Iniciemos por dos hechos ocurridos recientemente: la elección de un nuevo gobierno en los EE. UU. que encabezará Donald Trump, y la elección del 28 de julio en Venezuela que le dio la victoria a Edmundo González Urrutia, la cual se robó descaradamente Nicolás Maduro gracias al secuestro de los poderes electoral, judicial, ciudadano y legislativo.
Chequeados estos dos históricos acontecimientos que debemos recordar siempre, entramos al tema de la causa por la cual los venezolanos están saliendo en manadas hacia los EEUU, que no es precisamente porque buscan el tan anhelado “Sueño americano”, la verdad y la causa es que no soportan vivir en un país con crisis económica, con inflación galopante, con apagones y cortes eléctricos a cada hora, sin hospitales y de remate bajo la constante amenaza de detenciones por expresar libremente su opinión o ejercer sus derechos de protesta, de exigencia; y un ejemplo de ello son los más de dos mil presos políticos que hay en las mazmorras del régimen que por cierto, es investigado en la Corte Penal Internacional por crímenes de lesa humanidad.
Las señales que ha dado el Presidente electo de EE. UU., Donald Trump, con los nombramientos en su gabinete demuestran que vendría una línea dura contra los gobiernos de Venezuela, Cuba y Nicaragua, en este caso el que le atañe a los venezolanos y que genera pánico en el entorno de Maduro es la designación del senador Marco Rubio como Secretario de Estado.
Rubio de 53 años, nació en Miami, de padres cubanos que llegaron al suelo americano haciendo trabajos de barman y de mucama en hoteles. En su primera campaña al Senado, Marco Rubio hizo énfasis repetidamente en su origen de clase trabajadora y en cómo su historia como el hijo de inmigrantes cubanos que se convirtió en senador podía ocurrir “sólo en Estados Unidos”.
Al aceptar la postulación como Secretario de Estado de EE. UU. dijo en la red social X: “Promoveremos la paz a través de la fuerza”, para no dejar dudas sobre lo que será su postura y línea de acción.
Sobre la elección presidencial en Venezuela comentó en su momento: «Que no haya dudas: los países y las organizaciones internacionales que respaldan este fraude de proporciones inimaginables deben rendir cuentas, al igual que los miembros del narco régimen y su Consejo Nacional Electoral”; y remató el 31 de julio escribiendo en sus redes: “Si Maduro no acepta que perdió las elecciones en Venezuela pronto se encontrará aislado de sus vecinos y de gran parte del mundo, el régimen de Maduro acaba de llevar a cabo las elecciones farsa más predecibles y ridículas de la historia moderna”.
Si se es coherente, Rubio y Trump no van a suavizar la relación con Nicolás Maduro luego de tomar posesión el 20 de enero del 2025.
Mientras llega ese día, en EE. UU. siguen enviando mensajes claros a Maduro como por ejemplo, la reciente aprobación de la “Ley Bolívar” que contó con amplio respaldo bipartidista. Dicha legislación prohíbe al gobierno estadounidense firmar contratos con empresas o personas que realicen negocios con el gobierno de Maduro o cualquier gobierno sucesor que no sea reconocido por Washington.
Los congresistas de Florida Mike Waltz y Debbie Wasserman Schultz fueron quienes promovieron la “Ley Bolívar” que busca reforzar las sanciones existentes contra el chavismo, pues según el propio Waltz, la política estadounidense debe apoyar a los activistas que luchan por liberar a Venezuela de la opresión.
A esta contundente acción de los republicanos y demócratas, rápidamente el grupo de Maduro le salió al paso a través del ministro de Relaciones Exteriores, Yván Gil, quien publicó la mañana de este martes 19 de noviembre un comunicado en el que rechazan de forma categórica la aprobación por parte de la Cámara de Representantes del Congreso de EE. UU. la llamada “Ley Bolívar”, que utiliza «de manera desvergonzada» el acrónimo de Bolívar (Ley de Prohibición de Operaciones y Arrendamientos con el Ilegítimo Régimen Autoritario Venezolano) como una ofensa hacia la figura del Libertador, si algo no le importa a este gobierno es la figura de Bolívar.
Como la política es el arte de lo posible y de lo inimaginable, al día de hoy la presión a Maduro se va incrementar, así como a sus más cercanos colaboradores. Se equivocaría el gobierno de Trump si cree que con devolver o repatriar a los venezolanos resolvería el problema. La presión debería continuar para que desocupe el Palacio de Miraflores lo cual por un lado, evitaría una nueva oleada de migrantes; y por el otro lado, se regresarán otros tantos millones que anhelan estar en su patria, pero con opciones de desarrollo y futuro.
Edward Rodríguez