El 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, debe servir como un recordatorio urgente de las múltiples violencias que enfrentan las mujeres, especialmente en contextos de crisis como el venezolano. Los datos en nuestro país son alarmantes: entre 2020 y 2022, el Comité Internacional de Rescate (IRC) advirtió que la violencia de género constituye un riesgo persistente para las mujeres afectadas por la emergencia humanitaria que vive el país.
En Venezuela, la violencia y desigualdad de género alcanzan cifras escalofriantes. En 2023, según Cepaz, se registraron 253 femicidios consumados y 134 frustrados, lo que refleja no sólo la dimensión de la tragedia, sino también las fallas estructurales en la protección de las mujeres, pero la violencia no es solo física, también tiene un rostro económico.
La ENCOVI de 2023 reveló que la participación laboral de las mujeres cayó 37%, dejando apenas a 3 de cada 10 mujeres económicamente activas, frente al 62% de los hombres. En un país con una economía colapsada, esta brecha perpetúa la feminización de la pobreza.
Además, la Encuesta de Uso del Tiempo (EUT) 2023, mostró que el trabajo no remunerado realizado por mujeres constituye entre 12,9% y 15% del PIB, superando sectores clave como el manufacturero y las telecomunicaciones. Tres cuartas partes de este esfuerzo recae sobre las mujeres, quienes también asumen casi tres veces más tareas de cuidado en el hogar que los hombres. Este desequilibrio evidencia la desigualdad y refuerza los roles de género tradicionales que limitan a las mujeres y perpetúan su subordinación económica.
La crisis sanitaria añade otro nivel de vulnerabilidad. Según Provea, la mortalidad materna en Venezuela ha aumentado más de 123% desde el año 2020, reflejando las graves deficiencias en el sistema de salud y el abandono hacia las mujeres en situación de mayor riesgo. Hablamos de mujeres que pierden la vida por la ineficiencia de un sector de salud colapsado, y de niños que pierden a sus madres al nacer.
A lo largo de la historia, el papel de las mujeres ha sido fundamental para el progreso social. Ya en la antigüedad, Platón, en su obra La República, argumentaba que las mujeres debían ser parte activa en la construcción de una sociedad más avanzada. Resulta terrible que en pleno 2024 la libertad y sus derechos sigan en constante vulnerabilidad.
Eliminar todo tipo de violencia de género es clave para lograr una Venezuela justa y libre. Reconocer el valor del trabajo doméstico no remunerado y visibilizar la contribución económica de las mujeres es crucial en cualquier debate sobre equidad de género. Sin embargo, esto debe ir acompañado de políticas que eliminen las barreras estructurales que enfrentan para acceder a servicios básicos, denunciar la violencia y obtener justicia.
Defender los derechos de las mujeres nos debe involucrar a todos. Es una necesidad para reconstruir una sociedad más equitativa. La violencia de género y la feminización de la pobreza no son problemas aislados, sino síntomas de un sistema que necesita transformarse para garantizar igualdad, dignidad y oportunidades. No podemos construir una Venezuela libre si no se respetan los derechos de un sector de la población.
Stalin González