#OPINIÓN Red de Instituciones Larenses: ¡Salve Divina Pastora! #15Ene

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La Divina Pastora es una advocación mariana de la Iglesia católica. Su imagen tiene su principal centro de veneración en el Santuario de Santa Rosa en la parroquia Santa Rosa de Barquisimeto, Venezuela. Cada 14 de enero se celebra una multitudinaria peregrinación considerada la tercera más grande a nivel mundial.

Sé ha contabilizado más de 4 millones de feligreses los que asisten a la peregrinación. ​

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Aunque la imagen de la Virgen como pastora se remonta por lo menos al siglo X, esta devoción en particular proviene de Sevilla, España. En el año 1700, Fray Isidoro de Sevilla (fraile capuchino) tuvo un sueño en el que se le apareció la Virgen María en un paisaje campestre, rodeada de árboles y ovejas, vestida con una túnica púrpura, una mantilla azul y portando en su mano un cayado pastoril, y a su lado un lobo amenazante escondido entre los arbustos, representando las asechanzas del demonio. Conmovido por la belleza de la imagen, acudió al taller de un famoso pintor, Alonso Miguel de Tovar, perteneciente a la escuela pictórica sevillana, y le pidió que pintara a la imagen que tuvo en su sueño.

El 8 de septiembre de 1703, la pintura de la imagen salió de la iglesia de San Gil en una procesión que recorrió las calles de Sevilla, acompañada por una nutrida concurrencia que le brindó un rosario cantado. La virgen en su advocación de Pastora recibía por primera vez culto público en un día memorable, pues se daba comienzo a una devoción mariana ligada por su origen a los misioneros capuchinos, quienes se encargaron de propagar la nueva advocación en Europa y América.

Años más tarde, el escultor Francisco Ruiz Gijón, esculpió la imagen tamaño natural de la Divina Pastora. Y en el año 1705, la imagen fue llevada a su primera procesión.

Los orígenes de la devoción por esta advocación en Venezuela se ubican en 1706, cuando se extendió a los llanos de Caracas con la llegada de los capuchinos. Cuentan que hacia el año 1740, el Vicario parroquial de la iglesia de la Inmaculada Concepción, ubicada en el centro de Barquisimeto, quiso incorporar a su iglesia una imagen de la Divina Pastora, ya que había conocido esta advocación en la Catedral Metropolitana de Caracas y, el de Santa Rosa una imagen de la Inmaculada Concepción.

Ambos sacerdotes consignaron sus solicitudes en un solo documento a un mismo escultor. Los envíos se hicieron y los cajones contentivos de las imágenes llegaron al mismo tiempo, pero cambiados, es decir, la Divina Pastora llegó a Santa Rosa y la Inmaculada Concepción a la parroquia Concepción (siendo la analogía del nombre una posible causa de la confusión).

Cuando el párroco de Santa Rosa abrió el cajón y se dio cuenta de lo sucedido, ordenó a los indígenas a su servicio que lo cerraran y lo llevaran a la parroquia Inmaculada Concepción, pero para el asombro de los presentes ocurrió un hecho inusitado, calificado como un milagro: El cajón se puso pesado y por más esfuerzo que hacían los indígenas para cargarlo no fue posible levantarlo del suelo de la iglesia. Este raro acontecimiento fue interpretado como una señal del cielo de que la Divina Pastora no se quería ir de Santa Rosa y, por ende, obedeciendo esa señal, el padre Bernal determinó que la imagen se quedara en propiedad de la iglesia del pueblo. Por supuesto, el párroco aceptó de muy buena manera esta decisión y fue así como la imagen de la Divina Pastora, desde mediados del siglo XVIII, fue incorporada a los altares de la iglesia en Santa Rosa del Cerrito.

Durante el terremoto del 26 de marzo de 1812 (fecha que cayó en Jueves Santo) se desplomó por completo el templo de Santa Rosa, excepto el nicho en donde se encontraba la Divina Pastora, que permaneció intacto. Esto fue interpretado como un hecho providencial del poder de Dios y la intercesión de la Virgen María para la protección de sus creyentes. Cabe destacar que el nicho del terremoto reposa en el Museo de Santa Rosa.

En 1835 el presbítero José Macario Yépez fue designado vicario foráneo de Barquisimeto. Dos años después fue nombrado cura interino de la iglesia Inmaculada Concepción, y al poco tiempo pasó a ser el párroco responsable del acontecer eclesiástico de toda la parroquia. Supo ganarse el respeto y el aprecio de todos los estratos sociales.

En 1855 llegó a Barquisimeto la epidemia de cólera que azotaba el país. Como el contagio y el número de fallecidos aumentaba cada día, el padre Yépez decidió enfrentarla convocando el 14 de enero de 1856 a una rogativa en el sitio de Tierritas Blancas, donde habían colocado una Cruz Salvadora, para la protección de los pobladores. Impartió instrucciones para traer al sitio la imagen de la Divina Pastora desde Santa Rosa y la del Nazareno desde la iglesia de la Concepción. Buscaba realzar la rogativa, promoviendo el encuentro de ambas imágenes ante la Cruz Salvadora. El Nazareno llegó primero y la gente, de rodillas, esperó pacientemente la llegada de la Divina Pastora. El padre Yépez, acompañado del presbítero José María Raldiriz, su amigo y colaborador más inmediato, presidió la ceremonia mientras los feligreses oraban, implorando el cese de la epidemia. Culminó la ceremonia ante la Cruz Salvadora y la imagen sagrada fue llevada a la iglesia Concepción, donde fue recibida por el Padre Yépez. Sus palabras resonaron en la iglesia, suplicando la ayuda celestial y exhortando a los fieles a que acudiesen ante la Divina Pastora para implorar su amparo y protección, en mitad de su discurso, cayó de rodillas ante la imagen de la Divina Pastora y con los brazos en cruz, ofreció su vida para que la epidemia tocara su fin, exclamando:

«Virgen Santísima, Divina Pastora, en aras de la Justicia Divina, por el bien y salvación de este pueblo te ofrezco mi vida. Madre mía, Divina Pastora, por los dolores que experimentó tu divino corazón, cuando recibiste en tus brazos a tu Santísimo Hijo en la bajada de la Cruz, te suplico Madre Mía, que salves a este pueblo, ¡Que sea yo la última víctima del cólera!

La epidemia efectivamente terminó gracias a la intercesión milagrosa de la Divina Pastora, y el padre Yépez, el 16 de junio de 1856, se convirtió en la última víctima de esa ola de cólera… 

“Virgen Santísima, Divina Pastora, en aras de la Justicia Divina, por el bien y salvación de este, tu pueblo, por los dolores que experimentó tu divino corazón, cuando recibiste en tus brazos a tu Santísimo Hijo en la bajada de la Cruz, te suplicamos, que intercedas para que…

 DIOS TODOPODEROSO… ¡SALVE A VENEZUELA!”

¡AMÉN!

Maximiliano Pérez Apóstol

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