Quienes viven en el Táchira dicen que estar en la vecindad con Colombia “es una bendición, porque nos ayuda a solventar problemas de tipo económico y social, que estamos padeciendo los venezolanos, todos por igual.”
La apreciación es recogida por Arturo Molina, analista político, quien agrega que la ventaja de encontrarse en esa zona fronteriza permite a los tachirenses conseguir trabajo en el territorio vecino, donde el ingreso es distinto y alcanza para mejorar las condiciones de vida.
Sin embargo, en el Táchira la situación, como en el resto de Venezuela, es crítica: los funcionarios de la administración pública abandonan sus puestos de trabajo por cuanto el salario y las bonificaciones no les alcanza para cubrir sus necesidades esenciales.
Si de otras partes del país fluye la migración a diario por los distintos caminos o trochas hacia Colombia, también los tachirenses buscan en ese país lo que no pueden obtener en el suyo. Es así como el lado fronterizo les permite ir y venir todos los días y no necesariamente quedarse allá como está pasando con por lo menos más de mil personas que siguen huyendo de sus hogares en el resto de Venezuela.
El Táchira es un poco más de la mitad de Lara, ya que su superficie es de 11.100 kilómetros cuadrados, donde habitan más de un millón 400 mil personas en sus 29 municipios, de los cuales Andrés Bello, Cárdenas, Córdoba, Guásimos, Libertad, Independencia, Torbes y San Cristóbal forman la zona metropolitana de San Cristóbal, toda la cual tiene unos 650 mil habitantes.
Del Táchira han salido siete presidentes de Venezuela: Cipriano Castro, Juan Vicente Gómez, Eleazar López Contreras, Isaías Medina Angarita, Marcos Pérez Jiménez, Carlos Andrés Pérez y Ramón J. Velásquez.
Por otra parte, la crisis que vivimos hace que la dirigencia política de oposición se mantenga activa en toda la jurisdicción del estado, no obstante que la gobernación está en manos del oficialismo, indica Molina. Los dirigentes siguen visitando comunidades, sirviendo de enlaces para exigir que las autoridades atiendan los planteamientos de la gente que sufre la falta de los servicios públicos.
Algunas alcaldías están en poder de la oposición, las cuales tienen que hacer grandes esfuerzos por solventar problemas porque son pocos los recursos con los que cuentan. Los situados constitucionales que han recibido los alcaldes son estimados como un duro golpe para cumplir con sus obligaciones, porque lo que ha significado la inflación sobre el valor de la moneda es catastrófico porque se vuelve sal y agua, sobre todo porque son 29 municipios a los cuales se les debe atender.
Los servicios públicos son pésimos, señala Molina. Los apagones de electricidad han sido permanentes, aunque hay que reconocer que ha habido una mejoría porque ya no son de larga duración; sin embargo, se siguen produciendo por dos horas tanto en el día como en la madrugada.
En cuanto al agua todavía se disfruta del Acueducto Regional del Táchira; pero, algunos municipios del estado, cuyas poblaciones han venido creciendo, presentan problemas porque no tienen suficiente líquido.
El problema preocupante es la calidad del agua, porque hay afluentes importantes de ríos y quebradas que abastecen algunas comunidades, pero se han visto afectadas por la contaminación y no ha habido disposición para el debido procesamiento.
En relación a los combustibles, se habían reducido las largas y penosas colas para el suministro de la gasolina; pero, nuevamente se han presentado en el último trimestre del año y, a diferencia de otras partes del país, ese combustible no está subsidiado como en el vecino estado Barinas y, en consecuencia, hay que pagarlo en dólares.
En toda la jurisdicción circulan el dólar, el peso colombiano y el bolívar, el cual sirve como mención de tránsito y sólo es la moneda que reciben los funcionarios públicos. El peso y el dólar, debido al escaso valor del signo monetario nacional, son los que rigen el sistema cambiario al punto que todos los establecimientos comerciales los utilizan en las transacciones rutinarias. Los precios están dolarizados y debajo están los pesos, pero ya no se utiliza el bolívar en las compras diarias.
El peso cabalga sobre el bolívar
Tradicionalmente, el Táchira es un estado agropecuario, indica Molina. Produce café, caña de azúcar, caraotas y otros rubros, así como flores, y se ha distinguido por la cría de ganado vacuno. Su zona industrial en Ureña está como todas las zonas industriales de Venezuela.
Los tachirenses van a la región vecina a comprar algunos alimentos que tienen un precio menor al que se puede generar en el Táchira, pero de éste sigue produciendo plátanos, yuca, zanahoria, cebolla, piña, patilla y otros rubros. Del lado colombiano traen muchas frutas, especialmente lechosa, pera, durazno, manzanas y mangos.
Lamentablemente, por el Táchira ingresa mucho contrabando de rubros agrícolas porque no existen los debidos controles que lo impidan y es conocido el cobro de peaje ilegal, pero se ignora el motivo por el cual las autoridades parecen ignorar lo que sucede las veinticuatro horas en la frontera, porque los contrabandistas no tienen horas de descanso.
