Israel impidió este domingo que miles de palestinos regresaran a sus casas en el norte de la Franja de Gaza y acusó a Hamás de incumplir un frágil cese del fuego cambiando el orden de rehenes a liberar. Autoridades palestinas dijeron que las fuerzas israelíes dispararon contra la multitud, lo que dejó dos muertos y nueve heridos.
Las fuerzas israelíes también abrieron fuego en Líbano contra manifestantes que exigían su retirada antes del plazo del domingo, según un acuerdo de cese el fuego separado con el grupo político paramilitar Hezbollah, matando al menos a 15 personas e hiriendo a más de 80. Israel se negó a retirarse antes del plazo, acusando a las fuerzas libanesas de no desplegarse lo suficientemente rápido. El ejército del Líbano dice que no puede moverse a las áreas hasta que las tropas israelíes se retiren.
Por otro lado, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, sugirió el sábado que la mayoría de la población de Gaza debería ser reubicada temporalmente en otros lugares, como Egipto y Jordania, para “simplemente limpiar” el enclave devastado por la guerra. Egipto, Jordania y los propios palestinos han rechazado antes esa posibilidad, temiendo que Israel nunca permita el regreso de los refugiados.
Bassem Naim, un mando de Hamás, dijo que los palestinos nunca aceptarían esa propuesta “incluso si parece bienintencionada bajo el disfraz de la reconstrucción”. Añadió que los palestinos pueden reconstruir Gaza “aún mejor que antes” si Israel levanta el bloqueo sobre el territorio.
Según el cese al fuego entre Israel y Hamás, Israel debía comenzar a permitir el sábado que los palestinos regresaran a pie a sus hogares en el norte de Gaza a través del llamado corredor de Netzarim que divide el territorio. Israel puso en espera el traslado hasta que Hamás liberara a una rehén civil que se suponía debía haber sido liberada ese día. Hamás, por su parte, acusó a Israel de violar el acuerdo.
Multitudes de personas que viajaban a pie cargando con sus pertenencias abarrotaron una carretera principal que conduce a un puesto de control israelí cerrado. “Llevamos en agonía un año y medio”, dijo Nadia Qasem.