Desde que Jesús vino al mundo hace más de dos mil años, podemos decir que el fin está más cerca que cuando empezamos, ¿no es cierto? ¿Cuándo será ese momento? Nadie lo sabe. Pero hay signos muy bien descritos que Jesús nos dijo que observáramos:
- Muchos tratarán de hacerse pasar por Cristo.
- Sucederán guerras y revoluciones que no son aún el final.
- Se levantará una nación contra otra y un reino contra otro.
- Terremotos, epidemias y hambres.
- Señales prodigiosas y terribles en el cielo.
- Persecuciones y traiciones para los cristianos.
- El Evangelio habrá sido predicado en todo el mundo.
- La mayor parte de la humanidad estará imbuida en las cosas del mundo y habrá perdido la fe.
- Después se manifestará el anticristo, que con el poder de Satanás realizará prodigios con los que pretenderá engañar a toda la humanidad. (Mt 24, 4-51; Lc 21, 5-36).
¿Cómo volverá Jesucristo? Primeramente aparecerá en el cielo su señal -la Cruz-; vendrá acompañado de Ángeles y aparecerá con gran poder y gloria. (Mt. 24, 30-31)
Entonces… ¿qué hacer? También nos lo dijo Jesús: «Por eso estén vigilando y orando en todo momento, para que se les conceda escapar de todo lo que debe suceder.» (Lc. 21, 36)
San Pablo también nos responde con la misma consigna: “No se inquieten por nada; más bien presenten sus peticiones a Dios en la oración y la súplica, llenos de gratitud”. La oración es, sin duda, uno de los ingredientes más importantes para prepararnos a la venida del Señor. La Misa dominical que no debe faltar, arrepentimiento y Confesión sacramental de nuestros pecados, y la Comunión lo más frecuente posible. Así iremos preparándonos para lo que ha de venir.
De la Segunda Venida de Cristo, dice San Juan Bautista: “El tiene el bieldo en la mano para separar el trigo de la paja; guardará el trigo en su granero y quemará la paja en un fuego que no se extingue”. (Lc 3, 10-18)
Oración y vigilancia. Lo importante no es saber el cuándo, sino estar siempre preparados.
Isabel Vidal de Tenreiro