El gobierno de Curazao ha comenzado a tomar medidas ante lo que podría ser una nueva ola migratoria proveniente de Venezuela, a medida que se intensifican las sanciones internacionales contra el gobierno de Nicolás Maduro.
Esta situación ha sido advertida en el último Boletín Económico del Banco Central de Curazao y Sint Maarten, publicado en octubre, donde se señala que el endurecimiento de las sanciones podría agravar las ya difíciles condiciones socioeconómicas en Venezuela, fomentando una mayor emigración hacia las islas vecinas.
Según el informe, la posibilidad de expansión de las sanciones tras las elecciones presidenciales, no reconocida por varios actores internacionales como Estados Unidos, la Unión Europea y muchos países latinoamericanos, tiene el potencial de sofocar las perspectivas de crecimiento económico de Venezuela. Esta situación, advierte el boletín, podría desencadenar una nueva ola de migración, aumentando la presión sobre los países receptores, como Curazao, que ya enfrenta desafíos sociales y económicos derivados de la crisis venezolana.
El impacto de estas dinámicas no solo afecta a Venezuela, sino también a Curazao, que se vería afectada por los posibles cambios en la política económica bajo la administración del presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, así como por otras circunstancias globales como el cambio climático, los conflictos bélicos en Europa, y la posible disrupción de las redes de telecomunicación.
Actualmente, más de 17,000 venezolanos residen en Curazao, según datos de la plataforma R4V, encargada de monitorear la diáspora venezolana. De estos, aproximadamente 13,724 se encuentran en condiciones de vulnerabilidad, lo que subraya la necesidad urgente de asistencia y apoyo internacional. El informe también destaca que, aunque Venezuela y Curazao comparten una frontera, las desavenencias políticas y la pandemia de COVID-19 han reducido significativamente los intercambios económicos entre ambos países.
A pesar de la proximidad geográfica, la relación económica entre Venezuela y Curazao ha caído a niveles históricamente bajos. Esto se ha visto reflejado en otras islas del Caribe Neerlandés como Aruba y Bonaire, que enfrentan circunstancias similares.