Venezuela es un país con un gran potencial para el progreso y el desarrollo. Pero una condición indispensable, es que seamos capaces de construir entre todos un ambiente de consenso y de unidad.
Si algo necesita Venezuela en este año que comienza es, justamente, unión y progreso.
Un reino divido no prevalecerá dice la Sagrada Escritura. Y los venezolanos tenemos más de un cuarto de siglo (van para 27 años) tirándonos de las greñas. Años perdidos en una confrontación inútil y que nos hace daño. En una polarización estéril. En una peleadera absurda.
Ha llegado el tiempo para convocar la unidad como camino seguro para lograr el progreso. Desde hace unos años estamos promoviendo un movimiento que se llama justamente Unión y Progreso. No es un partido político. Es un movimiento independiente que se ha fijado como misión la de trabajar por la unión y el progreso de los venezolanos.
Cuando hablamos de unión nos referimos a una cosa muy seria. No se trata de una romántica declaración de amor de los unos con los otros. Se trata de un compromiso de unirnos alrededor de un programa compartido y consensuado. Se trata de entender que los países que tienen éxito lo tienen porque sus dirigentes son capaces de unirse a la hora de defender los supremos intereses de la nación.
Nuestra convocatoria a la unión es para que todos trabajemos por los siguientes cinco objetivos:
- Más y mejor democracia.
- Progreso económico. Acabar con la inflación y con la recesión.
- Justicia social. Igualdad de oportunidades para todos los venezolanos.
- Servicios públicos, modernos y eficientes, agua, electricidad, educación, salud, seguridad.
- Erradicación de la corrupción.
Creo que no hay ningún venezolano de buena voluntad que no sea capaz de compartir este programa de cinco puntos que con mucha modestia y humildad hemos sometido a la consideración de la oposición pública venezolana.
Desde luego, estamos abiertos a la discusión dirigida a enriquecer el programa.
Cuando hablamos de progreso nos referimos al progreso económico, pero también al progreso institucional. Al progreso social y cultural, al mejoramiento de la calidad de vida de los venezolanos y al esfuerzo por convertir a nuestro país, como fuimos alguna vez en el pasado, en una referencia para la comunidad internacional.
Venezuela es un país con un gran potencial para el progreso y el desarrollo. Pero una condición indispensable, es que seamos capaces de construir entre todos un ambiente de consenso y de unidad.
La democracia supone pluralismo, diversidad de opiniones, puntos de vista diferentes. Pero al mismo tiempo supone reconocer que hay asuntos que requieren un clima de unidad y de cooperación.
Fuimos capaces de vivir 40 años de civilidad y de progreso económico, social y cultural, porque tuvimos por dirigentes a estadistas que fueron capaces de construir un ambiente de unidad.
Rómulo Betancourt, Rafael Caldera y Jóvito Villalba fueron capaces de dejar de lado sus diferencias y sus ambiciones personales, para trabajar juntos por el progreso de Venezuela y de los venezolanos. Fueron los tiempos del pacto de Punto Fijo.
No pretendo que se repita la historia. Corremos el riesgo de caer en el terreno de la comedia. Pero si es indispensable explorar los caminos que nos lleven a superar el enguerrillamiento que tantas oportunidades nos ha hecho perder.
Termino felicitando a todos los compatriotas que trabajan por la unión y por el progreso. Los invito a no desfallecer. Los invito a perseverar por hacer de Venezuela un país grande, como lo soñaron nuestros libertadores.
Como lo ha dicho, Edmundo González, no somos enemigos (o no deberíamos serlo), somos adversarios. Y la diferencia entre enemigos y adversarios es que los primeros destruyen y los segundos son capaces de ponerse de acuerdo para progresar.
Seguiremos conversando.
Eduardo Fernández
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