“Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí. No me eches de delante de ti, Y no quites de mí tu santo Espíritu” Salmo 51:10,11
¿Qué título es ese? Pudiera preguntar cualquier lector que eventualmente lee estos artículos de opinión vertidos en el Decano de la Prensa Nacional. El Diario EL IMPULSO. Pero el texto bíblico que encabeza el presente escrito lo deja muy claro. El salmista, el rey David, dándose cuenta que su carácter y acciones paulatinamente lo están apartando de la Verdad verdadera entonces clama a Dios. Y en su clamor pide que al TODOPODEROSO lo cambie, lo transforme, le ayude a mejorar su conducta, sus procederes y su comportamiento que lo están separando de él. Entonces le dice… “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí” Sal.51:10. Vemos que Dios en su infinita sabiduría deja claro que la palabra “espíritu” con minúscula refiere a la conducta, manera de pensar y actuar de un individuo. Seguidamente sigue Dios enseñando la diferencia entre ambas palabras o ambos conceptos, cuando el rey David sigue pidiéndole… “No me eches de delante de ti, Y no quites de mí tu santo Espíritu” Salmo 51:11. Aquí nos damos cuenta que espíritu, en minúscula se refiere al sentir, proceder, sentimientos y emociones. Mientras la palabra Espíritu, en MAYÚSCULA representa al Dios eterno. El ESPÍRITU SANTO
Mis apreciados, en los días por venir, emergerá nuevamente, entre los cristianos ignorantes, o sea que ignoran elementos bíblicos esenciales, tradiciones ancestrales que suplen a Jesús en el corazón de la humanidad, obviamente es el “otro” quien ocupará el lugar que debería tener El Padre, El Hijo y es Espíritu Santo. Aparece así, la tergiversación mas común acerca del “espíritu de la Navidad” que según la tradición será derramado para el 21 de Diciembre. Desde luego comienzan a hacer preparativos especiales. Los más extremos, literalmente hablando, esperan que un espíritu de forma etérea y asociado a lo sobrenatural llegue y les dé una bendición especial, obviando lo que Dios enseña a través de las Sagradas Escrituras. Olvidan que el verdadero espíritu de la Navidad es su disposición, su inclinación, su propósito decidido a pensar y meditar en lo que hizo nuestro Señor Jesucristo por la raza humana pecadora. No entran en la dimensión de explorar a través de la Biblia las enseñanzas que nos harán dignos de la Salvación otorgada por nuestro Señor Jesucristo en la cruenta Cruz del Calvario.
Mis apreciados, el “espíritu de la Navidad” es la conducta que debemos pedir y esperar que el Espíritu Santo de Dios derrame sobre nosotros y nos guíe. Y podamos entender que Navidad viene de Natividad y la Natividad no es otra cosa que el nacimiento de nuestro Señor Jesucristo en el establo de Belén. El anuncio de los ángeles a los pastores de Belén, sintetiza la obra del recién nacido Rey: «Os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor… ¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres» Lucas 2: 11,14. Y ese hecho es el que debe llenar nuestro espíritu. Pero, hay que pedirlo que Dios por medio de santo Espíritu nos lo va a otorgar.
¡Hasta el próximo artículo Dios mediante!
William Amaro Gutiérrez