El derrocamiento de un dictador que marca un antes y un después en la convulsa historia de Siria, la caída del régimen de Bashar al-Assad ha dado paso a la liberación de miles de prisioneros políticos. Estas personas, muchas de ellas encarceladas arbitrariamente y sometidas a torturas sistemáticas durante años, han visto finalmente la luz al final del túnel.
Las imágenes de los ex prisioneros saliendo de las cárceles y celebrando en las calles de Damasco y otras ciudades sirias han conmovido al mundo. Después de años de sufrimiento y aislamiento, estos hombres y mujeres han recuperado su libertad y la esperanza de reconstruir sus vidas.
La prisión de Sednaya, tristemente célebre por ser conocida como el «matadero humano», ha sido uno de los principales focos de atención. Este centro de detención, donde se estima que miles de personas fueron ejecutadas de manera extrajudicial, ha sido liberado por los rebeldes, quienes han abierto las puertas de las celdas y permitido que los prisioneros salgan a la luz del día.
Un paso hacia la justicia
En los videos que se han difundido ampliamente en las redes sociales se ve a decenas de prisioneros corriendo en señal de celebración tras la liberación de los insurgentes, algunos descalzos y otros con poca ropa. Uno de ellos grita de celebración tras enterarse de que el gobierno ha caído.
La liberación de los prisioneros políticos es un paso fundamental hacia la justicia y la reconciliación en Siria. Sin embargo, aún queda mucho por hacer. Miles de personas siguen desaparecidas y se estima que decenas de miles de sirios han muerto en la guerra.
“No he visto el sol hasta hoy”, dijo Barhoum a The Associated Press después de caminar incrédulo por las calles de Damasco. “En lugar de estar muerto mañana, gracias a Dios, me dio una nueva oportunidad de vida”.
Torturas y ejecuciones en las cárceles
Las prisiones de Siria son famosas por sus duras condiciones de vida. La tortura es sistemática, según denuncian grupos de derechos humanos, denunciantes y ex detenidos. Se han registrado ejecuciones secretas en más de dos docenas de centros gestionados por los servicios de inteligencia sirios, así como en otros lugares.
En 2013, un desertor militar sirio , conocido como “César”, sacó de contrabando más de 53.000 fotografías que, según grupos de derechos humanos, mostraban pruebas claras de tortura desenfrenada, pero también de enfermedades y hambruna en las instalaciones penitenciarias de Siria.
El temido aparato de seguridad y las prisiones de Siria no sólo sirvieron para aislar a los opositores de Assad, sino también para infundir miedo entre su propio pueblo, dijo Lina Khatib, investigadora asociada del programa de Medio Oriente y África del Norte en el centro de estudios londinense Chatham House.
“La ansiedad por ser arrojado a una de las famosas cárceles de Asad generó una gran desconfianza entre los sirios”, dijo Khatib. “Asad alimentó esta cultura del miedo para mantener el control y aplastar a la oposición política”.