Si la experiencia política en el mundo ha demostrado que los regímenes más fuertes han tenido que ceder a la presión de los pueblos y los gobernantes han dejado el poder indemnes, totalmente sanos y vivitos y coleando, no puede extrañarnos que tal proceder ocurra en Venezuela, máximo cuando ya el pueblo se pronunció el 28 de julio y los gobiernos democráticos e inclusive, los autodenominados izquierdistas y socialistas, están reconociendo como legítimo mandatario al abanderado de la oposición.
La declaración fue hecha por el profesor Armando Prado, coordinador regional del movimiento Izquierda Democrática en Lara, quien dijo que los ejemplos más significativos de lo que expresa son Frederic William de Klerk en Sudáfrica, quien el último en presidir el despreciable régimen de Apartheid y tenía prisionero a Nelson Mandela; y por los predios de Hispanoamérica, el general Augusto José Ramón Pinochet, que cometió atroces crímenes para mantener su temible dictadura en Chile, y fue sustituido por Patricio Aylwin.
De Klerk no fue hecho preso, ni recibió un insulto, ni menos desprecio alguno por Mandela, sino todo lo contrario, lo nombró su vicepresidente. Y Pinochet tampoco fue llevado a un campo de concentración y tortura como los que él había utilizado para masacrar a los opositores, ni fue sometido a prisión, ni tampoco insultado. Tanto el uno como el otro, quienes fueron tratados decente y respetándole sus Derechos Humanos, fallecieron tranquilamente, porque también los mandatarios crueles aunque se creen inmortales, mueren, porque a pesar de tener todo el poder que tienen y nada les importa someter bárbaramente a sus pueblos, no pueden amenazar ni mucho menos vencer a la muerte.
No es difícil, por lo tanto, pasar de un régimen criminal, autoritario, desconocedor de los Derechos Humanos a uno distinto, democrático, en el cual no se maltrata a los maltratadores, prosiguió. En el caso de Venezuela, ya este gobierno conducido primeramente por Hugo Chávez y luego por Nicolás Maduro, han demostrado que no pueden resolver los problemas colectivos, sino todo lo contrario, los han agravado y no hay en todo el país ninguna comunidad que no haya sufrido las consecuencias de la falta de agua, energía eléctrica, combustibles de todo tipo, hospitales sin insumos y pocos médicos que trabajan con las uñas, planteles educativos prácticamente vacíos porque ya casi no se imparte educación, trabajos tan mal remunerados que han obligado a más de ocho millones de personas a abandonar el territorio en busca de una mejor vida en otros países, y para colmo de males nada vale nuestro signo monetario porque el que tiene valor es el dólar, la moneda del imperio más odiado por los comunistas y socialistas.
Si lo ocurrido en Sudáfrica y Chile son ejemplos muy importantes porque se pasó de regímenes crueles a gobiernos democráticos, entonces, el traspaso de mando no es traumático si se hace mediante una concertación, en la cual el mandatario que se va y el que viene, así como sus colaboradores, conversen como personas con mediano sentido común y llegan a un proceso de transición civilizado, esto es dentro de un clima de tranquilidad y que permite devolverle a cualquier país las condiciones mínimas para que sus habitantes puedan vivir dignamente.
Con base a las anteriores consideraciones, Venezuela, luego de casi cuatro meses de haber tenido sus últimas elecciones presidenciales, está a la expectativa de lo que puede suceder en el curso de los próximos días, porque ya sabemos que el CNE no dará a conocer las actas que no sólo ha debido hacer por mandato de la Constitución y la ley, sino también por la exigencia hecha por la comunidad internacional democrática e inclusive de aliados del gobierno como los presidentes de Brasil y Colombia, quienes se han mostrado muy cautelosos con las cifras dadas por el organismo electoral venezolano. porque éste no muestra nada que sustenten sus números.
De hecho se ha producido en gran parte del mundo un desconocimiento al gobierno, el cual se ha mantenido en el poder contando con el apoyo de las instituciones del Estado y, fundamentalmente, del sector militar; pero, es necesario que las autoridades entiendan que de esa forma no va a tener las condiciones mínimas para desenvolverse, por cuanto el aparato productivo no le garantiza ingresos a la república, ya que carece de capacidad para volver a contar con una Pdvsa boyante como en el pasado y, además, el cúmulo de problemas cada vez es más grande, además de una carga muy pesada en la administración pública y en los compromisos con el ámbito social, que de acuerdo con el propio gobierno se lleva más del 70 por ciento del presupuesto nacional.
Con amenazas de baños de sangre como los que se hicieron en la campaña electoral, persecuciones, encarcelamientos y exilios, no se puede acabar con el descontento existente en todas las capas de la sociedad venezolana.
izquierda Democrática, cuyos lineamientos trazó Teodoro Petkoff y los cuales mantenemos como principios fundamentales para la convivencia democrática, nos unimos a quienes en todas partes de
Venezuela le están pidiendo al gobierno que desde ya analice la conveniencia de sentarse civilizadamente a conversar contra su contraparte para que se produzca una situación estable en Venezuela y no sigamos viviendo entre las dudas, preocupación y expectativas de qué puede pasar el 10 de enero del año próximo cuando, constitucionalmente, debe constituirse el gobierno para un nuevo período presidencial.
De no darse el paso de las negociación
Para que los venezolanos podamos comenzar a vivir con tranquilidad, confiados en un buen futuro, nos esperan días más difíciles a los que estamos viviendo porque la situación política, social y económica empeorará porque todos sabemos que los actos de magia no existen en el mundo de la política, en el cual todavía, ni siquiera en las potencias que dominan la tierra, no ha entrado a jugar sigilosamente la Inteligencia Artificial y por tal circunstancia, el destino de la nación venezolana depende de la inteligencia y el sentido común de la dirigencia, tanto del gobierno como de la oposición.