Las inevitables diferencias de orden social en sociedades de marcadas rivalidades, históricamente han conllevado a la inaudita exclusión de expresiones del variado quehacer humano.
Con una planta y licor como el cocuy ocurre a partir del momento de la llegada del conquistador europeo a estas tierras americanas. Desde entonces, su historia es la de la exclusión, pese a que su uso abarca lo medicinal, alimenticio, diversión más allá de lo puramente espirituoso.
De naturaleza indígena y campesino sus orígenes se remontan a los tiempos precolombinos, en la fase evolutiva del neolítico, cuando nuestros primeros habitantes le daban diversos usos en los límites de los estados Lara y Falcón donde la planta se daba de manera silvestre. En las crónicas de los europeos que llegaron a estas tierras está el testimonio de su existencia.
El cocuy agave es un derivado de una planta con forma de penca. Los indígenas sometían sus hojas a fermentación en un fogón durante varios días para obtener un licor por destilación que usaban en sus fiestas y tiempo libre. Tiene la propiedad de soliviantar el ánimo de los participantes en la celebración como ocurre en todas las culturas humanas.
Es su utilización primaria dado que tiene otros, como el medicinal. Es por lo tanto un pertinente componente de nuestra rica flora tropical. Siempre ha sido una bebida espirituosa ingerida por los bajos estratos sociales por su bajo precio.
Los descubridores de la planta y los inventores de la bebida son indígenas de la zona xerófila comprendida al norte del estado Lara y el sur de Falcón, al igual que la cocuiza, zábila y la fruta de la lefaria o hato del cardón.
Originalmente es una actividad espontánea, empírica, mágica, condicionada por las relaciones de interioridad que no llega a influir ni alterar el accionar del europeo. Producto que se obtiene por los procesos de fermentación y destilación.
Entonces constituye una práctica artesanal expresión de la cultura de nuestros aborígenes cuando éstos se encontraban en el periodo neolítico de la evolución humana. Una evidencia de su singular cosmovisión de la vida y el universo.
Con la llegada del conquistador español se inicia la persecución del mismo. El invasor impone a capa y espada sus propias bebidas alcohólicas como son los vinos de coco, mezcal y sangría. Es otra forma de dominación en el ámbito de la alimentación, diversiones y gustos.
Socialmente tiene la virtud de fusionar en el ámbito del entretenimiento a los oprimidos estratos sociales del indígena y el negro africano esclavizado. En estas tierras los negros esclavos lo asumen como su bebida espirituosa para los momentos de diversión y escape, entre estos cuando celebraban la danza del tamunangue. Es el estimulante para alegrarse y escapar por unos momentos de aquella bestial maquinaria sociopolítica.
Visto así se trata de una actividad marginal mal vista por las élites de poder al igual que el tamunangue, la pelota criolla, la salsa y otras expresiones de los sectores populares objeto del clasista rechazo.
Su asedio se manifiesta desde los tiempos de la conquista, colonia, república hasta mediados del siglo xx. Su cultivo y elaboración constituía en esos tiempos un delito. Era una manera de impedirle competir en el mercado de los licores dominado por empresas del ron, cerveza, brandy, vinos, whisky y otros. Ésta es una expresión de la furiosa lucha en defensa de los intereses del mercado licorero controlado por poderosas empresas.
Tras el terremoto de marzo de 1826, que destruye a Barquisimeto, surge el barrio de Paya o de los Negros más allá de la iglesia Altagracia. En sus fiestas y tiempo libre sus moradores ingerían cocuy de penca para pensar mejor el momento de ocio y evasión. Se explica por su bajo precio al alcance del más menguado bolsillo del vecino y hombre de la calle.
En los tiempos de la colonia las autoridades civiles, religiosas y militares junto a los dueños del poder económico vinculaban las fiestas de indígenas y negros esclavos con el cocuy. Despectivamente solían expresar que era la ocasión para el desorden bajo sus efectos.
Los periódicos del siglo XIX recogen en sus notas las razias que lanzaban las autoridades contra los borrachitos callejeros, los cuales lo ingerían para quedar tirados en el suelo por sus fuertes efectos.
Tras el arribo del Ferrocarril Bolívar en 1891 a Barquisimeto es el ausente de los productos de exportación originarios del estado Lara. En cambio, sí figuran los salones de chivo con mercado nacional e internacional.
Durante la dictadura perezjimenista se intensifica al máximo siendo extensivo a la cría de caprinos en el estado Lara. Ese creemos constituyó un error del régimen de facto tenido por progresista y desarrollista en el campo económico, pero despiadado violador de los derechos humanos. Entonces, era una quimera su competencia con las poderosas empresas del licor existentes en el país.
Así pues, era tal el hostigamiento del establecimiento que quedó reducido a una actividad ilegal. Los alambiques donde se producía eran clandestinos y sus dueños objeto de detención y expuestos al escarnio público como vulgares delincuentes.
Además forma parte de las ocho horas de tiempo libre y diversión de los pobladores de las zonas donde más se han desarrollado. De allí la significación de su pertinencia social y cultural.
Fue el 25 de febrero de 2000 que por primera vez, en La Ciénaga del municipio Urdaneta del estado Lara, se celebró una fiesta en su honor. Los participantes, al igual que sus antepasados, siempre han resaltado la buena cosecha de la planta. Aunque tradicionalmente el 26 de diciembre está dedicado al mismo.
Jurídicamente en su resguardo ahora se cuenta con dos leyes. En agosto de 2001 el Consejo Legislativo del estado Lara aprueba la Ley de protección y desarrollo de la Planta de cocuy (Agave cocui Trelease)
Posteriormente la Asamblea Nacional aprueba también la ley para la Protección y Promoción de la Producción del Agave Cocui, del Cocuy y sus Derivados Artesanales. En ese instrumento legal se establece el 30 de Noviembre como Día Nacional del Cocuy.
La historia de la planta y bebida del cocuy es la de la lucha por la sobrevivencia ante la hostilidad de una poderosa maquinaria sociopolítica interesada únicamente en la defensa de los intereses económicos de una minoría económica.
No obstante, se trata de un valor del folclore material venezolano expresión de nuestra identidad cultural. De bebedizo espirituoso de los indígenas a próspera industria en esta era de globalización. Así de sencillo..
Freddy Torrealba Z.