Cuando Nicolás Maduro anunció en septiembre que la Navidad comenzaría el primero de octubre de este año y las oficinas públicas instalaron árboles y pesebres, dijo que lo hacía por la paz, la felicidad y la seguridad del pueblo venezolano, en abierta contradicción a la Iglesia Católica que tradicionalmente la ha fijado para el 25 de diciembre y censura el adelanto de un evento religioso con propósitos propagandísticos y políticos.
Pero, ahora el mismo Maduro y su ministro de Relaciones Interiores, Diosdado Cabello, dicen que el gobierno se está preparando con movilizaciones y efectivos a partir del 2 de enero, lo que quiere decir que está dispuesto a ir a una guerra, o sea que contrario a lo que ha venido propagando, ya no habrá paz, ni felicidad, ni seguridad para el pueblo.
Tales observaciones las hace el abogado Macario González, exalcalde de Iribarren, exsecretario regional de la desaparecida Mesa de la Unidad Democrática en Lara y dirigente de la Plataforma Unitaria Democrática, quien comenta como incomprensibles las declaraciones de los personeros principales de este gobierno cuando todavía estamos viviendo momentos que deben convocar a la paz, a la hermandad, porque estamos celebrando la natividad del niño Dios, quien predicó vivir en un mundo cristiano en el cual el mandato principal es amaos los unos con los otros, es decir en el amor fraternal, sin diferencias, sin violencia.
Por televisión han pasado imágenes de uniformados en formación y a otros efectivos haciendo maniobras, lanzando consignas y al propio Cabello intentando dificultosamente colocar proyectiles en un arma para disparar a un blanco, lo que ha generado comentarios tanto en Venezuela como en otras partes.
El dirigente opositor considera que el lenguaje que están usando los altos funcionarios del gobierno pareciera indicar que se están preparando para una guerra contra unos supuestos enemigos invasores, aunque las declaraciones apuntan hacia las megabandas de los trenes de Aragua, Los Llanos, del Sur y otras que han crecido enormemente y hasta tienen presencia en otros países, porque no hubo interés en combatir la delincuencia. De todos modos parece exagerada una movilización militar y policial en estos momentos cuando todavía estamos en época decembrina y plenamente navideña.
La realidad nos indica que lo que tenemos en estos momentos es un país en paz, con deseos de trabajar y con la esperanza de mejorar su nivel de vida, asegura Macario González. Y esa misma realidad nos ha demostrado que este país frente a la situación crítica que estamos atravesando emitió su opinión, palpable y comprobable, el 28 de julio; pero, en lugar del gobierno de tender su mano para terminar el escrutinio de esa expresión de soberanía, no ha mostrado las actas de las votaciones, como ha debido hacerlo oportunamente y desde el momento en que terminó el proceso de votación se lo está solicitando la nación y la comunidad internacional, incluyendo mandatarios afines a la ideología del presidente de la República.
En ese lenguaje que está usando el jefe del gobierno y miembros de su equipo gubernamental es el de propiciar un clima de agitación, incertidumbre y tensión a través de marchas, y mensajes a los militares para convocarlos a hacer un bloque supuestamente para defender la soberanía.
Lo que debe estar en el horizonte es que el 10 de enero, constitucionalmente, debe producirse la asunción del poder de la persona que alcanzó la mayoría de votos el 28 de julio y, por tanto, el CNE debe mostrar las pruebas que no son otras que las actas del proceso. Eso es lo que hace falta para que el país se enrumbe hacia un mejor destino.
