Este jueves, el juicio por las múltiples violaciones y agresiones sufridas por Gisèle Pelicot en manos de su exmarido Dominique Pelicot y un grupo de cómplices llegó a su fin en Aviñón, Francia, con una sentencia que ha generado controversia debido a la disparidad entre las condenas y las penas solicitadas por la Fiscalía.
Pelicot, de 72 años, fue condenado a 20 años de prisión, una pena que deberá cumplir al menos en dos tercios, pero que le permitirá acceder a la libertad condicional una vez cumplido ese período.
El tribunal dictó sentencias para un total de 51 acusados, con penas que suman más de 400 años de encarcelamiento, una cifra notablemente inferior a los 652 años que la Fiscalía había solicitado. El caso, que involucra abusos sistemáticos durante una década, ha sido uno de los más mediáticos de los últimos tiempos en Francia, con una fuerte presencia de organizaciones feministas y del público en el juicio.
Dominique Pelicot, acusado de ser el principal responsable de la trama de abusos, dirigía una red en la que mujeres eran drogadas con medicamentos para ser violadas mientras estaban inconscientes. Las agresiones fueron registradas en fotos y videos, que se presentaron como pruebas cruciales en el juicio. Aunque Pelicot fue condenado a 20 años de prisión, las penas para otros acusados fueron significativamente menores. Por ejemplo, un hombre de 63 años que visitó hasta seis veces el hogar de Gisèle Pelicot para agredirla fue sentenciado a 15 años, tres menos de lo que pedía la Fiscalía.
Otro acusado relevante, Jean-Pierre Maréchal, también fue condenado por participar en los abusos y replicar los métodos de su cómplice, Dominique Pelicot. Maréchal recibirá 12 años de prisión, frente a los 17 que solicitaba la Fiscalía. A pesar de la magnitud de los delitos, varias penas fueron de solo tres años, y algunos de los implicados ni siquiera cumplirán prisión, ya sea porque sus penas no implican encarcelamiento o porque ya han cumplido parte de sus sentencias en detención provisional.
Este desenlace generó descontento en las decenas de personas que se habían apostado en los alrededores del tribunal para mostrar su apoyo a la víctima, Gisèle Pelicot. “Vergüenza de justicia”, gritaron muchas de las presentes, visiblemente frustradas por lo que consideran sentencias demasiado indulgentes con los agresores.
Gisèle Pelicot, quien se ha convertido en un símbolo feminista tras hacer público el juicio para “cambiar la vergüenza de bando”, no se pronunció tras la sentencia, mientras que la defensa de Dominique Pelicot mostró su intención de apelar, señalando que la pena dictada al principal acusado era excesiva en comparación con los demás condenados.