El presidente de Colombia, Gustavo Petro firmó el martes el decreto que incrementa el salario mínimo en dicho país en un 9,54%, fijándolo en 1.423.500 pesos colombianos a partir del 1 de enero de 2025. La decisión, tomada tras un proceso de negociación sin acuerdo con empresarios y sindicatos, generó un intenso debate sobre su impacto en la economía y el bienestar de los trabajadores.
«Es un crecimiento del nivel de vida de todas las personas que ligan su ingreso al salario mínimo», aseguró Petro durante la ceremonia realizada en Zipaquirá, donde compartió con vecinos de su antiguo barrio. El mandatario defendió la medida argumentando que un mayor poder adquisitivo de los trabajadores estimula el consumo y, por ende, el crecimiento económico.
La polémica con el sector empresarial
La decisión del gobierno generó reacciones encontradas en el sector empresarial. Bruce Mac Master, presidente de la Andi, había advertido sobre las «graves consecuencias» que podría tener un aumento tan significativo. Sin embargo, Petro rechazó estas afirmaciones de manera contundente: «La tesis suya, señor Bruce, es una soberana y profunda mentira, Colombia va a crecer más».
El mandatario destacó que, a diferencia de lo que sostienen algunos empresarios, un salario mínimo más alto no frena la inversión ni genera desempleo. Por el contrario, aseguró que es fundamental para garantizar condiciones de vida dignas para los trabajadores y reducir la desigualdad.
Inflación y poder adquisitivo
Petro también hizo referencia a la evolución de la inflación en Colombia, señalando que el país cerrará el año con una tasa del 5%, muy por debajo de la registrada en otros países de la región. Además, destacó la caída de la inflación de alimentos, que se ubicará en 2,7%, la más baja de la OCDE.
«La inflación el año entrante esperamos que sea de 3%, lo que significa que (el salario mínimo) va a tener un ascenso de 6,54% real», afirmó el presidente. De esta manera, destacó que este es el tercer año consecutivo en el que su gobierno incrementa el salario mínimo en términos reales, lo que se traduce en un aumento del poder adquisitivo de los trabajadores.