El expresidente sirio Bashar Assad huyó del país el domingo 1 de diciembre, con destino a Moscú donde recibió asilo de su antiguo aliado, poniendo un dramático final a su lucha de casi 14 años para mantener el control, mientras un avance rebelde tomaba el control de Damasco y fragmentaba el país tras una brutal guerra civil, que puso fin a 50 años de la dictadura familiar.
Miles de sirios salieron a las calles entre disparos de celebración y ondearon la bandera revolucionaria en escenas que recordaron los primeros días del levantamiento de la Primavera Árabe, antes de que una brutal represión y el surgimiento de una insurgencia hundieran al país en una guerra civil de casi 14 años.
La llegada de Assad y su familia a Moscú fue informada por las agencias rusas Tass y la Agencia Rusa de Información Nóvosti, conocida internacionalmente como RIA Nóvosti (RIA), citaron a una fuente no identificada del Kremlin. Un portavoz del Kremlin no respondió de inmediato a las preguntas. RIA también dijo que los insurgentes sirios habían garantizado la seguridad de las bases militares y los puestos diplomáticos rusos en Siria.
“Nuestro enfoque ha cambiado el equilibrio de poder en Oriente Medio”, dijo el presidente Joe Biden, y atribuyó el debilitamiento de los aliados de Siria (Rusia, Irán y Hezbolá) a las acciones de Estados Unidos. Biden calificó la caída de Assad como un “acto fundamental de justicia”, pero también un “momento de riesgo e incertidumbre”, y dijo que los grupos rebeldes están “diciendo las cosas correctas ahora”, pero que Estados Unidos evaluará sus acciones.
Reacciones civiles y militares
Los soldados y la policía huyeron de sus puestos y los saqueadores irrumpieron en el Ministerio de Defensa. Las familias deambulaban por el palacio presidencial, pasando junto a retratos dañados de Assad. Otras partes de la capital estaban vacías y las tiendas estaban cerradas.
Lea también: Cientos de sirios regresan a casa tras derrocamiento de Assad #9Dic.
“Esta felicidad no será completa hasta que pueda ver a mi hijo fuera de la cárcel y saber dónde está”, dijo Bassam Masr, uno de los entrevistados por AP. “Lo he estado buscando durante dos horas. Lleva 13 años detenido”.
El comandante rebelde Anas Salkhadi apareció en la televisión estatal y trató de tranquilizar a las minorías religiosas y étnicas, diciendo: “Siria es para todos, sin excepciones. Siria es para los drusos, los sunitas, los alauitas y todas las sectas”.
“No trataremos a la gente como lo hizo la familia Assad”, añadió.
Papel del Kremlin en la guerra
Hace casi siete años, el presidente Vladimir Putin estuvo junto a las tropas rusas en su base aérea en Siria y orgullosamente declaró la victoria sobre los “terroristas” en ese país como parte de la intervención militar del Kremlin para apuntalar al gobierno de Bashar Assad en medio de una guerra civil.
Este domingo 1 de diciembre, esos logros conseguidos parecían un recuerdo lejano. Assad huyó apresuradamente a Moscú mientras su poder se desmoronaba durante una ofensiva relámpago de los rebeldes que sus principales aliados internacionales, Rusia e Irán, no pudieron contener.
El fracaso del Kremlin a la hora de impedir la rápida caída de Assad ha expuesto los límites del poder de Rusia y ha minado su influencia internacional en una etapa crucial de su guerra en Ucrania.
Legado de la dictadura de su padre
La salida de Assad, de 59 años, contrasta marcadamente con sus primeros meses como el inesperado presidente de Siria en 2000, cuando muchos esperaban que fuera un joven reformista tras tres décadas de férreo control de su padre. A sus 34 años, el oftalmólogo educado en Occidente parecía un aficionado a la tecnología y a los ordenadores, con un comportamiento amable.
Pero cuando en marzo de 2011 estallaron las protestas contra su gobierno, Assad recurrió a las brutales tácticas de su padre para aplastar a los disidentes. Cuando el levantamiento degeneró en una guerra civil abierta, Assad desplegó a sus militares para bombardear ciudades en poder de la oposición, con el apoyo de sus aliados Irán y Rusia.
Los grupos de derechos humanos internacionales y los fiscales denunciaron el uso generalizado de la tortura y las ejecuciones extrajudiciales en los centros de detención del gobierno sirio. La guerra ha matado a casi medio millón de personas y ha desplazado a la mitad de la población del país antes de la guerra, de 23 millones de habitantes.