Este viernes 24 de enero, la fe y la devoción se darán cita en Quíbor, municipio Jiménez, con la tradicional procesión de la sagrada imagen de la Virgen de Altagracia. Fieles se congregarán para venerar a la patrona que, según la historia, ha sido testigo de innumerables milagros y ha dejado una profunda huella en el corazón de los quiboreños.
La historia de la Virgen de Altagracia en Quíbor está envuelta en un halo de misterio y milagros. Cuenta la leyenda que un devoto quiboreño, tras un largo peregrinaje, encontró el sagrado lienzo sobre una mesa en una posada, cumpliendo así el anhelo de sus hijas. Otro relato narra cómo un agricultor, al borde de la muerte en un río, invocó a una “virgen de la caimana” y fue milagrosamente salvado, otorgándole a la imagen este popular apelativo.
La primera procesión con el lienzo de la Virgen de Altagracia se llevó a cabo en enero de 1882, por iniciativa de monseñor Águedo Felipe Alvarado, quien deseaba engrandecer la reinauguración del templo parroquial, recientemente reconstruido. Desde entonces, esta devoción se ha mantenido viva a través de los años, convirtiéndose en una de las celebraciones más importantes de Quíbor.
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El templo de Nuestra Señora de Altagracia, joya arquitectónica y patrimonio regional, se encuentra hoy más hermoso que nunca, listo para recibir a los fieles que, con fervor, acudirán a pedir sus bendiciones. La imagen de la Virgen, conocida cariñosamente como “la caimana”, ha sido objeto de una cuidadosa restauración, luciendo radiante para esta especial ocasión.
Sin duda, este viernes será un día de júbilo y regocijo para todos los quiboreños. La procesión de la Virgen de Altagracia es mucho más que una celebración religiosa; es una expresión de fe, esperanza y unión de una comunidad que encuentra en su patrona un faro de luz y protección.