La devoción a la Divina Pastora, patrona sentimental de los barquisimetanos, se manifiesta en diversas expresiones culturales y religiosas, una de las más arraigadas y significativas es la tradición de obsequiarle que vestido que luce en esta fecha, una ofrenda que conjuga fe, arte y devoción, en la víspera de la procesión del 14 de enero.
La tradición, arraigada en la fe de sus devotos, convierte cada prenda en un símbolo de agradecimiento, promesa y conexión espiritual con la Virgen María. Cada 14 de enero, durante su visita a Barquisimeto, la sagrada imagen estrena un nuevo atuendo, dando inicio a un ciclo que se repite a lo largo del año, mostrando la riqueza de un ajuar que suma alrededor de 300 vestidos.
El nacimiento de una tradición
La historia de los vestidos de la Divina Pastora se entrelaza con la propia historia de las visitas a la ciudad de Barquisimeto. Sin embargo, aunque la tradición de ofrendar atuendos a la Virgen es antigua, la costumbre de lucir un vestido cada 14 de enero, se institucionalizó en 1967 con la creación de la Feria Divina Pastora (luego Feria de Barquisimeto).
Juancho Alvarado, un devoto profundamente comprometido, asumió durante una década la tarea de conseguir los trajes que la Virgen lucía en cada visita. Su labor no solo consistía en obtener la prenda, sino también en promover la recaudación de fondos entre amigos y allegados. Alvarado personificaba la devoción popular, acompañando a la Virgen con música, oraciones y un cariño entrañable que lo llevó incluso a apodarla “Mi Tuerta”.
Exhibición de los vestidos más icónicos
El Museo Arquidiocesano Divina Pastora, fundado en 2004 y ubicado en el pueblo de Santa Rosa, se erige como guardián de este invaluable patrimonio. Daniel Rodríguez, director asistencial del museo, explica que la institución tiene como objetivo preservar y exhibir las prendas y accesorios de la sagrada imagen.
La colección actual cuenta con 70 vestidos, permitiendo una exposición que muestra la evolución del ajuar a lo largo del tiempo. Entre las piezas más destacadas se encuentran vestidos donados por figuras históricas como el General Eustoquio Gómez, el expresidente Luis Herrera Cámpins y la política larense, Dori Parra de Orellana. Actualmente, el museo exhibe una muestra de 15 vestidos, cuatro de los cuales conforman una colección permanente.
Más allá del valor material, los vestidos donados a la Divina Pastora representan un profundo significado espiritual. Son ofrendas que materializan promesas y agradecimientos, transmitiendo un mensaje evangelizador a través de sus diseños. Rodríguez destaca que cada vestido tiene su particularidad, algunos incorporan lenguajes litúrgicos y elementos iconográficos que aluden a diferentes épocas y contextos, desde el cristianismo primitivo hasta expresiones artísticas posteriores.
El trabajo de las camareras de la Virgen
La labor de vestir a la Virgen es un acto de devoción en sí mismo. Yajaira Sánchez, camarera de la Divina Pastora desde hace 17 años, comparte la experiencia de tener el privilegio de vestir a la imagen junto a otras dos colaboradoras. Para ellas, este acto representa una bendición, un momento de intimidad con la Virgen en el que pueden pedirle y hablarle de cerca.
La señora Yajaira explica que el vestido que luce la imagen durante el año se escoge según el tiempo litúrgico y se cambia cada 20 o 22 días. Además, revela que a veces, la Virgen, e incluso el Niño Jesús, parecen “elegir” sus propios atuendos, mostrando cierta resistencia a algunas prendas, lo que obliga a las camareras a buscar alternativas.
Devoción y promesa a la Virgen
La tradición de los vestidos de la Divina Pastora es un vivo testimonio de la fe y el cariño que le profesan sus devotos. Cada prenda, cuidadosamente confeccionada y ofrendada con devoción, narra una historia de agradecimiento, esperanza y conexión espiritual una promesa convertida en arte.
El ajuar de la Divina Pastora, custodiado con esmero en el Museo Arquidiocesano, representa un legado cultural y religioso invaluable, que se renueva año tras año, manteniendo viva la llama de la devoción mariana en Barquisimeto y en toda Venezuela.