#OPINIÓN ¿Avanzamos o retrocedemos? #26Nov

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A finales de 1980 fue publicado el libro La Tercera Ola, que rápidamente se convirtió en best seller. Su autor Alvin Toffler clasificó los avances de la humanidad, partiendo de tres hitos puntuales de los cuales se derivaban otros hechos, que si bien no eran menos importantes, si producto directo o indirecto de aquellos. A cada uno de esos acontecimientos los denominó olas por considerarlas sucesiones encrespadas que, en el inicio,  no se sabe dónde terminan.

La primera, según Toffer,  fue el nacimiento de la agricultura, que comenzó en el año 8.000 a de C, dominando en solitario la Tierra hasta 1750, aproximadamente. Esta actividad fue producto consecuencial del sedentarismo. El hombre al principio fue nómada, vivía de la caza y la pesca, pero al comenzar a formar grupos grandes como las hordas y pequeños, como la familia, sintió la obligación de asentarse lo que produjo la necesidad constante  de alimentos de origen animal y vegetal. Consecuencia progresiva de esta conducta fue la formación de ciudades, predecesora de los Estados y de normas metódicamente recopiladas en leyes y códigos.

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La segunda ola vino dada por el desarrollo industrial, que vista por el retrovisor tuvo dos etapas, la primera con la electricidad, máquinas a vapor, división del trabajo, imprenta etc. Se inició a partir de mediados del siglo XVIII hasta mediados del siglo XX, considerándose final del ciclo el hecho que por primera vez el número de obreros u operarios, era menor que el de empleados y directivos. La segunda fase fue en extremo importante para el bienestar del hombre por los avances en la electrificación de los hogares; aviación rápida y segura; alimentos procesados y otros.

La tercera ola se fundamenta básicamente en el mundo informático, cibernético, con profundas repercusiones en el sistema de producción y mercado. Por supuesto en este período se producen pasos gigantes para el desarrollo de la humanidad. En su libro Toffer marca el inicio puntual de esta nueva época con el surgimiento de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), reacción obligada de los países productores ante las políticas de las petroleras de reducir drásticamente el pago de impuestos.

Hace 40 años Toffer hablaba de una ya incipiente Inteligencia artificial. Sin imaginar que hoy  genera la posibilidad a su vez, de cuatro nuevas olas,  IA de internet, IA empresarial, IA de la percepción  e IA autónoma, de las cuales las dos primeras ya “remodelan nuestro mundo digital y financiero en forma que apenas podemos registrar”, estrecha empresas de internet, reemplaza asistentes jurídicos y diagnostican enfermedades. La tercera reconoce rostros humanos, comprende peticiones y ve el mundo que nos sirve de hogar, siendo capaz de desdibujar nuestro molde físico y el digital. La IA autónoma, en desarrollo, da vida propia a máquinas, maneja fábricas y será capaz de transformar todo (“Superpotencias de la Inteligencia Artificial”. Kai-Fu Lee. Best seller de New York Times).

Por ser obra humana no siempre los cambios son positivos, en lo social han surgido alteraciones indeseadas como la concepción de familias monoparentales, con un solo progenitor y varios hijos, o por el contrario, parejas sin hijos. Hoy la necesidad de la interrelación humana pierde fuerza, es fácil apreciar como el hombre (en general) considera suficiente la información suministrada por la computadora o el teléfono.

“La familia está siendo atacada frontalmente por el progresismo, especialmente por su brazo feminista radical, con un discurso en contra de la maternidad. “El matrimonio esclaviza a la mujer”, “La mujer se empodera cuando aborta, cuando no se casa, cuando se divorcia”. “Los hijos son una carga para la mujer que no le permite realizarse”.  Estos mensajes están dirigidos a destruir a la familia, y aún más, a la propia esencia del ser humano” (Eduardo Fernández. Cartas IFEDEC).

Esta tercera ola continúa encrespada. La sed insaciable por el poder caracteriza la vida pública en todos los continentes de la Tierra, bien a través del ejercicio de políticas locales mal concebidas e ilegalmente aplicadas, bien mediante guerras que van escalando hasta dimensiones desconocidas.

El hombre debe volver la mirada hacia su propia historia para encausar este rumbo incierto. Ya lo escribió Juan Pablo II en Centésimo Annus (1991) en la  conmemoración del centenario de la Encíclica Rerum Novarum de León XIII: “La actividad fecunda de millones y millones de hombres, quienes a impulsos del Magisterio social se han esforzado por inspirarse en él con miras al propio compromiso con el mundo, actuando individualmente o bien coordinados en grupos, asociaciones y organizaciones, deben conformar un gran movimiento para la defensa de la persona humana y para la tutela de su dignidad, lo cual, en las alternantes vicisitudes de la historia, ha contribuido a construir una sociedad más justa o, al menos, a poner barreras y límites a la injusticia”. Dios bendiga a Venezuela!.

Jesús A. Jiménez Peraza.

@‌jesusajimenezp

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