Tras nueve meses en los que la inflación perdió potencia los precios comienzan a elevarse a mayor velocidad en medio de una creciente inestabilidad que amenaza con extenderse y agravarse en 2025.
El Banco Central oculta las cifras, pero mediciones como la del Observatorio Venezolano de Finanzas indican que en octubre la inflación registró un salto de 9,6%, la más alta desde agosto de 2023 y más del doble de la observada en septiembre, de acuerdo a los datos de este organismo.
El incremento de los precios impacta en la capacidad de compra de un ingreso que se mantiene entre los más bajos de América Latina. En el caso de la industria manufacturera, la remuneración total de los obreros, en promedio, equivale a 223 dólares mensuales y el costo de una canasta básica para una familia de cinco miembros es de 531 dólares.
La aceleración de la inflación viene de la mano de la depreciación del bolívar frente al dólar. La administración de Nicolás Maduro ancló el tipo de cambio y la estabilidad en la cotización del dólar ayudó de manera decisiva a restarle velocidad a los precios, pero el ancla se rompió y quedó en evidencia la fragilidad de la estabilización.
En las últimas siete semanas el tipo de cambio oficial acumula un aumento de 27% desde 36,6 bolívares hasta 46,7 bolívares que se ha convertido en combustible para la inflación porque las empresas venezolanas utilizan grandes cantidades de insumos importados y por la dolarización: como los precios están en dólares, el aumento del tipo de cambio se traduce en más bolívares a pagar por cada producto.
Pedro Palma, miembro de la Academia de Ciencias Económicas, explica que hay un término técnico, el pass through, que se refiere a la facilidad con la que se transfiere el aumento en el precio del dólar a los precios de los bienes y servicios: “En Venezuela es muy alto por la dolarización”, agrega.
Gobierno entrampado
En el resquebrajamiento del anclaje cambiario juega un rol estelar el gasto del gobierno. A fin de disminuir la cantidad de bolívares que pueden utilizarse para comprar dólares, la administración de Nicolás Maduro recortó el gasto en partidas como pensiones, salarios e inversiones.
Pero a partir de octubre dejó a un lado la severidad en el recorte y elevó el gasto mediante bonos que entrega a los trabajadores. Como los trabajadores rápidamente gastan los bonos, en poco tiempo, el dinero culmina en la caja de comercios y empresas que buscan cambiarlo a dólares porque no hay confianza en la moneda.
“El gobierno está entrampado, porque si quiere controlar la inflación tiene que anclar el tipo de cambio, y para anclar el tipo de cambio no puede permitir que aumente la oferta monetaria, porque esa mayor disponibilidad de bolívares se traslada a la compra de dólares y presiona el tipo de cambio al alza”, dice Pedro Palma.
Para tratar de mantener el anclaje cambiario el gobierno elevó la oferta de dólares pero fue insuficiente para satisfacer la demanda. La consecuencia es que quienes no pueden comprar todos los dólares que necesitan en el mercado oficial acuden al mercado paralelo, donde el dólar no ha dejado de aumentar y mantiene una brecha de 20% respecto al tipo de cambio oficial que también impulsa la inflación.
Los próximos meses
Pedro Palma considera que “el gobierno va a tener que seguir pagando bonificaciones y aguinaldos y muy probablemente lo que sucedió en octubre se va a repetir de aquí a fin de año”.
En este contexto lo previsible es que continúe la depreciación del bolívar y la aceleración de la inflación. El promedio de las proyecciones de las 18 consultoras y bancos que Latin Focus incluyó en su informe de octubre se ubicó, en el caso del tipo de cambio oficial, en 54 bolívares por dólar al cierre del año y una inflación anual en el orden de 43,4%.
Gracias a que el gobierno está recurriendo en menor medida a la emisión de dinero para financiarse, a que el recorte del gasto -si bien se ha relajado- sigue presente en distintas áreas y a las restricciones al crédito, que obligan a los bancos a engavetar más de dos tercios del dinero que gestionan, la inflación se está acelerando pero culminará el año muy por debajo del 189% registrado en 2023.
No obstante, la inflación venezolana sigue siendo de las más elevadas del mundo y solo superada por la de Argentina en América Latina.
La incertidumbre
En 2025 no hay mayor certeza en que el gobierno de Nicolás Maduro será capaz de evitar que la moneda continúe hundiéndose y que los precios aumenten a una velocidad mayor a la de este año.
La inestabilidad política estará presente una vez que Estados Unidos, la Unión Europea y la mayoría de los países de América Latina no reconocen como legítima la relección de Nicolás Maduro en las pasadas elecciones del 28 de julio.
La posibilidad de mantener estable el tipo de cambio luce complicada. Las reservas internacionales, el tanque de divisas que el Banco Central administra y permite pagar importaciones, cancelar deuda y respaldar la oferta de dólares se ubica en montos ínfimos.
La porción de divisas líquidas y disponibles no supera los mil millones de dólares lo que se traduce en que la oferta de dólares prácticamente depende del ingreso proveniente de las insuficientes exportaciones petroleras.
El Fondo Monetario Internacional y el Banco de Inglaterra no han reconocido como legítimo al gobierno de Nicolás Maduro, y por tanto, el Banco Central no tiene acceso a Derechos Especiales de Giro por cinco mil millones de dólares y a barras de oro depositadas en Londres.
Pedro Palma explica que “es muy difícil” que el gobierno pueda mantener un anclaje del tipo de cambio.
“Las reservas internacionales son muy bajas, tampoco hay acceso al financiamiento de los organismos multilaterales y la posibilidad de reestructurar la deuda externa para normalizar el acceso al mercado financiero internacional se ve muy distante en 2025”, dice Pedro Palma.
Las licencias
Las elecciones turbias no son nuevas. En 2018 Maduro se reeligió por primera vez mediante unos comicios cuestionados y Estados Unidos, en ese entonces bajo la conducción de Trump, quien cumplía su primer mandato, impuso sanciones limitando las inversiones en petróleo y obligando a vender barriles en el mercado negro.
En noviembre de 2022 la administración de Joe Biden ablandó las sanciones y permitió a Chevron producir y exportar petróleo desde Venezuela mediante una licencia especial. En mayo de este año, emitió licencias similares a Repsol, ENI y Maurel & Prom.
Gracias a Chevron, principalmente, la producción creció desde un promedio de 684 mil barriles diarios a 877 000 barriles diarios en septiembre de este año, pero Trump, quien iniciará su nuevo período el 20 de enero de 2025, podría eliminar las licencias.
De eliminarlas, consultoras como Ecoanalítica proyectan que la producción caería en 25%, algo que golpearía la caja del gobierno: los barriles provenientes de las operaciones con licencias se venden a precios de mercado y los de Chevron van a refinerías en el sur de Estados Unidos.
Un año complicado
“Lo lógico es prever que el tipo de cambio va a continuar subiendo durante 2025, y por lo tanto, que la inflación va a ser por lo menos mayor a la de 2024”, dice Pedro Palma.
El promedio de las 18 proyecciones de Latin Focus para el tipo de cambio oficial, que incluye la de consultoras y bancos como Dinámica, Síntesis Financiera y UBS, es que al cierre de 2025 alcance 95 bolívares por dólar y, para el caso de la inflación, que acumule en el año un avance de 55%.
Hay quienes esperan una inflación muy superior a este promedio. Fitch Solutions contempla que el próximo año el incremento de los precios sea de 101% y Síntesis Financiera de 76%.