La misa del gallo tiene raíz de tradiciones cantoras y contagiosas que nos transportan hasta «El Gallo de Belén». Cuando hablamos de los animales tradicionales de la navidad siempre pensamos en el manso burrito que llevó en su lomo a la Virgen María desde Nazaret hasta el portal de Belén, y en el manso buey que plácidamente descansaba en el pesebre luego de sus agotadoras jornadas de trabajo y la fatiga el día que vino al mundo Nuestro Señor Jesucristo. Estos son los dos animales más notables de la navidad porque fueron ellos quienes con el vaho de su aliento calentaron el cuerpecito del recién nacido Niño Jesús. Pero también hay otros animales como la mula, la oveja y los carneros ya que la Biblia dice que los pastores se encontraban cerca en los apriscos cuidando sus rebaños cuando fueron sorprendidos por la maravillosa visión del Ángel Gabriel donde el cielo se llenó de hermosas luces sobrenaturales según dicen los antiguos relatos que son los profetas de todos los tiempos. Pero queda otro animal que tal vez sea el más olvidado de la navidad y que será el personaje principal de este escrito que presentó hoy 24 de Diciembre a todos los lectores de EL IMPULSO Y ese animal es «El Gallo de Belén».
Dicen las sagradas escrituras en la Bíblia que «El Gallo de Belén» estuvo siempre muy atento y listo para anunciar el primer resplandor del nuevo día y por eso estuvo vigilante, alegre y cantarín haciendo vibrar el aire con su canto de fiesta cada dos horas aquel día 24 de Diciembre de hace ya 2.024 años. Dice la Bíblia que «El Gallo de Belén» era hermosísimo, majestuoso, imponente, de ojos vivos como de águila, de un hermoso penacho de vistosas plumas todas tornasoladas, de unas vistosa cola, de una imponente cresta roja y dotado por Dios del más sonoro y poderoso canto, ya que el tono de su «quiquiriquí» repercutía y se escuchaba a gran distancia y aun cuando en el pueblo habian muchisimos gallos este era llamado como «El Gallo de Belén» porque ningún otro gallo se le comparaba. Por su canto los labriegos sabian que habia llegado la hora de abandonar el sueño y levantarse, agarrar los aperos de trabajo para iniciar la faena, las mujeres sabian que habia llegado la hora de levantarse para prender el horno e iniciar el ordeños de las vacas y las ovejas, los soldados del Imperio Romano hacían el cambio de guardi cuando escuchaban el canto del “Gallo de Belén» y los viajeros sabían que había llegado el momento de continuar la marcha al escucharse el canto.-
Muchos otros gallos fueron a dar a las parrillas del asador y a las ollas de las cocinas donde fueron asados y guisados, pero a «El Gallo de Belén» nadie se atrevía ni siquiera a tocarlo menos a torcerle el pescuezo para darle muerte. El atardecer de aquel 24 de diciembre fué un día normal como todos en Belén. El gallo subió por la vera hasta el sitio que le serviría para su descanso y reposo. Una vez allí se dispuso a disfrutar de un largo y reconfortante sueño para estar listo cuando le llegara la hora de cantar sus clarinadas. Despertó a las once de la noche y luego de batir sus alas con fuerza sobre sus costados lanzó su primer sonoro «quiquiriquí» ,pero su ojo visor y vigilante le advirtió que algo muy extraño y fuera de lo normal estaba ocurriendo porque jamás le abrían la puerta del portal a nadie a esa hora y menos aceptaban viajeros . Sin embargo vió que un viejecito cansado y agotado por un largo viaje, guiaba del ronzal a un manso burro en donde viajaba una joven mujer embarazada quienes entraron al portal.
El gallo volvió a colocar su cabeza debajo del ala y se dispuso a disfrutar del segundo sueño ya que tenía que dar su segunda clarinada a la una de la madrugada. Pero apenas llevaba una hora de sueño cuando un inusitado y fuerte resplandor lo hicieron abrir los ojos y su sorpresa no tuvo límites ya que no se explicaba del por qué se había quedado dormido por primera vez en su vida. Pero su organismo exacto, preciso y cronométrico le advirtió que no había pasado mucho tiempo. Vió un resplandor de gloria y aurora que cruzaba el firmamento y legiones de ángeles que bajaban del cielo cantando bellísimos himnos celestiales mientras una brillante y resplandeciente estrella iluminaba con su luz a la entrada del portal. «El Gallo de Belén» lanzó en ese momento su más clara, fuerte y potente clarinada desgranando sus bellas notas de oro que anunciaban el nacimiento del Niño Jesús el hijo de Dios. Finalmente esta noche de hoy 24 de Diciembre de 2.024 que es la noche de navidad, escucharemos el «quiquiriquí» que nos dirá que la gloria eterna de esta mundo esta entre la ternura y la humildad que son los dones para ganar la gloria del Supremo y Eterno Adorado Divino Dios. Amen. Feliz Navidad 2024
Alí Ramon Delgado