«No hay tierras extrañas.
Quien viaja es el único extraño.»
Robert Louis Stevenson.
La vida es lo que hacemos de ella.
Los viajes son los viajeros.»
Fernando Pessoa.
«Nuestro destino nunca es un lugar,
…sino una nueva forma de ver las cosas.»
Henry Miller.
«Los turistas no saben dónde han estado,
…los viajeros no saben a dónde van.»
Paul Theroux.
«Viajamos, algunos para siempre, en busca de…
…otros estados, otras vidas, otras almas.»
Anaïs Nin.
«Viajar es un ejercicio con consecuencias fatales para,
…los prejuicios, la intolerancia y la estrechez de mente.»
Mark Twain.
- El Aeródromo y un Engaño al Abordaje
Iván Petrov, natural de la antigua Leningrado, nombre que tuvo la ciudad rusa de San Petersburgo (1924-1991), llamada así en honor al desalmado Vladimir Lenin, (el líder revolucionario y fundador de la Unión Soviética, que durante este ciclo jugó un papel crucial en la historia de la URSS), siendo ésta, un importante centro cultural y económico, además de haber sido escenario de la famosa defensa del Sitio de Leningrado en la Segunda Guerra Mundial, uno de los asedios, más largos y destructivos de la historia.
Recién divorciado, cuarentón y con unos rublos proletarios de dudosa procedencia conseguidos bajo cuerda, decidió tomarse unas vacaciones. Fue asesorado por unos amigos muy conocidos por Hijos de Putin que querían jugarle una broma pesada. Le mencionaron una isla paradisiaca llena de perlas en el memorable Mar Caribe y lejos del Triángulo de las Bermudas. Cayendo cual grande era, tomó por indiscutible la recomendación y sin pensarlo mucho, compró en línea un boleto económico en Black Friday destino la Isla de las Perlas o Isla de la Margarita.
Excitado y rosáceo de la agitación, llamó a su ex para calumniar pues parece ser una costumbre bolchevique arraigada, igual que ser incrédulo. Sucede que los tipos rusos zurdos creen que la expareja es como las muñecas matrioshkas que representan la maternidad, la fertilidad y la continuidad de la vida, pero también que cada muñeca representa otra dentro de sí misma que poseen más misterios y riesgos intrínsecos que las existencias de un gato.
Luego de la andanada entusiasta de costumbre, Iván se apostó a acopiar los ajuares para el éxodo a la isla del nunca jamás. Pensaba en el viaje. En lo que encontraría en esos paisajes tropicales que toparía. En las muñecas ñeras que según sus amigos eran Putin-esas de profesión porque no gustaba leer otra cosa que la cara de billete $50 de Ulysses Grant, 18º presidente de los Estados Unidos y general de la Unión durante la Guerra Civil, y la de $100 de Benjamín Franklin, uno de los padres fundadores de los EEUU, y célebre polímata, ilustre por sus contribuciones a la política, la ciencia y la invención.
Tomó un taxi al Aeropuerto Internacional Pulkovo, a 17 kilómetros al sur del centro de la urbe que sirve a la ciudad de San Petersburgo. La voz polímata la buscó con urgencia creyendo que trataba de un múltiple caído de la mata, pero reflejó lo inverso. Un polímata, es un individuo con conocimiento profundo y vasto, en disímiles áreas del saber. A menudo se considera un sabio con habilidad en múltiples disciplinas, como ciencias, artes, filosofía, y han sido figuras en el avance del conocimiento gracias a su capacidad para ligar ideas y conceptos de distintos campos como, Leonardo da Vinci, quien destacó en la pintura, la ingeniería, la anatomía y muchas otras áreas.
Su equipaje era práctico y sobrio como buen hombre socialista y su filosofía marxista leninista era un norte bien reservado. El capital de Karl Marx era una de sus obras escogidas desde su arreglo en las instrucciones del proletariado. No tardó mucho en chequearse en el stand de Aeroflot la aerolínea por excelencia de Rusia, fundada en 1923, con bandera de la Federación Rusa y la mayor del país.
Sosegado en la sala de embarco, pensaba en tantas sorpresas que descubriría en esa isla olimpo donde aquello en su ilusión era como una celebración dionisiaca, o como dirían en ñerolandia, un bacanal. Lo que no sabía era que no todo lo que brilla es oro, y para colmo de males, los soviéticos son los sujetos que más les seduce la mentira como punto de partida de la política internacional, desde que concibieron el colectivismo. Por eso para un soviet comunista con lavado de cerebro, el arma más grande de la humanidad, es la mentira.
No pensó que fue centro de una utopía de los Hijos de Putin cuando le aconsejaron visitar la isla celestial. Así que preso de un engaño, se quedó dormido esperando, hasta que la voz de la azafata sonó en el altoparlante y todos los viajeros empezaron hacer fila en la zona de abordaje. Iván, soñoliento y alto como era, se colocó de último en la fila, pensando a lo criollo revolucionario, que los últimos siempre seremos los primeros.
- Primera Impresión: Arribada al Aeropuerto Internacional Santiago Mariño
Iván Petrov, con su porte solemne y su mente llena de expectativas, descendió del avión en el Aeropuerto Internacional Santiago Mariño. El calor caribe lo rodeó de inmediato, un contraste absoluto con el frío de San Petersburgo. Mientras caminaba hacia la terminal, observó alrededor con curiosidad. Los colores vibrantes y la vegetación exuberante le daban la bienvenida a un infinito completamente nuevo.
Al entrar en la terminal, fue recibido por un fandango de voces y risitas. Los viajeros, tanto locales como turistas, se removían con prisa, pero con una alegría palpable en el aire que le gustó. Iván, con su equipaje sencillo y su semblante prudente, se sintió un poco fuera de lugar, pero también emocionado por la aventura que le esperaba.
Se dirigió al área de equipaje, donde ágilmente su valija asomó en la cinta maletera. La tomó y se dirigió hacia la salida, donde un cartel con su nombre lo esperaba. Un hombre de mediana edad, con una gran sonrisa y sombrero de paja, se presentó como su conductor. «Bienvenido a la Isla Margarita, señor Petrov. Soy Carlos, su guía durante su estancia aquí.»
Iván asintió y siguió a Carlos hacia el exterior, donde un coche lo esperaba. Mientras se dirigían hacia su hotel, Carlos le habló sobre la isla, sus playas paradisíacas, y la calidez de su gente. Iván, aunque aún un poco confuso por el consejo de sus amigos, comenzó a relajarse y a disfrutar del paisaje que pasaba rápidamente como un cielo por la ventana.
La vía culebreaba a través de colinas verdes y vistas marinas que quitaban el aliento. Cada curva revelaba una nueva postal, e Iván no pudo evitar sentirse prendido por la belleza natural de la isla. Finalmente, llegaron a su hotel, un encantador resort frente al mar. Carlos le ayudó con su equipaje y le deseó una estancia agradable y se marchó a seguir la brega…
Iván, de pie en el lobby del hotel, respiró hondo y sonrió. Tal vez, después de todo, esta isla paradisiaca tenía más que ofrecer de lo que había imaginado. Con una mezcla de anticipo y curiosidad, se dirigió a su habitación, listo para descubrir los secretos y maravillas de la Isla de Margarita.
Marcantonio Faillace Carreño