denunciaré por maltrato. Nadie te creerá, y perderás todo.» 

Mi vecino, boquiabierto, se dio cuenta de que estaba preso en una red de disimulos y ultimátum. La mujer fatal había revelado su auténtica naturaleza, utilizando el chantaje emocional y legal para mantener el control. La amenaza de perder a sus hijos y enfrentar falsas acusaciones lo dejó inmovilizado. La figura seductora y misteriosa que una vez amó se había transformado en una antagonista peligrosa, dispuesta a usar cualquier medio para lograr sus objetivos. La existencia del vecino, quebrantada por la traición, se enmarañaba bajo el peso de la coacción.

  • Sin Sombra de Duda

Luego de la coerción, mi amigo quiso renovarse, pero la sombra de la felonía seguía acechando. Cada día, nuevos detalles emergían, como piezas de un rompecabezas macabro. Un mensaje olvidado en el teléfono, una factura sospechosa, o una conversación escuchada a medias, todo apuntaba a una red de engaños más recóndita de lo que había imaginado. La mujer fatal, lejos de arrepentirse, parecía complacerse del control que ejercía sobre él, usando cada nueva prueba como un instrumento para mantenerlo bajo su mando.

La tensión en el hogar se volvía insoportable, y mi vecino sabía que debía tomar una decisión. La evidencia acopiada no solo confirmaba la infidelidad, sino que también revelaba un patrón de manipulación y abuso emocional. Con cada nueva prueba, la figura de la mujer fatal se volvía más despejada y peligrosa. La historia de mi vecino estaba lejos de terminar; el acto dos de esta tragedia apenas iniciaba, y él debía prepararse para desafiar las secuelas de sus descubrimientos.

Marcantonio Faillace Carreño

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