La detención preventiva prolongada en Venezuela no solo afecta a quienes están tras las rejas, sino también a sus familiares, quienes viven un calvario emocional que puede derivar en graves trastornos mentales. Así lo revela un reciente estudio de la organización Una Ventana a la Libertad (UVL), que encuestó a 172 familiares de reclusos en 17 estados del país.
La investigación de UVL evidencia que el 79% de los familiares encuestados padece algún tipo de trastorno emocional, producto de la constante presión y la falta de apoyo institucional. Entre los problemas más comunes se encuentran el miedo intenso (33%), la ansiedad habitual (18%), la ansiedad somática (14%) y el insomnio crónico (13,9%).
El día a día de un familiar
La vida de estos familiares se ve marcada por la angustia de buscar alimentos, medicinas y gestionar trámites para sus seres queridos. Esta situación genera un desgaste psicológico significativo, que se refleja en dificultades para concentrarse en el trabajo o en las tareas del hogar (48%), sentimientos de desánimo ante el fracaso (70%) y una constante búsqueda de soluciones para mejorar las condiciones de reclusión (26%).
Un llamado a la acción
A pesar de la gravedad de la situación, los familiares encuestados aseguran que no cuentan con ninguna institución del Estado que les brinde apoyo psicológico. La mayoría recurre a su núcleo familiar (47%), a otros familiares de reclusos (19%) o a la iglesia (30%). Solo un pequeño porcentaje (0,6%) busca ayuda profesional.
Estos resultados ponen de manifiesto la urgente necesidad de implementar políticas públicas que aborden la salud mental de los familiares de reclusos, quienes se encuentran en una situación de vulnerabilidad y requieren de atención especializada.
