La devoción y el amor del pueblo larense por la Madre del Buen Pastor han traspasado fronteras, convirtiendo la procesión de la Divina Pastora en una tradición que se honra año tras año.
Este sábado 18 de enero, decenas de personas se reunieron en la parroquia Santa Bárbara, en Madrid, desde donde partió la sagrada imagen con destino a la parroquia San Juan de la Cruz.
La orquesta Carlos Cruz Diez y el cantautor Ignacio Izcaray ofrecieron un sentido homenaje a la Madre de Dios con melodías que arrancaron aplausos y, en algunos casos, lágrimas de emoción.
Posteriormente, la imagen de la Divina Pastora fue llevada en brazos de sus devotos por las calles madrileñas, entre cantos, oraciones y alabanzas a Dios.
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“Detrás de esta procesión hay un equipo de personas que da lo mejor de sí para demostrar el amor que sentimos por Ella. Además, contamos con el apoyo de sacerdotes venezolanos que nos han motivado a conservar esta manifestación de fe, dondequiera que vayamos”, expresó el arquitecto Jorge Rodríguez, miembro del Comité Organizador Divina Pastora.
Este sábado hubo bailes, danzas tradicionales y alegría, todo bajo la atenta mirada de turistas y extranjeros que desconocían el motivo de la celebración. La venezolanidad en su máxima expresión: esa que nos identifica, distingue y nos llena de orgullo como un pueblo de fe.
Al llegar a la parroquia San Juan de la Cruz, la imagen de la Divina Pastora fue llevada al altar y se dio inicio a la celebración eucarística, presidida por monseñor Luis Tineo, obispo emérito de Carora, quien destacó que la Divina Pastora reúne, protege y busca a la oveja perdida para llevarla de nuevo a Jesús.
Por su parte, el sacerdote español Javier Igea, párroco de la iglesia Santa Elena, agradeció a los venezolanos por ese impulso de fe que contribuye a la Iglesia en Madrid, al tiempo que animó a todos a perseverar en la vida cristiana. “¡Ánimo, Venezuela! No pierdan la esperanza”, exclamó el sacerdote en medio de aplausos.
Así, llenos de la certeza del amor de Dios por Venezuela, culminó esta jornada espiritual bajo el manto protector de la Divina Pastora.
¡Que viva la madre de Dios!