El 10 de diciembre de 2024, en el marco del Día Internacional de los Derechos Humanos, la Red de Derechos Humanos del estado Lara entregó un reconocimiento a Argenis Giménez, conocido popularmente como “El Loco de la Pancarta”, por su lucha incansable a lo largo de 32 años en la promoción y defensa de los derechos humanos, en especial de las personas internadas en establecimientos psiquiátricos.
La ceremonia se celebró en Barquisimeto, en un evento que destacó el compromiso social y la perseverancia de este activista, cuya vida se ha convertido en un símbolo de resistencia y esperanza.
32 años de lucha en las calles de Barquisimeto
Argenis Giménez ha sido una figura emblemática en las calles de Barquisimeto, donde desde 1992 ha caminado con una pancarta sobre su cabeza, desafiando el olvido y la indiferencia de la sociedad hacia la situación de los pacientes psiquiátricos. Su movimiento, conocido como la «Vanguardia Psiquiátrica de Liberación«, ha sido una protesta creativa y constante contra las condiciones inhumanas que, según él, padecen los internos en los hospitales psiquiátricos del país.
A sus 64 años, Argenis ha dedicado la mitad de su vida a esta causa, utilizando su pancarta como un mensaje de resistencia y un recordatorio permanente de la necesidad urgente de reformas en el sistema de salud mental de Venezuela. «No es locura, es lucha«, afirma, señalando que su vida cobró un nuevo sentido al convertirse en un defensor de los derechos humanos de aquellos que, en muchos casos, no tienen voz.
Una protesta que es un estilo de vida
Para Giménez, su «protesto-terapia», como la denomina, es mucho más que una protesta. Es una forma de vida, una manera de dar sentido a su existencia, al mismo tiempo que se convierte en la voz de los más vulnerables. Su reclamo es claro: un sistema de salud mental que respete la dignidad humana y promueva el bienestar de las personas con trastornos mentales.
En declaraciones a El Impulso, Giménez resaltó que su lucha no está centrada únicamente en su caso personal, sino en la situación general de la salud mental en Venezuela. “Yo quedé en la calle, y esta es la respuesta que le doy, a diferencia de los demás indigentes que se entregan a la mendicidad y el vicio. Yo no me he perdido, y estoy luchando por todos”, explicó, dejando en claro que su protesta va más allá de una crítica a los centros de salud mental; es una denuncia al abandono del Estado frente a la salud mental de los venezolanos.
La voz de los olvidados
Giménez, quien no recibe apoyo institucional alguno, ha criticado en numerosas ocasiones la falta de políticas públicas adecuadas para la atención de la salud mental en el país. A pesar de las promesas y esfuerzos por mejorar las condiciones de los hospitales psiquiátricos, él insiste en que los avances no son suficientes, y que estos centros, en lugar de rehabilitar a los pacientes, los someten a condiciones de reclusión similares a las de una prisión.
“En lugar de una revolución en salud mental, lo que hay es una pseudo-mejoría que no cura, solo encierra”, expresó. Asimismo, destacó que la reciente propuesta de Ley de Salud Mental Comunitario, presentada por el gremio de psicólogos, debería conducir a una transformación radical en el sistema, una que respete la libertad y dignidad de las personas que sufren trastornos mentales.
Un legado de lucha y dignidad
A pesar de los años de lucha y las dificultades personales que ha enfrentado, Argenis Giménez se mantiene firme en su propósito. En sus palabras, su lucha no tiene jubilación: “Esta protesta es un proyecto de vida vitalicio, no tiene fin mientras no se logre lo que he pedido”. Y, aunque su cuerpo se ha visto afectado por los años de caminar con la pancarta sobre su cabeza, su espíritu sigue intacto, con la esperanza de que algún día su mensaje sea escuchado por un verdadero líder que pueda llevar a cabo las reformas necesarias.
En su mensaje final, Argenis expresó su deseo de morir “con las botas puestas, a pie de cañón”, y de dejar un legado que inspire a otros a luchar por la dignidad de las personas con trastornos mentales. “Que mi pancarta quede abierta como un libro para que todos la lean, y que mi ejemplo sirva para que otros continúen la lucha”, afirmó.