Es difícil escribir para el 9 de enero de 2025 con tanta actividad ya en curso. De entrada, según la Constitución Bolivariana de 1999 a partir del viernes Venezuela inicia un nuevo período constitucional, y dos opciones anuncian su intención de asumir la Presidencia de la República a partir de la masiva votación popular del pasado 28 de julio.
Un lado presenta un caudal de actas oficiales emitidas por el Consejo Nacional Electoral cuya sumatoria – por su alto volumen – prueba que obtuvo una mayoría irreversible en esos sufragios. El otro fue proclamado por ese mismo Consejo Nacional Electoral y refrendado por otros poderes fácticos del estado.
A estas alturas casi todos los habitantes del país tienen resuelto el tema de la legitimidad en sus propias conciencias. Pero aún no sabemos cómo responderán a ello, o si ya comienzan a hacerlo. Para estos mismos momentos todas las partes involucradas en el delicado juego de poder ya están tomando importantes decisiones.
Lo que sí sabemos es que – salvo pocos revanchistas aislados – el grueso de las fuerzas democráticas que se oponen al régimen imperante han reiterado persistentemente su deseo mayoritario de devolver al país a una senda democrática con respeto y tolerancia para todas los criterios y los derechos de la ciudadanía:
Y de transitar vías pacíficas, constitucionales e incruentas para lograr ese objetivo, ofreciendo a los capitostes del régimen numerosas opciones de amnistía y salida.
Por otro lado han sonado tambores de guerra, violencia y represalia y no han cesado las provocaciones, amenazas, injurias y atropellos. Será quizás por ser los más asustados – porque quién la debe siempre la teme.
De otra parte, para el mundo occidental, Venezuela no es prioridad ni amenaza bélica, y su capacidad de perturbar afuera es hoy muy pobre. Ofrece apenas tres exportaciones de interés para la comunidad internacional: Petróleo, drogas y gente.
La forma confiable de aumentar la producción petrolera y a la vez frenar los flujos de drogas y refugiados es con una democracia amigable hacia Occidente. Todo acuerdo con fuerzas intrínsecamente hostiles siempre será sujeto a las veleidades de los tiranos de turno.
Todas las opciones están sobre el tapete y aunque los grandes acontecimientos históricos no tienen horarios ni fechas fijas en el calendario dentro de los próximos días se avecinan nuevos aires planetarios.
Se prevén semanas movidas con vendavales cívicos y posibles tornados políticos – pues quien siembra vientos cosecha tempestades. Mas luego siempre sale el sol y con él un feliz año nuevo.
Antonio A. Herrera-Vaillant