Cuando Madison Keys entró en la cancha central Rod Laver a las 7:37 p.m. del sábado para la final del Abierto de Australia, pasó directamente junto a la Copa Conmemorativa Daphne Akhurst, el trofeo que se otorga a la campeona femenina y que estaba colocado en un pedestal cerca de la entrada a la cancha.
Keys no frenó su paso. No se detuvo a mirar. Ese trofeo fue luego colocado cerca de la red para el sorteo antes del partido, a unos cuantos pasos de donde estaba la estadounidense. Lo suficientemente cerca para tocarlo. Lo suficientemente cerca para sentirlo real. También estaba allí su oponente, Aryna Sabalenka, número 1 del mundo y bicampeona defensora en Melbourne Park, quien no le facilitaría las cosas en esta fresca y ventosa noche.
Exactamente 2 horas y media después —y tras conquistar una victoria por parciales de 6-3, 2-6, 7-5 sobre Sabalenka— allí estaba Keys, con la sonrisa más grande mientras sostenía ese trofeo de plata con ambas manos, campeona de un Grand Slam por primera vez a los 29 años. Esta fue la segunda oportunidad de Keys de jugar por un título importante: la primera terminó en una derrota abrumadora en el Abierto de Estados Unidos de 2017, una experiencia que le enseñó que necesitaría poder jugar bajo presión.
“He deseado esto durante tanto tiempo”, dijo Keys, quien nació en Illinois y ahora reside en Florida, “y he estado en otra final de Grand Slam, y no salió como esperaba, y no sabía si volvería a estar en esta posición”.
Y vaya que lo logró. Es la mujer de mayor edad en convertirse en campeona de un Grand Slam por primera vez desde que Flavia Pennetta lo logró a los 33 años en el Abierto de Estados Unidos de 2015. Esta fue la 46ta aparición de Keys en un major, la tercera mayor cantidad antes de ganar un título mayor femenino, sólo detrás de los 49 de Pennetta y los 47 de Marion Bartoli cuando ganó Wimbledon en 2013.
El camino de Keys tampoco fue fácil.
Antes de esta victoria en tres sets, vino una contra la número 2 del mundo, Iga Swiatek, en las semifinales, en las salvó de un punto de partido en el camino. Desde Serena Williams en 2005, ninguna jugadora había derrotado a las dos mejores mujeres del ranking de la WTA en Melbourne Park.
“Madison: Wow, qué torneo”, le dijo Sabalenka.